“Vamos camino a una amnistía”, asegura E. Raúl Zaffaroni sobre la causa por el Memorándum
A
tres años de la denuncia de Nisman contra la presidenta y su canciller,
el ex ministro de la Corte hace un análisis devastador de la causa por
el Memorándum con Irán, y la compara con la de traición contra Perón de
1956.
Imagen: Pablo Piovano
“Vamos
camino a una amnistía, tarde o temprano. Aquí no hay nada jurídico. No
es una cuestión de derecho ni de justicia. Es una cuestión de poder. A
este sector de la justicia no le interesa el derecho como no le
interesaba al juez Botet. Hemos iniciado un largo camino hacia una
amnistía, que es como siempre terminan las persecuciones políticas.” El
doctor Raúl Eugenio Zaffaroni, ex integrante de la Corte Suprema,
realizó este durísimo diagnóstico sobre el proceso judicial de la causa
por el Memorándum de Entendimiento con Irán. Hoy se cumplen tres años de
aquel 14 de enero de 2015 cuando Alberto Nisman presentó la denuncia
contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el ex canciller
Héctor Timerman y otros dirigentes. La referencia es al juez Luis Botet,
que en 1956 armó el proceso contra Juan Domingo Perón por traición a la
patria y asociación ilícita. Este es el diálogo de PáginaI12 con
Zaffaroni.
Por Raúl Kollmann
–La
realidad es que hoy hay personas presas por el Memorándum: Carlos
Zannini, Luis D’Elía, Fernando Esteche, Jorge Khalil y también Cristina
Kirchner, si no tuviera fueros y Héctor Timerman, si no estuviera
enfermo. ¿Es razonable que estén personas privadas de su libertad por el
delito de encubrimiento agravado, una vez que descartaron la traición a
la patria?
–Antes
de cualquier valoración jurídica, debo advertir que no tiene ninguna
importancia práctica inmediata. Todo lo que digamos desde el derecho,
para un sector de la justicia carece de sentido, porque lo que se juega
es simplemente poder. Para ese sector ya no interesa el derecho, como no
le interesaba al juez Botet en los años cincuenta. Esto es un simple
problema de poder, que trasciende a la Argentina.
Nos
metimos en problemas en los noventa, problemas que eran totalmente
ajenos a nosotros y que nos costaron dos crímenes terroristas y muchos
muertos. Luego, la administración demócrata de los Estados Unidos
comenzó a negociar con Irán para resolver un riesgo nuclear. Benjamin
Netanyahu pasó por encima de Barak Obama y habló en el Congreso
norteamericano contra esa negociación y mencionó el caso del atentado en
la Argentina. No he hablado con Timerman de esto, pero seguramente la
sugerencia de que se hiciera algo para mover la causa paralizada vino de
la gente de Obama, y ahora los republicanos y otros intereses, todos
ajenos a nosotros, están moviendo estos procesos contra los funcionarios
nuestros que promovieron el memorándum para destrabar la causa. Aquí no
hay nada jurídico, el derecho no tiene nada que ver, es poder puro,
lucha de poder e intereses, demasiado poderosos y extraños a nosotros.
En
eso, como en otros procesos por supuestas corrupciones a lo Botet, hay
un sector de la justicia que se presta a la revancha política pura y
simple. Hemos iniciado un largo camino hacia una amnistía, que es como
siempre terminan las persecuciones políticas. A la larga terminan así,
nos cuesta a los contribuyentes pagar reparaciones por los daños
causados y, además, si algún corrupto en serio hay entre los
perseguidos, lamentablemente se beneficia también con la amnistía que,
por mandato constitucional, siempre debe ser “general”.
En
esto no valen razones jurídicas, si las mencionamos será por su
importancia futura, cuando este momento pase, los que hoy callan se
rasguen las vestiduras jurando que no se daban cuenta de lo que sucedía,
que no sabían nada, y haya que ajustar cuentas con los responsables de
las aberraciones y reparar los daños personales y sociales que hayan
cometido. Pero ahora, cualquier razón jurídica es inútil, no habrá
instancia judicial nacional que la escuche y a las internacionales les
niegan valor. Estamos viviendo la crisis más grande del Estado de
derecho de los últimos treinta y cuatro años.
En
cuanto a la “razonabilidad” de su pregunta, no, jurídicamente no es
razonable, porque al descartar la traición a la Nación se está
inventando un supuesto de hecho diferente, ya no son los mismos hechos,
porque la traición era “prestar ayuda y socorro al enemigo” y ahora se
imputa tratar de beneficiar a prófugos. Son dos hechos diferentes pero,
como le decía, esto es jurídico y carece de importancia para el poder
arbitrario, nadie lo va a recoger ahora, es sólo para tenerlo en cuenta
en el futuro, cuando termine y se revierta este cuadro de franca
persecución política.
–Se
ha instalado últimamente el criterio de que todo ex funcionario tiene
capacidad para obstaculizar las investigaciones ya que, supuestamente,
cuenta con “relaciones residuales”.
–Primero,
las investigaciones se refieren a hechos pasados hace años y cuya
prueba hoy es casi exclusivamente documental, escrita, bastando con
secuestrar la documentación. En segundo lugar esas relaciones residuales
son presumidas, pero no están probadas. En tercer lugar, esto sería muy
peligroso para los funcionarios en actividad, que se supone que tienen
relaciones plenas y activas. En cuarto lugar, la prisión preventiva
debería ser excepcional y nunca la regla basada en presunciones que no
admiten prueba en contrario. En quinto lugar, si ese es el pretexto, no
veo la razón, fuera de revanchismo y venganza, para detenciones
escandalosas que restablecen la picota, ni para tenerlos en cárceles de
máxima seguridad, con visitas y comunicación restringidas al máximo, y
menos aún, para intentar mantener a un enfermo con prisión domiciliaria e
impidiéndole o dificultando su tratamiento. Esto no es otra cosa que el
juez Botet redivivo.
–La
Cámara Federal ha dicho que el Memorándum es perfectamente judiciable
porque el tratado no versaba sobre materias propias del Poder Ejecutivo,
sino sobre una cuestión judicial como era las indagatorias de los
sospechosos iraníes. Por lo tanto, sostienen que no sólo es judiciable
sino que constituye el delito de encubrimiento porque, según los
camaristas, favoreció a los imputados.
–No
me cabe duda acerca de que las relaciones internacionales pueden
abarcar cuestiones de judicialidad, sin duda, salvo que los jueces se
declaren independientes del Estado, lo que no me extrañaría después de
“Fontevecchia”, claro.
Imaginemos
que hubiese una guerra y para terminar el conflicto y evitar más
muertes inútiles se acuerde un armisticio, en el que se establezca la
entrega de todos los prisioneros enemigos sin juzgar a los que
cometieron delitos en el curso del conflicto armado. La ratificación de
esa decisión sería perfectamente conforme a derecho, y creo que si un
juez se atreviese a declararlo inconstitucional y decidir que la guerra
debía continuar a costa de más muertos, argumentando que el acuerdo
abarca cuestiones “judiciables”, no sería sancionado, sino que se
pondría en duda su salud mental.
Además,
no sé en qué se beneficiaban los imputados al otorgarles el simple
derecho de declarar ante nuestros jueces, cuando con eso se hacía
únicamente un acto que impulsaba, destrababa, aunque sea un poco, el
avance de un proceso que en el país está interrumpido por completo.
No
veo en qué se afectaba la judicialidad nacional del caso con que jueces
nacionales fuesen a tomar las indagatorias a otro país, conforme a
nuestro código procesal, para seguir después el proceso aquí. Más aún:
como nada de esto sucedió, los procesos siguen paralizados. Pero
insisto, todas estas razones no tienen importancia en este momento de
puro poder y revanchismo. Son meras razones jurídicas y lógicas carentes
de significación actual.
–Uno
de los argumentos que permanentemente se esgrimen en el caso del
Memorándum es que no se siguieron los pasos “normales” de un tratado,
como las consultas a la línea de la Cancillería, a la asesoría legal
interna e incluso se cuestiona quién redactó el texto. La idea es que se
trabajó en forma casi clandestina y por ejemplo se considera como una
prueba de cargo una supuesta reunión secreta entre Timerman y el
canciller iraní en Aleppo, Siria. Digamos que, además, es una reunión
que Timerman niega en forma categórica ¿cómo evalúa esa imputación?
–El
trámite administrativo de un tratado es una cuestión interna de la
cancillería, pero creo que una cosa es el trámite de un tratado en que
acordamos vender o comprar zapatos a Brasil y otra, mucho más delicada,
cuando el tratado se refiere a una situación internacional tan
complicada como la que describí al principio.
No
me parece sensato que estas negociaciones, que se inician sutilmente,
explorando las intenciones del otro, como “cabezazos en baile”, en las
que nunca se sabe si tendrán un final feliz y mucho menos cuando
disputan los poderosos del mundo, pasen por las manos de innumerables
burócratas y posibles infidentes. Deben tomar estado público cuando
corresponde, o sea, cuando deben discutirse en el Congreso, pero toda la
negociación previa requiere reserva. Esto es de lógica pura, pero
tampoco interesa la lógica ahora.
–Para
los camaristas, el Memorándum fue un documento favorable a los prófugos
iraníes… Y sostienen que el hecho de informar a Interpol planteaba un
mensaje tácito de levantamiento de las alertas rojas… Sin embargo, el
juez cerró la instrucción sin convocar al secretario general de
Interpol, Ronald Noble, ¿cómo lo evalúa?, ¿qué se debió hacer?
–Si
cuando se investiga un homicidio aparece una persona que dice que vio
cuando mataban al muerto, se supone que el juez instructor lo debe
convocar como testigo para decidir si hay o no mérito para elevar la
causa a juicio, porque bien puede arrojar luz acerca de que el homicidio
lo cometió otra persona diferente al imputado. Si no lo hace y eleva la
causa a juicio, es obvio que comete un error o un ilícito muy grave,
por lo menos un defecto elemental en la instrucción. Eleva a juicio una
causa para que se haga un plenario que puede ser perfectamente inútil, y
con eso prolonga un proceso que bien puede terminar mucho antes y con
mucho menor desgaste jurisdiccional. El caso es el mismo, porque el
principal testigo de este supuesto favorecimiento que no se sabe en qué
consiste es Ronald Noble, salvo que el juez piense que Noble es también
un encubridor. Por supuesto que esto tampoco tiene importancia en el
actual momento, porque lo que interesa es que los presos preventivos
sigan presos y el show mediático continúe, como lo quiere el poder y el
objetivo revanchista.
–En
la acusación y el procesamiento hay dirigentes que no pertenecían al
gobierno de Cristina Kirchner pero que están procesados por el
Memorándum: Luis D’Elía, Fernando Esteche, Jorge Khalil… todos presos en
este momento. Se les imputa ser inspiradores, influyentes,
articuladores del Memorándum, ¿cómo interpreta ese encuadre?
–Varias
veces en el escrito disparatado que firmó Nisman se reiteran las
conversaciones telefónicas, pero esto es algo que resulta ridículo,
sinceramente mueve a risa. D’Elía es buena persona, un tipo simpático,
al igual que otros, con sus ideas, buenas o malas, pero, pregunto si
alguien puede pensar que estas personas tienen alguna capacidad
diplomática y, por ende, si los iraníes o la administración demócrata
podían entenderse con ellos o si podían ejercer alguna influencia en sus
decisiones. Por favor, este problema tiene una dimensión internacional
de máximo volumen, se movían detrás de esto los intereses de las
potencias más poderosas del planeta, acordaron al final una solución
garantizada por todas las grandes potencias. ¿Alguien puede creer que
estas personas estuviesen involucradas en esas negociaciones? Creo que
sólo algunos de nuestros jueces pueden creer esto, si es que
verdaderamente lo creen y, en tal caso, la verdad es que me producen
sincera tristeza por su desinformación.
–Cuando
los camaristas fundamentan por qué los imputados deben ir a prisión,
enumeran circunstancias puntuales y objetivas producidas durante las
investigaciones judiciales. Y en ese listado incluyen la muerte de
Alberto Nisman como dando a entender que el deceso del fiscal está
vinculado con el Memorándum o incluso, peor, que los imputados o sus
allegados tuvieron algo que ver con la muerte de Nisman para obstruir la
investigación. ¿Cómo ve semejante afirmación, también de cara al
futuro?
–Todo
terminará en nada, como siempre en los procesos que no son jurídicos,
sino políticos en el mal sentido de la palabra. ¿Te acordás del “Capitán
Gandhi” dando vueltas con la cabeza de Juan Duarte en un paquete por
los pasillos de tribunales? No, vos no te acordás, sos muy joven*.
*
La reflexión de Zaffaroni obliga a buscar en los libros. Después de la
muerte de Evita, el general Perón hizo una fuerte advertencia sobre la
corrupción, a raíz de las denuncias contra Juan Duarte, el hermano de
Evita: “irá preso el que el robe, aunque sea mi padre, porque robar al
pueblo es traición a la patria”. Días más tarde, Duarte apareció muerto
en su departamento, con una flor en la sien derecha y una carta de
despedida explicando los motivos de su decisión. Fue un texto lleno de
errores de ortografía y de devoción por Perón. Entonces, como ahora, se
planteó ¿homicidio o suicidio? Los antiperonistas señalaban que Duarte
fue asesinado por Perón. El adalid de esta última teoría fue un feroz
antiperonista Próspero Fernández Alvariño, al que llamaban el Capitán
Ghandi, integrante de grupos parapoliciales. Para probar lo que decía,
el Capitán Ghandi habría exhumado sin orden judicial el cuerpo, con una
sierra cortó la cabeza de “Juancito” y según dicen la tenía en un
paquete para mostrársela a quien quisiera verla. Con el paquete se
paseaba por Tribunales y por el departamento central de policía, donde
tenía una oficina. La mayoría de los historiadores creen que eso nunca
ocurrió, que fue un mito, pero en aquellos tiempos se dio por cierto.
Quedó la feroz imagen de un antiperonista con la cabeza de Juan Duarte
para probar que fue un homicidio.
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