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Ofensiva imperialista
En disputa el futuro de los procesos de
integración
latinoamericana
Eduardo Paz Rada
ALAI AMLATINA,
16/02/2018.- Los procesos de
integración de América Latina y el Caribe, que en los últimos
quince años
dieron un salto cualitativo notable con la formación de la
Alternativa
Bolivariana de las Américas (ALBA), Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR) y
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se
encuentran en
este 2018 en la encrucijada para definir su destino en medio de
una disputa que
enfrenta el dilema histórico en un cuadro geopolítico mundial de
alta
complejidad: unidos o dominados los países y pueblos de la región.
La crisis y decadencia capitalista en las
tradicionales
metrópolis centrales europeas junto a la emergencia de nuevas
potencias
económicas, militares y políticas asiáticas y euro asiáticas y a
los procesos
de emancipación y liberación nacional-popular y antiimperialista
latinoamericanas y árabes marcaron las primeras tendencias del
nuevo siglo, sin
embargo las fluctuaciones políticas en algunos países de alta
importancia
regional y la recuperación de la estrategia imperialista sobre su
pretendido
“patio trasero” en los últimos años hacen tambalear los avances
conseguidos.
Nunca antes en la historia la coordinación de
países de la
región fue tan fuerte, particularmente por la presencia
protagónica de Brasil
con Lula Da Silva, que se convirtió en el eje de la unidad
especialmente por su
poderoso peso económico e influencia mundial, y el liderazgo del
comandante
Hugo Chávez que actualizó y profundizó el ideario bolivariano de
la Patria
Grande, junto al compromiso de varios gobiernos caribeños y
latinoamericanos.
Inclusive el gobierno mexicano, proclive a las
políticas de
Estados Unidos, tuvo que sumarse al proyecto de la CELAC para
defender la
región como zona de paz y de desarrollo y el propio gobierno
norteamericano
aceptar en la Cumbre de las Américas la presencia y participación
del
presidente cubano como importante paso para la reanudación de
relaciones
diplomáticas.
En los tres últimos años la estrategia
neoliberal y
conservadora ha conseguido producir impactos certeros sobre los
procesos
nacionalistas y antiimperialistas con el golpe de estado al
gobierno de Dilma
Rousseff en Brasil y con el triunfo electoral de Mauricio Macri,
ahora
repudiado por el pueblo argentino. Ha sido el momento en el que el
imperialismo
aceleró su asedio económico, financiero, mediático, diplomático,
militar y
político al gobierno venezolano de Nicolás Maduro y a los
proyectos de unidad y
liberación nacional.
En la actual coyuntura las tensiones se han
acelerado
rápidamente y se van definiendo los campos de lucha. La
contradicción política
central y la concentración de fuerzas se han ubicado alrededor de:
primero, la
amenaza de invasión militar a Venezuela por parte de Estados
Unidos y Colombia
con la visita del Secretario de Estado de Washington Rex Tillerson
a varios
presidentes conservadores de la región, y segundo, la anulación
como candidato
presidencial del poderoso liderazgo de Lula Da Silva, el gran
referente popular
que tiene todas las posibilidades de ganar las elecciones en
Brasil en octubre
y recuperar las iniciativas latinoamericanistas y
antiimperialistas. Sin
embargo la persecución de los poderosos medios de comunicación, de
la justicia
y de los partidos tradicionales avanza para impedir su
candidatura.
Si esto se produce, como ya parece inminente,
la posibilidad
de tener un solo candidato del campo nacional-popular, respaldado
por Lula,
podría significar una alternativa a los candidatos conservadores,
con
posibilidades de cambiar el rumbo político de Brasil y América
Latina, aunque
no es lo mismo que la figura del obrero metalúrgico.
Por otra parte, las elecciones en México tienen
también un
tinte especial porque se perfila el triunfo de Andrés López
Obrador del
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), candidato por fuera
del orden
establecido del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el
Partido Acción
Nacional (PAN), frente a las candidaturas del orden colonial. Si
esto se
confirma en junio se abren posibilidades de contar con un país muy
importante
proclive a los proyectos emancipadores y de integración.
Una hora de grandes y decisivas definiciones
para América
Latina en momentos en que se reunirá la Cumbre de las Américas en
Lima bajo la
batuta de Trump y su admirador el presidente peruano Kuscinsky que
intenta evitar
la presencia del presidente Nicolás Maduro; y en que el Papa
Francisco se ha
pronunciado por la necesidad de la unidad de la Patria Grande.
América Latina y
el Caribe se encuentran en la disyuntiva de seguir siendo un
conjunto de
colonias o semicolonias del imperialismo o se convierten en
actores clave de la
política mundial en este siglo XXI.
- Eduardo Paz Rada es sociólogo boliviano y
docente de la
UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
URL de este artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/191074
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