14 de septiembre de 2018
In corpore
En el 2002 en Argentina aumentó la mortalidad infantil por la crisis económica del 2001. En tiempos de devaluación, inflación y crisis y desjerarquización del Ministerio de Salud preocupa que no vuelva a pasar y que no empeore el estancamiento en las garantías de salud para lxs recién nacidxs. Desde el 2002 en adelante, hasta el 2016, la tasa de la mortalidad infantil descendió entre un 1,7 y un 6 por ciento. En el 2015, con la implementación del plan Qunita, la tasa de mortalidad infantil bajo un 8,5 por ciento. Pero, en el 2016, cuando se interrumpió el programa que daba una cuna y elementos de higiene y ocio para las y los recién nacidos con el objetivo de evitar el hacinamiento y la muerte súbita se estancó la disminución de las muertes de bebés.
“En 2014 se desarrolla el Programa de Acompañamiento a la Madre y el Recién Nacido “Qunita” para priorizar los cuidados prenatales, la ocurrencia de nacimientos en maternidades seguras y la provisión de elementos claves para prevenir el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Su población objetivo eran las 100.000 mujeres beneficiarias de la Asignación Universal por Embarazo”, explica el informe “Una política integral de salud materno-infantil”, de la Fundación Soberanía Sanitaria. El documento también apunta: “La implementación del programa Qunita coincidió con el histórico descenso, de casi un punto (0,9 por ciento) de la mortalidad infantil a un dígito en 2015, lo que marcó el mayor descenso desde 2004. Asimismo, las muertes infantiles neonatales (es decir, entre 0 y 27 días del recién nacido) por Síndrome de Muerte Súbita del Lactante disminuyeron de 59 en 2014 a 36 en 2015. Es decir, en términos relativos hubo una reducción de cerca de 3 puntos en la razón de mortalidad por SMSL pasando de 7,6 muertes por cada 100 mil nacidos vivos en 2014 a 4,7 en 2015”.
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