JUSTICIA EN PRIMERA
La justicia laboral platense en blanco y negro
Por Carlos M. Carrasco Quintana, Abogado especialista en Derecho del Trabajo
13 de Septiembre de 2015 | 21:37
El domingo 12 de julio
obligaba a quedarse en casa. EL cielo gris, la bruma instalada y una “rara”
temperatura para la época así lo disponían.
Intentando salir de la
somnolencia de las primeras horas me bastó para ello tomar el ejemplar del
diario “El Día”. Se trataba de una edición cargada de artículos atinentes a los
abogados y a su ejercicio y ello especialmente debido a la inminente entrada en
vigencia del novísimo Código Civil y Comercial.
Accediendo a la
interesantísima propuesta mensual llamada “Justicia en primera persona” al dar
vuelta la última hoja me encontré con un título que me atrajo la atención. No
podía ser de otra manera ya que se refería a lo que, desde hace casi 40 años, me
ocupa día tras día: la Justicia Laboral. Pero mi atención fue mayor aun al
observar quienes lo suscribían ya que había sido elaborado por los jueces del
fuero en el Departamento Judicial La Plata.
Allí los magistrados
ponían en blanco y negro no sólo las urgencias del sector sino también -y esto
es singularmente positivo- las soluciones inmediatas para
ellos.
No recuerdo
publicación similar a esta ni aun durante el penoso funcionamiento los
Tribunales Colegiados del fuero Civil.
Que sean los jueces
quienes tomen posición al respecto y que lleguen a hacerla pública nos habla, no
sólo de la notoria mejoría de la composición humana actual del fuero en nuestro
Departamento Judicial, sino de la gravedad que reviste la
cuestión.
Para mí la urgente
situación planteada, claro está, no era novedosa pero lo que sí lo era y, por
demás, que fueran los magistrados quienes crudamente la expusieran en un elevado
y noble pedido de auxilio. No puedo negar que ello renovó mis energías en esta
batalla, un poco aletargadas ante la falta de logros.
La cuestión a debatir
es clara: los Tribunales del Trabajo de La Plata están literalmente asfixiados y
esta situación constituye una verdadera urgencia que, como tal, debe ser
atendida con soluciones efectivas y, sobre todo, prontamente realizables. Así
como un médico cardiólogo no podrá atender un infarto limitándose, por ejemplo,
a cambiar la dieta del enfermo, no debemos dejarnos distraer con derivaciones
grandilocuentes del tema. El cuadro requiere medidas inmediatas, prácticas y
certeras que le permitan al paciente seguir viviendo y una vez logrado ello,
imponerle las correspondientes medidas saludables.
Esta urgencia no puede
esperar más. Los hombres y mujeres de carne y hueso de los que la Corte nos
habla en el fallo “Castro c/. Dycasa”, nosotros, los abogados y los
administradores de Justicia merecemos que el peso que tenemos que llevar,
acrecentado en los últimos años y que tiende aún a incrementarse, sea
rápidamente alivianado.
Las matemáticas nos
demuestran con su incontrastable exactitud que la creación de 3 nuevos
tribunales implicaría que la distribución y consecuentemente tratamiento de las
causas se mejore en más de un 50%. Dicho gráficamente y tomando los datos del
artículo que comentamos, en el año 2013, en lugar de haber ingresado 1.206
causas en cada Tribunal, la cantidad se hubiera visto reducida a
753.
La elocuencia de este
sencillo cálculo nos habla, a las claras, de la necesidad de creación de nuevos
tribunales.
Y esta solución no
puede ser tan siquiera rozada por un análisis meramente economicista el que,
además de no ser fehaciente, carece de cordura al pretender ubicar una cuestión
de Estado, como es el servicio de justicia, en un mercadeo impropio de su
esencia.
La enorme mayoría de
los abogados laboralista platenses y los jueces del fuero desde hace ya varios
años venimos clamando por la creación de nuevos tribunales y por ello, de
ninguna manera, en momentos en que su concreción parece realizarse podemos
dejarnos llevar por “cantos de sirena”. Todo lo contrario. Deberemos redoblar y
aunar esfuerzos para que, en breve, ello se haga realidad.
Dejemos para más
adelante un amplio debate respecto a si el sistema actual es bueno, regular o
pésimo el que, además, deberá realizarse con suficiente amplitud de opiniones y
en ámbitos propios y pluralistas que permitan arribar a conclusiones
efectivas.
Pero ahora tenemos que
mantener con vida al
enfermo.
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