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Un adiós al TPP con impacto en Latinoamérica:
¿barajar y dar de nuevo?
Claudio Della Croce
ALAI AMLATINA, 24/01/2017.- “Lo que
acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores
estadounidenses”, dijo
este lunes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras
firmar la orden
ejecutiva mediante la cual retiraba a su país del Acuerdo
Transpacífico de
Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), decisión
que tendrá su
impacto en varios países latinoamericanos.
La decisión puso fin a la participación de EE.UU.
en un ambicioso tratado comercial cuya creación fue impulsada
durante siete
años por el gobierno del expresidente Barack Obama. Con Estados
Unidos, el TPP
reunía en su seno a 12 países que juntos representaban en torno
al 40% del PIB
mundial y un mercado de 800 millones de habitantes. En el
acuerdo participaron
además tres países latinoamericanos (México, Perú y Chile),
junto a Canadá y a
siete naciones de Asia Pacífico: Australia, Japón, Malasia,
Vietnam, Brunei,
Singapur y Nueva Zelanda. Y el gran ausente entre las potencias
económicas del
Pacífico es China.
Un tema más amplio refiere a cuál será la
política comercial global de Trump. Es casi seguro que también
cesará las
negociaciones del otro gran acuerdo, la Asociación
Transatlántica para el Comercio
y la Inversión, entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y ya
anunció que
renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Trump también prometió fijar altos aranceles
a las importaciones de China y México. Hacerlo implicaría violar
las normas
básicas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por lo que
el líder
tendría que descartar sus amenazas de campaña o, de lo
contrario, romper con la
OMC. Sin duda, la presidencia de Trump tendrá un enorme impacto
en el futuro
del sistema comercial multilateral, así como en los acuerdos
comerciales
bilaterales.
Las
presiones farmacéuticas
Las negociaciones del TPP llevaban cinco años
en curso, durante las cuales se produjeron varias demoras por
diferencias en
patentes farmacéuticas. Estados Unidos buscaba que se
concedieran 12 años de
protección a dichos medicamentos, para promover la inversión,
mientras Nueva
Zelanda y Australia, temían que dichas normas elevaran el costo
de los sistemas
de salud pública de sus países.
El TPP constituye un ejemplo paradigmático de
elaboración de normas internacionales guiadas por los intereses
de un grupo
empresarial y adoptadas por un Gobierno como elemento
fundamental de su propia
agenda. Los derechos de los pacientes de tener acceso a los
tratamientos necesarios
son sistemáticamente subestimados por los partidarios de niveles
de protección
ADPIC plus que seguramente serían rechazados en foros
multilaterales, como en
la OMC, señaló oportunamente el South Center.
Al igual que en otros acuerdos de libre comercio,
la posición de negociación dispar entre las partes negociadoras,
así como las
expectativas injustificadas sobre “otros” beneficios comerciales
que
propiciaría el TPP, serían las únicas explicaciones de una
posible aceptación
de niveles de protección de los derechos de propiedad
intelectual destinados a
satisfacer las incesantes demandas de la industria farmacéutica
para obtener
derechos de monopolio más amplios y duraderos, añadió el
organismo
intergubernamental de países en desarrollo.
Los otros países integrantes del TPP son
Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda,
Perú, Singapur y
Vietnam. El nuevo bloque comercial abarcaría a 800 millones de
personas y
podría aumentar la actividad económica mundial en 200 mil
millones de dólares
anuales.
La creación de este acuerdo fue visto como
una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a Pekín a
que empiece a
“seguir las reglas” reforzadas por el TPP. El entonces
presidente
estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de
nuestros clientes
potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos
dejar que países
como China escriban las reglas de la economía global”.
Los
críticos de la iniciativa alegaron que fue negociado en secreto
y que beneficia
principalmente a las multinacionales. En Estados Unidos varios
sindicatos
argumentan que el acuerdo ayudará a que más empleos industriales
bien
remunerados sean relocalizados a países de menor costo de mano
de obra en el
sureste de Asia como Vietnam.
Durante la campaña presidencial pasada, Trump
incluyó la retirada de EE.UU. del TPP dentro de las medidas que
aplicaría en
sus primeros 100 días de gobierno, pues consideraba que este
tipo de tratados
comerciales son lesivos para los intereses de los trabajadores
estadounidenses.
Su triunfo en las urnas hizo temer lo peor
entre los promotores del TPP, porque el tratado aún esperaba por
su
ratificación y el asunto no es nada fácil: se requiere el visto
bueno de al
menos seis de los países signatarios y estos deben representar
al menos un 85%
del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados. En la
práctica, eso
significa que no podría entrar en vigor sin el visto bueno de
Estados Unidos y
Japón, que juntos equivalen al 79% del P IB del bloque.
Con
los crespos hechos
Para los promotores del acuerdo en México,
Perú y Chile, el anuncio dejó sin comenzar la fiesta de varios
sectores que
anticipaban una bonanza comercial. Y en las órbitas de los
gobiernos, genera
incertidumbre por un acuerdo que ha sido una parte integral de
la estrategia
económica de las tres naciones.
La decisión de Trump abre para para América
latina una nueva serie de interrogantes, una sobre la vigencia
de la Alianza
del Pacífico (AP), que dependía del contexto librecambista
impulsado por
Washington, lo que obliga a las gobiernos a barajar y dar de
nuevo, a buscar el
afianzamiento de instancias regionales integracionistas como
Unasur y Mercosur,
las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.
En su momento, la mandataria chilena,
Michelle Bachelet, lo respaldó como un “gran acuerdo” de todos
quienes creen
“que el libre comercio como una economía abierta ha sido
beneficioso”. Chile
fue la nación pionera de la región en buscar sociedades
comerciales distintas a
las tradicionales con Estados Unidos y Europa.
Mediante la membresía, México y Perú también
buscan aumentar sus exportaciones y atraer importantes
inversiones de países
asiáticos. Según estimaciones de la Secretaría de Economía de
México al momento
del anuncio del TPP, ese país podría exportar más de 150.000
millones de
dólares en cinco años hacia otros países del súper bloque.
Paralelamente, el Gobierno argentino, que
había festejado que la administración de Barack Obama había
autorizado la
compra de limones argentinos, sufrió un anuncio amargo: una de
las primeras
medidas proteccionistas de Trump fue dar marcha atrás
descolocando la política
aperturista de Mauricio Macri.
Futuro
incierto
La retirada de Estados Unidos del TPP deja el
acuerdo en territorio desconocido. “No está claro lo que
ocurrirá alrededor del
mundo. Varios de los otros 11 países miembros tienen la
intención de seguir
adelante y establecer un acuerdo entre ellos”, dijo Peter Petri,
profesor de
Finanzas Internacionales en la Escuela Internacional de Negocios
Brandeis.
El experto destacó que para avanzar se
requeriría, de entrada, un cambio en la redacción del texto
actual pues este
exige que para su entrada en vigor el acuerdo debe ser
ratificado por un mínimo
de seis países que representen el 85% del PIB combinado de todos
los miembros.
Dado que EE.UU. por si solo representa el 57% del PIB de las
naciones del TPP,
esa ratificación no sería posible sin su participación.
Petri considera, sin embargo, que no sería
difícil para los demás miembros cambiar el texto para modificar
eso y hacerlo
funcionar sin EE.UU. Japón y Nueva Zelanda ya lo ratificaron y
han manifestado
su interés en seguir adelante. Otros expertos, sin embargo, no
son tan
optimistas sobre las posibilidades futuras del acuerdo. ” La
retirada de
Estados Unidos va a matar el acuerdo en su forma actual”, dijo
Edward Alden,
investigador Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Nueva
York.
Alden resaltó que para muchos países el
principal incentivo para participar en el TPP era acceder al
mercado
estadounidense, pero que ahora esa motivación ya no existe.
Acuerdos
bilaterales
Petri también vislumbra la posibilidad de que
el conjunto de normas acordadas dentro del TPP sean ahora
volcadas en tratados
bilaterales de comercio entre los países que participaron en la
negociación.
“Estoy seguro de que el contenido y las reglas que se negociaron
serán usados
por los países para hacer acuerdos bilaterales. Tiene sentido
para las naciones
asiáticas y para algunas economías latinoamericanas adaptar este
acuerdo para ayudarse
en su integración.”, agregó el experto.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto,
anunció este lunes que su país buscará firmar inmediatamente
acuerdos
bilaterales con los países firmantes del TPP. Una decisión
similar fue hecha
por el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, quien señaló que con
ese objetivo ya
se han pautado encuentros con otros miembros del TPP, así como
con China y
Corea del Sur.
En diciembre pasado, el ministro de Comercio
Exterior de Perú, Eduardo Ferreyros, ya había adelantado que su
país acudiría a
la fórmula de negociaciones bilaterales en caso de que el TPP no
avanzara. “Si
no se da el TPP en el corto plazo, se podría tener una
negociación bilateral
con Australia así como Nueva Zelanda y Malasia. Con Nueva
Zelanda estuvimos dialogando
para ver si negociábamos en el bloque de la Alianza del
Pacífico, lo que se
configura como otro escenario interesante”, dijo Ferreyros.
Ganadores
y perdedores
Nadie cree que algún país se beneficie de la
ausencia estadounidense. El principal atractivo del TPP para la
mayor parte de
los restantes 11 miembros eran las oportunidades de comercio
adicionales que se
abrían con Estados Unidos, que sigue siendo la mayor economía en
el mundo. Sin EE.UU. las
ganancias del TPP serán
menores y es difícil determinar quiénes podrían ser los mayores
beneficiarios
en caso de que el acuerdo siga adelante.
“Para las empresas automotrices de Japón es
una ventaja tener acceso al mercado de Malasia y para los
fabricantes de ropa
de Vietnam resulta muy positivo poder exportar a Japón”, dijo
Petri, para quien
los perdedores de la decisión son Japón y Vietnam, que tienen
unas relaciones
comerciales muy fuertes con Estados Unidos que iban a ser
fortalecidas con el
acuerdo.
Un estudio del Banco Mundial sobre el TPP,
publicado
en enero de 2016, preveía que Vietnam y Malasia eran los países
que más se iban
a beneficiar del acuerdo, con aumentos de su PIB de 10% y 8%
respectivamente
para el año 2030. Destacaba que los beneficios para Canadá y
México, que tienen
amplio acceso al mercado de EEUU, iban a ser menores y que, en
el caso
mexicano, se reducían aún más por el incremento de la
competencia derivado de
la reducción de impuestos de aduana estadounidense para otros
países miembros
del TPP.
China
celebra
Un estudio del Instituto Peterson sobre
Economía Internacional, publicado hace un año, resumía el
impacto del TPP en la
economía estadounidense en un incremento del 0,5% del PIB y muy
pocas
variaciones en el mercado laboral. Alden consideró que al
retirarse del tratado
no habrá un efecto real en la economía estadounidense ya que “el
acuerdo nunca
fue ratificado. Sus reglas nunca llegaron a estar vigentes, por
lo que matar al
TPP no cambia nada. Se trata, principalmente, de una oportunidad
perdida y del
futuro”, dijo.
La editora de la BBC británica para China,
Carrie Gracie, señala que no hay duda “del regocijo que debe
estar
experimentando el gobierno chino luego de que Trump retirara a
su país del TPP,
acuerdo en el que Pekín no participa. Durante años China escuchó
decir a la
administración del demócrata Barack Obama que el acuerdo era una
manera de
formalizar el liderazgo estadounidense en Asia, añadió.
Es probable que el presidente chino Xi
Jinping esté muy satisfecho con la noticia, tras su
participación -por primer vez-
en el Foro Económico de Davos, donde
acaparó todas las miradas en su defensa globalizadora. La
pregunta que
se hacen los analistas es si estamos asistiendo a un cambio del
“hegemón” ante
un EE.UU. que busca una nueva estrategia de inserción
internacional.
No es de extrañar entonces que Pekín
considere el “eje estratégico” de EE.UU. en Asia en general, y
el TPP en
particular, un plan poco disimulado para frenar la potencia de
crecimiento de
China. En noviembre pasado, la agencia oficial de noticias china
Xinhua
describió el acuerdo como el “brazo económico de la estrategia
geopolítica de
la administración Obama para garantizar el dominio de Washington
en la región”.
Ahora, señala Gracie, Pekín animará a los
gobiernos asiáticos a comparar la fiabilidad de las promesas
chinas y la de las
estadounidenses. Estados Unidos es un poder en Asia cuando
quiere, pero China
es el poder que permanece, dirá Pekín.
-
Claudio Della Croce es economista argentino. Investigador
asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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