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Terrorismo y cambio social
Fredes Luis Castro
ALAI
AMLATINA, 16/08/2017.- El sábado 12 de
agosto una marcha de supremacistas
blancos en el municipio de Charlottesville, Estados Unidos,
terminó en
enfrentamientos que dejaron un muerto, luego que un automotor
conducido por un
supremacista impactara contra un grupo de manifestantes de signo
contrario. El
presidente Donald Trump acusó responsabilidades por igual entre
víctimas y
victimario, lo que fue celebrado por los dirigentes y grupos de
extrema
derecha.
Historia
y manipulación
El
profesor de Justicia Penal de la Universidad Estatal Westfield,
investigador
especializado en la extrema derecha estadounidense, describe al movimiento alt-right
(abreviatura
de derecha-alternativa) como un colectivo diverso, que contiene
un amplio
espectro ideológico, con posiciones que van de un radicalismo
moderado a los
delirios macartistas más agresivos. Descubre sus raíces en
organizaciones con
décadas de existencia, pero resignadas a un rol marginal,
carente de
influencia.
Destaca
como figura relevante, entre otras, a Andrew Breitbart, fundador
de Breitbart
News, en particular a la hora de comprender la difusión de
la ideología
nacionalista en el ciberespacio, y de las batallas culturales
que, a juicio de
estos nacionalistas, el conservadurismo imperante no estaba
dispuesto a
promover, con los asuntos relativos a la inmigración en primer
orden. El
profesor Michael subraya que la cuestión inmigratoria configura
la materia
prioritaria para el nacionalismo blanco estadounidense, cuyos
adherentes juzgan
que la tasa de natalidad entre los inmigrantes procedentes de
países del tercer
mundo amenaza la existencia de la raza blanca a la que
orgullosamente
pertenecen.
El
especialista sugiere que el estrecho margen con el que Trump se
impuso en
Estados clave, explica su complacencia hacia estos grupos y
organizaciones: no
puede despreciar ningún apoyo. Por otro lado, estos sujetos se
contaron entre
los más decididos militantes de su campaña, aspecto nada menor
en países en los
que el voto no es obligatorio. La victoria del magnate
inmobiliario incentivó
los encuentros cara a cara de los nacionalistas blancos,
aceitando sus aparatos
organizativos.
La
historiadora Keri Leigh Merritt no niega el apoyo que obtuvo
Trump de parte de
la clase blanca trabajadora y empobrecida, pero imputa una responsabilidad mayor en
la elite blanca
cuyo dominio de los sistemas educativos, políticos y mediáticos
le permite
edificar una manipulación informativa orientada a convencer a
los primeros
acerca del aprovechamiento abusivo de las políticas de bienestar
por parte de
las minorías raciales, los afroamericanos en primer término. La
elite blanca
más poderosa manipula los conocimientos y la agenda pública,
promoviendo la
apatía política en los sectores populares y usando la ideología
de la
supremacía blanca para asegurar fragmentaciones en su propio y
económico
beneficio.
El
cambio
Arie
Perliger, Director de Estudios en Seguridad y profesor de la
Universidad de
Massachusetts Lowell, conmina a considerar a las
violencias de la extrema
derecha norteamericana como actos terroristas, atento a que se
despliegan con
el objeto de transmitir mensajes atemorizantes a las minorías no
blancas y a
los colectivos no cristianos. No duda en calificar al terrorismo
doméstico como
un peligro mayor que cualquiera procedente del exterior, en
parte por el mayor
número de ataques terroristas autóctonos. Un informe de su autoría, publicado
por el Centro de
Lucha contra el Terrorismo de West Point identifica cientos de
incidentes
terroristas domésticos entre los años 2008 y 2012.
Perliger
observa que el número de ataques inspirados en la ideología de
extrema derecha
ha aumentado en el siglo XXI, alcanzando un promedio anual de
más de 300
agresiones desde el 2001 (en los años 90 del siglo pasado el
promedio era de 70
ataques anuales). Un nuevo salto se produjo desde la elección de
Trump como
presidente, con 900 incidentes discriminatorios en los primeros
10 días
siguientes a su victoria electoral. El experto sugiere una
respuesta para
explicar estas tendencias:
Más
allá del terror experimentado por las víctimas, creo que esta
tendencia refleja
un cambio social más profundo en la sociedad americana. El
modelo del iceberg
del extremismo político, originalmente formulado por Ehud
Shprinzak, un
cientista político israelí, puede iluminar esta dinámica. Los
asesinatos y
otros ataques perpetrados por los estadounidenses de extrema
derecha constituyen
la punta visible de un iceberg. El resto del iceberg permanece
oculto bajo el
agua. Esto incluye cientos de ataques cada año que dañan
propiedades e
intimidan a las comunidades (…) Es importante recordar que los
cambios en las
normas sociales suelen reflejarse en los cambios de
comportamiento. Por lo
tanto, es razonable sospechar que los extremistas realizan estas
acciones
porque sienten que sus puntos de vista gozan de legitimidad y
aceptación social
crecientes, lo que los anima a materializar sus prejuicos.
[Traducción propia]
En
sintonía con Perliger, la columnista del Washington Post
Catherine Rampell,
basada en los datos aportados por un reporte de la comunidad de
inteligencia, advierte sobre una preocupante
prevalencia de
jóvenes (“milenialls”) entre los militantes de la alt-right
y los generadores
de la violencia supremacista blanca. Rampell sostiene: “Si los
jóvenes rebeldes
de los años sesenta abrazaron el amor libre, la paz y la
igualdad, hoy -al
menos entre los anti-anti- Trumpers- se trata de promover el
odio y la
desigualdad social” [Traducción propia].
La
columnista conecta la adhesión de estos jóvenes a las
alternativas de extrema
derecha con su temperamento anti establishment, parido por un
sistema
inequitativo, que con la última crisis financiera “afectó
irremediablemente las
perspectivas económicas de los millenials”. Es por ello que la
periodista
no se sorprende por el deseo de algunos de destruir todo el
sistema. Como
Merrit, enfatiza la clave bajo la cual razonan y comprenden los
déficits del
sistema: no les molesta que permite a los ricos concentrar
mayores riquezas,
les perturba que privilegie injustamente a las minorías a
expensas de los
trabajadores blancos.
Observaciones
Buena
parte de las derechas contemporáneas se desenvuelven con soltura
en escenarios
fragmentados y de polarización social, sólo puede conjeturarse
la magnitud del
rol que han tenido en su creación, pero es claro que contribuyen
a sostenerlo y
fortalecerlo, trátese de la oferta más cool de Emmanuel Macron,
o de la furiosa
y desfachatada de Donald Trump.
La
fragmentación promovida por las derechas, su capacidad para
manipular
voluntades y superar las diferencias internas para imponerse a
sus
contradictores no son aspectos novedosos. En todo caso, merece
mayor atención
los éxitos cosechados por algunos de sus líderes, en detrimento
de oposiciones
internas que cuentan con recursos sólidos y arraigados pero
insuficientes para
contenerlos y dirigirlos.
También
merecen aguda atención los formatos estéticos y discursos
desestructurados,
coloridos y divertidos, que sin embargo difunden descreimientos
y pesimismos en
los esquemas representativos. Estos esquemas, cabe señalar, no
actualizan sus
despliegues operativos, estéticos y discursivos, lo que facilita
la difusión
mencionada. Hay una grieta entre sus comunicaciones y las nuevas
demandas y
expectativas ciudadanas-electorales.
Los
descreimientos y pesimismos promovidos por las derechas
favorecen la apatía y el abstencionismo social. Este efecto,
en ejercicio
circular, favorece la promoción de reformas electorales que
abanderadas en
las innovaciones tecnológicas y las libertades individuales,
reducen y
desincentivan la participación electoral, cristalizando el
fenómeno que alegan
combatir.
No
hay formas puras, desde ya, existen ensayos que combinan y
ordenan preferencias
entre los componentes aludidos, y otros que no incluyo, pero el
huevo de la
serpiente incuba en estas ofertas mixtas. Las nuevas tecnologías
informacionales son bien aprovechadas por los impulsores de la
división social
y las batallas culturales excluyentes y revanchistas. La energía
de una
ciudadanía lastimada por las políticas económicas neoliberales
es perversamente
redirigida, con riesgo de habilitar un cambio tan extremo como
nefasto.
- Fredes
Luis Castro, abogado argentino, es analista internacional.
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