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Los que fríen el planeta y
la geoingeniería
Silvia
Ribeiro
ALAI AMLATINA, 31/01/2018.- La semana pasada, se
filtró a la prensa un
informe sobre cambio climático que está preparando el Panel
Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en
inglés). Se trata de un
informe sobre los impactos del
calentamiento global a 1.5o C sobre los niveles
pre-industriales. Según
los datos
obtenidos por Reuters,
si se sigue en el ritmo actual de emisiones, se sobrepasará este
límite ya en
2040 (tinyurl.com/yaehlbzc), lo cual conllevará
impactos graves sobre muchos países, principalmente estados
islas y con costas
bajas, daños probablemente irreversibles a arrecifes de coral
(que son el
primer eslabón de la cadena alimentaria marina) y derretimiento
del hielo en
Groenlandia y Antártida occidental.
Aunque el informe es un borrador y el IPCC declaró que
puede cambiar
luego de las revisiones a que es sometido, no van a cambiar los
datos de la
ciencia, lo que podría –y debería– cambiar son las propuestas
que hace el IPCC
frente a esta realidad.
El acuerdo de París sobre cambio climático
que firmaron 197 gobiernos en
2015, estableció la meta de que el aumento del calentamiento
global sea “muy
por debajo de 2o C”
hasta el 2100. Con los datos revelados,
hay un riesgo muy alto de que se sobrepase esa meta mucho antes
de esa fecha. La única manera de evitarlo
sería que inmediatamente se pusieran en marcha reducciones
drásticas de
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global.
El IPCC había afirmado
desde antes la necesidad de estas reducciones, pero este informe
plantea además
que habrá que remover el excedente de dióxido de carbono de la
atmósfera por
otros medios, como tecnologías de geoingeniería.
El clima planetario ya se
ha calentado 1o
C en promedio desde sus niveles pre-industriales, pero en
realidad, más de las
tres cuartas partes ocurrió en los últimos 50 años, debido al
aumento
vertiginoso de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Esas emisiones
son provocadas en su mayoría por las economías industriales
basadas en
combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón). Las principales
actividades
emisoras son la industria de extracción y producción de energía,
el sistema alimentario
agro-industrial y el crecimiento urbano descontrolado,
incluyendo los
transportes que todos esos rubros implican.
El IPCC no está mirando
ahora qué
actividades causan las emisiones. Se supone que esto ya lo
hicieron en los
informes de evaluación globales que elaboran periódicamente. El
más reciente es
su Quinto
Informe
que se publicó en 2014. El próximo será publicado en 2021.
Un aspecto de enorme
relevancia que el
IPCC no considera es la desigualdad enorme que existe sobre
quiénes causan las
emisiones GEI. El 10 por ciento de la población más rica del
planeta es
responsable de la mitad de todas las emisiones globales. En el
otro extremo, el
50 por ciento de la población mundial, empezando desde los más
pobres, no causa
ni el 10 por ciento de las emisiones totales.
El nivel medio de emisiones generadas por una persona que
forme parte
del 10% más pobre de la población mundial es 60 veces inferior
al de alguien
que pertenezca al 10% más rico.
(Oxfam,
2015,
tinyurl.com/gnvz99r) Según
Kevin Anderson, del Centro Tyndall de investigación sobre cambio
climático, si
la población más rica del planeta redujera su nivel de vida al
promedio
europeo, se reducirían 30% de las emisiones de gases de efecto
invernadero.
No
obstante, estos datos no son
considerados por el IPCC. En general, en las negociaciones de
cambio climático
–y también en el IPCC que finalmente es una instancia no sólo
técnica sino
también política– hay un pacto de los gobiernos en las regiones
que más
emisiones causan, para no interferir en las ganancias de los más
ricos,
incluidas las transnacionales petroleras y otras que lucran con
las actividades
que generan el caos climático.
En
lugar de ello, que sería lo
necesario, el IPCC propone técnicas de geoingeniería, como
grandes plantaciones
para bioenergía con sistemas de captura y almacenamiento de
carbono en fondos
geológicos (BECCS por sus siglas en inglés). Ya en el Quinto
Informe global del
IPCC, incorporaron esta técnica, como una de las posibles
“soluciones” para aminorar
el calentamiento global, lo cual motivó muchas críticas, tanto
de
organizaciones de la sociedad civil, como de científicos, porque
el
requerimiento de tierra, agua y nutrientes de las
megaplantaciones para
“bioenergía” para afectar realmente al cambio climático, sería
mayor que toda
la tierra usada actualmente en agricultura. Competiría por tanto
en forma
devastadora con la producción de alimentos, desplazaría
campesinos e indígenas,
con fuerte impacto en la biodiversidad.
BECCS,
al igual que todas las propuestas
de geoingeniería, no va nunca a las causas del cambio climático
–propone
remover carbono cuando ya fue emitido– por lo que éste seguiría
en curso,
generando así un negocio cautivo para quienes vendan las
tecnologías para
absorber y almacenar carbono. Que casualmente a menudo son las
mismas empresas
petroleras (Exxon, Shell y otras). Empresas que cómo explicamos
en un artículo
anterior, tienen incluso dos de sus empleados que el IPCC aceptó
como autores
de este reporte (https://tinyurl.com/y9k3xe4l).
- Silvia Ribeiro es investigadora
del Grupo ETC.
URL de este artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/190760
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