Por Juan Ciucci
Nuestro pasado se nos presenta tantas veces como un espacio remoto,
escindido de nuestra realidad. Son sucesos que parecen fantasmales,
abstractos. Nos han sido presentados de tal manera, que implica un
esfuerzo crítico intentar reinterpretarlos. Así, La Conquista del Desierto
parece un suceso que se abre y se cierra sobre sí mismo, un momento
puntual y remoto del que no habría mucho más que conocer. Fue una
conquista, que implica un logro, una hazaña un tanto aventurera; sobre
algún desierto, espacio inhóspito y ajeno al que en algún momento se
debía conquistar. Porque parece ser que no hay nada más inútil que un
desierto.
En la tarea de desentrañar este mito de origen del Estado Argentino se inscribe Awka Liwen, Rebelde amanecer.
De esto entre otras cosas, siguiendo el trayecto y la trayectoria del
más importante intelectual militante del país: Osvaldo Bayer. Esta
película es de él, que desde un comienzo nos narra de frente a cámara la
historia reconstruida, reinterpretada, investigada. De como el
genocidio perpetuado por el Estado Argentino de la mano de Julio
Argentino Roca y sus secuaces, viene hoy a seguir perturbando nuestra
existencia social; como lo hizo durante el genocidio perpetuado durante
el autoproclamado Proceso de reorganización nacional.
“De modo que la conquista del desierto no sólo contribuyó a afianzar el latifundio sino que hizo otro tanto con el ejercito. Dos tumores que han asfixiado a la nación y que se vinculan bastante estrechamente al nombre de Roca, con lo cual hay de sobra para situar a éste entre los más beneméritos políticos de la oligarquía y los más aciagos para las innumerables masas desposeídas”. Doble herencia la que nos deja este genocida, como expone claramente Milcíades Peña en su libro De Mitre a Roca, consolidación de la oligarquía anglocriolla.
La pelicula se encarga de ir denunciando y conectando distintos momentos de nuestra historia, distintas realidades que nos han tocado vivir y que se ligan inexorablemente con nuestro pasado. Y el papel que las clases dominantes han ejercido en esa realidad, sobre todo la oligarquía. Denunciando cómo se repartían las tierras enajenadas entre los dueños de la Sociedad Rural. Cómo se repartían las familias pudientes a los sobrevivientes del exterminio. Cómo eran arrancados de las manos de sus madres los niños por la sociedad de beneficencia para hacerlos trabajar en sus casas. Cómo se reintrodujo la esclavitud en nuestra patria al finalizar Roca su campaña. Uno de los momentos más horrendos de nuestra historia, y su continuidad. Porque ahí comenzó la organización del Estado Argentino moderno, porque ahí se repartieron los lugares del juego. La Sociedad Rural y sus dueños se enriquecieron hasta el hartazgo sometiendo a nuestro país al subdesarrollo y la dependencia; siguiendo la línea impuesta por las potencias extranjeras. Porque como explica Trotsky citado por Peña “La esencia misma del imperialismo implica la utilización de las diferencias de nivel que existen en el desarrollo de las fuerzas productivas de los distintos sectores de la economía mundial, con el fin de asegurarse la totalidad de la plusvalía monopolizada”.
Y entonces la película nos trae a nuestro pasado reciente (¿ya podemos considerarlo así?) y la lucha por las retenciones. Esta minoría que esta siendo beneficiada por el precio de un Commodity, que no significa más que mercancía, en su vertiente materia prima. Fetichismo del lenguaje que nos oculta con la pretensión de un tecnicismo, y apuntalando el cipayismo reinante, que esta minoría se esta haciendo rica por el precio que tiene la materia prima que venden: granos de soja. Que no hace más que sostener una economía agroexportadora y dependiente. Porque los recursos que se sacan de esta ganancia extraordinaria no son utilizados para producir una industrialización del país que ve reducida las capacidades productivas de sus suelos; sino para enriquecer de modo estrafalario a su oligarquía y sostener al sistema capitalista girando al exterior la mayor parte de estas ganancias. Como si nada hubiese cambiado desde 1890.
Nos socorre Peña nuevamente. “Crecía la economía argentina, sí. Pero con la soga del capital imperialista al cuello, y corroída interiormente por el cáncer creciente del latifundio”. Y otro tanto podría decirse de los hidrocarburos, y de la explotación minera. La película retoma la venta de tierras en manos extranjeras, con el caso Benetton como emblema. Los pueblos originarios están siendo nuevamente expulsados de sus tierras, que es decir de su universo. Termina siendo un mosaico de la realidad argentina, un análisis profundo de las pasos que nos llevaron hasta aquí, de los que quieren seguir por este camino, y de los que luchan por lograr romper los lazos que nos hunden como nación.
El factor Bayer
Primer plano, y aparece Osvaldo, quien comienza a contarnos una historia. De golpe parece que estamos en ronda, en algún fogón, escuchando al patriarca. Que recuperamos la tradición de prestar oídos a los sabios, que son capaces de transmitirnos su conocimiento. Y sin dudas que gran parte del interés que esta película nos provoca tiene que ver con esa presencia en pantalla (y en los créditos como director) de Bayer. Uno de los pocos que respetamos casi todos, que logra aglutinar detrás a una masa heterogénea. Un autentico intelectual orgánico, que con años de lucha y de denuncia ha logrado establecer un hilo conductor entre diversas luchas y experiencias. Awka Liwen, Rebelde amanecer se apoya sobre esta estructura que Osvaldo le brinda, y le permite fluir sobre temáticas varias y apoyaturas dispares (Felipe Pigna, Norberto Galasso, Maximiliano Montenegro). El final tras los créditos, con Bayer mezclándose y perdiéndose en un bosque patagónico, refuerza esta idea de su película, de un homenaje dentro de la denuncia que significa esta experiencia.
Análisis del discurso
Si nos centramos en un análisis formal del registro fílmico, tendríamos que decir que nos encontramos nuevamente con un documental televisivo. Si bien su intención es didáctica, el formato repite pautas de comunicación que la televisión viene hegemonizando desde hace años. El riesgo de la cada vez mayor presencia televisiva que tienen hoy los documentales se hace sentir en estas experiencias fílmicas, que experimentan la necesidad de una agilidad formal y de una ilustración del contenido. El espectador se encuentra predispuesto al registro documental a partir de su experiencia televisiva (que puede ir desde Discovery Channel a Encuentro, pasando por cierta atracción hacia el registro de la realidad de programas como Policías en acción), que justamente plantea en su mayoría un tipo de relación espectacular con lo real. En la película, los planos de vacas pastando en la pampa, de ríos caudalosos, animaciones un tanto fallidas (el violento asesinato de un habitante originario, con una bala que le destroza la cabeza, creo que es gratuito e innecesario); son ejemplos de imágenes que intentan graficar la espesa información que se nos brinda, pero que terminan siendo obstáculos formales en el discurso.
El registro documental debe buscar puertas que le permitan establecer una relación crítica con lo real, un análisis que permita construir un espectador que interrogue ese discurso que se le presenta y la realidad a la que intenta abordar. Debe buscar un punto de equilibrio entre lo que el público espera ver y lo que el documental (el audiovisual en general) le propone. Está en riesgo de ser absorbido por la lógica televisiva; por la necesidad de entretener, de atrapar, de aclarar, de cerrar los posibles sentidos. Esto no significa evitar tomar postura, plantear ideología; sino atreverse al riesgo que significa el uso de la imagen.
“De modo que la conquista del desierto no sólo contribuyó a afianzar el latifundio sino que hizo otro tanto con el ejercito. Dos tumores que han asfixiado a la nación y que se vinculan bastante estrechamente al nombre de Roca, con lo cual hay de sobra para situar a éste entre los más beneméritos políticos de la oligarquía y los más aciagos para las innumerables masas desposeídas”. Doble herencia la que nos deja este genocida, como expone claramente Milcíades Peña en su libro De Mitre a Roca, consolidación de la oligarquía anglocriolla.
La pelicula se encarga de ir denunciando y conectando distintos momentos de nuestra historia, distintas realidades que nos han tocado vivir y que se ligan inexorablemente con nuestro pasado. Y el papel que las clases dominantes han ejercido en esa realidad, sobre todo la oligarquía. Denunciando cómo se repartían las tierras enajenadas entre los dueños de la Sociedad Rural. Cómo se repartían las familias pudientes a los sobrevivientes del exterminio. Cómo eran arrancados de las manos de sus madres los niños por la sociedad de beneficencia para hacerlos trabajar en sus casas. Cómo se reintrodujo la esclavitud en nuestra patria al finalizar Roca su campaña. Uno de los momentos más horrendos de nuestra historia, y su continuidad. Porque ahí comenzó la organización del Estado Argentino moderno, porque ahí se repartieron los lugares del juego. La Sociedad Rural y sus dueños se enriquecieron hasta el hartazgo sometiendo a nuestro país al subdesarrollo y la dependencia; siguiendo la línea impuesta por las potencias extranjeras. Porque como explica Trotsky citado por Peña “La esencia misma del imperialismo implica la utilización de las diferencias de nivel que existen en el desarrollo de las fuerzas productivas de los distintos sectores de la economía mundial, con el fin de asegurarse la totalidad de la plusvalía monopolizada”.
Y entonces la película nos trae a nuestro pasado reciente (¿ya podemos considerarlo así?) y la lucha por las retenciones. Esta minoría que esta siendo beneficiada por el precio de un Commodity, que no significa más que mercancía, en su vertiente materia prima. Fetichismo del lenguaje que nos oculta con la pretensión de un tecnicismo, y apuntalando el cipayismo reinante, que esta minoría se esta haciendo rica por el precio que tiene la materia prima que venden: granos de soja. Que no hace más que sostener una economía agroexportadora y dependiente. Porque los recursos que se sacan de esta ganancia extraordinaria no son utilizados para producir una industrialización del país que ve reducida las capacidades productivas de sus suelos; sino para enriquecer de modo estrafalario a su oligarquía y sostener al sistema capitalista girando al exterior la mayor parte de estas ganancias. Como si nada hubiese cambiado desde 1890.
Nos socorre Peña nuevamente. “Crecía la economía argentina, sí. Pero con la soga del capital imperialista al cuello, y corroída interiormente por el cáncer creciente del latifundio”. Y otro tanto podría decirse de los hidrocarburos, y de la explotación minera. La película retoma la venta de tierras en manos extranjeras, con el caso Benetton como emblema. Los pueblos originarios están siendo nuevamente expulsados de sus tierras, que es decir de su universo. Termina siendo un mosaico de la realidad argentina, un análisis profundo de las pasos que nos llevaron hasta aquí, de los que quieren seguir por este camino, y de los que luchan por lograr romper los lazos que nos hunden como nación.
El factor Bayer
Primer plano, y aparece Osvaldo, quien comienza a contarnos una historia. De golpe parece que estamos en ronda, en algún fogón, escuchando al patriarca. Que recuperamos la tradición de prestar oídos a los sabios, que son capaces de transmitirnos su conocimiento. Y sin dudas que gran parte del interés que esta película nos provoca tiene que ver con esa presencia en pantalla (y en los créditos como director) de Bayer. Uno de los pocos que respetamos casi todos, que logra aglutinar detrás a una masa heterogénea. Un autentico intelectual orgánico, que con años de lucha y de denuncia ha logrado establecer un hilo conductor entre diversas luchas y experiencias. Awka Liwen, Rebelde amanecer se apoya sobre esta estructura que Osvaldo le brinda, y le permite fluir sobre temáticas varias y apoyaturas dispares (Felipe Pigna, Norberto Galasso, Maximiliano Montenegro). El final tras los créditos, con Bayer mezclándose y perdiéndose en un bosque patagónico, refuerza esta idea de su película, de un homenaje dentro de la denuncia que significa esta experiencia.
Análisis del discurso
Si nos centramos en un análisis formal del registro fílmico, tendríamos que decir que nos encontramos nuevamente con un documental televisivo. Si bien su intención es didáctica, el formato repite pautas de comunicación que la televisión viene hegemonizando desde hace años. El riesgo de la cada vez mayor presencia televisiva que tienen hoy los documentales se hace sentir en estas experiencias fílmicas, que experimentan la necesidad de una agilidad formal y de una ilustración del contenido. El espectador se encuentra predispuesto al registro documental a partir de su experiencia televisiva (que puede ir desde Discovery Channel a Encuentro, pasando por cierta atracción hacia el registro de la realidad de programas como Policías en acción), que justamente plantea en su mayoría un tipo de relación espectacular con lo real. En la película, los planos de vacas pastando en la pampa, de ríos caudalosos, animaciones un tanto fallidas (el violento asesinato de un habitante originario, con una bala que le destroza la cabeza, creo que es gratuito e innecesario); son ejemplos de imágenes que intentan graficar la espesa información que se nos brinda, pero que terminan siendo obstáculos formales en el discurso.
El registro documental debe buscar puertas que le permitan establecer una relación crítica con lo real, un análisis que permita construir un espectador que interrogue ese discurso que se le presenta y la realidad a la que intenta abordar. Debe buscar un punto de equilibrio entre lo que el público espera ver y lo que el documental (el audiovisual en general) le propone. Está en riesgo de ser absorbido por la lógica televisiva; por la necesidad de entretener, de atrapar, de aclarar, de cerrar los posibles sentidos. Esto no significa evitar tomar postura, plantear ideología; sino atreverse al riesgo que significa el uso de la imagen.
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