Disciplinar para dominar
Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
11 de enero de 2017
Se
cumple un año de la injusta e ilegítima detención de Milagro Sala a
pesar que el Grupo de Trabajo sobre la detención arbitraria de Naciones
Unidas decidió que "la detención de la señora Milagro Sala es
arbitraria" y en consecuencia solicitó "al gobierno de la República
Argentina liberarla de inmediato". Pero el Gobierno argentino no está
cumpliendo. Hemos señalado ya muchas veces la suspensión del estado de
derecho en la provincia de Jujuy donde se ha instalado una suerte de
gobierno de facto que utiliza la justicia para ejecutar una venganza
personal y que divide a la población entre colaboradores y enemigos,
ofreciendo toda suerte de dádivas para los primeros y represión o
persecución para los segundos, violentando las garantías
constitucionales y falseando el sentido de la justicia. La Argentina va a
pagar el costo de mantener este delirio de omnipotencia del Gobernador
Morales apoyado claramente por el presidente Macri y el diputado Sergio
Massa. Ignorar el pedido de las Naciones Unidas es una decisión
irresponsable que no tiene más motivo que hacer una demostración de
fuerza demencial que nos arrastra a todos a una vergüenza internacional y
la anulación de hecho del principio de presunción de inocencia.
Ha
pasado un año de este gobierno y es inocultable la aplicación del
modelo económico neoliberal, cuyo relato conocemos bien porque lo hemos
padecido varias veces en nuestra historia. Lo describimos detalladamente
en nuestra carta balance del 10 de diciembre pasado.
Para sostener este modelo es imprescindible -también lo hemos vivido- disciplinar a la población.
Bajar sus defensas y convencerla de que lo único que puede hacer es
aceptar las condiciones impuestas por el gobierno. La población no debe
poner "palos en la rueda", debe comprender que "la revolución que está
en marcha" y resignar sus derechos porque no son tales. La población
sólo tiene derecho a obedecer como ovejas llevadas al matadero, debe
confiar ciegamente en el gobierno. En tan solo un año se ha
profundizado la brecha distributiva entre ricos y pobres, ha caído el
poder adquisitivo del salario, se han potenciado la pobreza y el
desempleo, se ha disparado el endeudamiento. Situación devastadora que
insólitamente es presentada como "un año duro" cuando en realidad es un
escenario construido a propósito para disciplinar e invertir la matriz
cultural y distributiva de la Argentina. Se creó la crisis para
justificar los remedios.
El
núcleo del disciplinamiento es la represión y suspensión encubierta del
estado de derecho. Por eso, no nos parece casual la situación de Jujuy
que se extiende como una sombra sobre algunos episodios recientes que se
proyectan a nuestro futuro:
1.
Se conocieron los fundamentos del fallo en el primer juicio a Milagro
Sala, que nos dan vergüenza ajena por la inmoral manipulación de la
justicia en Jujuy. La condena a tres años de proscripción política, son
un claro limite al
derecho a protestar y al derecho a formar parte de asociaciones, ambos
protegidos por la Constitución Nacional. No hay estado de derecho en
Jujuy.
2.
Fue reprimida la protesta pacífica docente contra los despidos e
impedido el derecho legítimo de ingresar al Ministerio de Educación para
continuar la toma que había pasado a cuarto intermedio.
3.
Se recortan los derechos de los jubilados para la cobertura de salud
del PAMI y la distribución de remedios. También está amenazada la
movilidad jubilatoria y se pretende alargar la edad de jubilación.
4.
Fue violenta la represión a los manteros de Once. Después de
machucarlos a palos, con gases e incendios, se sentaron a conversar. Los
evasores en el reciente blanqueo han sido tratados como caballeros para
que traigan la plata que nunca pagaron sin sanción alguna. Medio
gabinete tiene cuentas offshore en el exterior, pero los palos son para
los pobres que evaden impuestos vendiendo en la calle.
5.
También fue grave la represión a los mapuches de Cushamen en Chubut.
Gendarmería invadió su territorio, disparó balas de goma, dejó heridos y
detenidos. El juez sólo ordenó remover obstáculos sobre las vías, pero
no controló que su orden se cumpliera. Dejó que reprimieran y golpearan a
mansalva.
6.
Se insiste, una vez más, como suele hacerse en tiempos electorales, en
la baja de la edad de imputabilidad. Algo que nadie propone seriamente
fuera de los discursos marquetineros o de los defensores de la “mano
dura”.
7.
Las graves inundaciones en Pergamino y la Provincia de Santa Fe -donde
pueblos como La Ramona pueden desaparecer- y los incendios en La Pampa,
fueron ignorados en su magnitud por el gobierno y los medios. Son
trabajadores y pobres los que más sufren sus consecuencias. Pareciera
que el gobierno promueve una suerte de “neomalthusianismo”: hay que dejar que las catástrofes eliminen a la gente que sobra.
Los
jubilados, los pobres, los pueblos originarios, los negros, los
inmigrantes, los docentes, los menores de 14 años, los trabajadores, los
delegados sindicales, las madres y abuelas de la Plaza, los hijos de
desaparecidos, los nietos recuperados, los militantes políticos, son a
diario criminalizados por el relato de los medios que a menudo los
señalan como un peligro asociado a la vagancia, el delito, el
narcotráfico, la corrupción, el terrorismo indigenista, la invasión
inmigrante, la herencia recibida y unas cuántas plagas más. Los
persiguen, los reprimen, los acosan, les recortan, les flexibilizan el empleo, los insultan desde los call centers escarmentándolos
para que los demás aprendan que no deben oponerse a este gobierno del
cambio. Señalan a estos “culpables” para que no veamos el tremendo
desastre económico creado en tan sólo un año y la brutal transformación
cultural que intentan imponer. Los culpables, para este gobierno perverso, siempre son “los otros”.
Como
en el pasado reciente, el episcopado argentino forma parte del cordón
de silencio, callando frente a estas evidentes pruebas del maltrato al
que está siendo sometido nuestro pueblo. Quisiéramos alguna vez verlos
ponerse del lado del evangelio y los pobres públicamente, y que no sólo
intenten estar a salvo de las dificultades, preocupados por quedar bien o
no perder la compostura. Mirando otros episcopados, como por ejemplo el
de México, preocupado por el “tarifazo a los combustibles” y su
repercusión en los pobres -por poner el caso más reciente- no podemos
sino mirar con una cierta envidia que algunas voces se levanten, cosa
que no ocurre en la “tierra del Papa”.
Confiamos
en que el pueblo sabrá darse sus herramientas pacíficas, democráticas y
legítimas para no dejar que sean recortadas las garantías
constitucionales y buscar un futuro de igualdad distributiva, justicia y
convivencia solidaria.
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