El primo, el Señor 5 y Odebrecht
Es
casi un “espacio de publicidad”, aunque no está así señalado en ningún
lado. Pura intención en tiempo verbal futuro (“aliviará”, “cambiará”) de
un acto que solo merece aclaración en su copete: “Se trata del paseo
que correrá durante 7 kilómetros para unir la Autopista Illia, en el
Norte, con la 25 de Mayo y Buenos Aires-La Plata, en el Sur. Tendrá
carriles exclusivos para camiones y micros, lo que sacará el tránsito
pesado de seis barrios. Los autos irán por arriba. El mes que viene
empezarán los cortes y se eliminarán los estacionamientos que están
frente a Puerto Madero”.
Varias
cosas llamativas. Primero, es una de las pocas tapas de Clarin que no
está dedicada a atacar al kirchnerismo con su “periodismo de guerra”
desde el 9 de diciembre de 2015. Segundo, rara vez una gacetilla oficial
(la verdad, tanto la intencionalidad del título como la información
aleatoria del copete, todo parece escrito por los equipos de
comunicación macristas) llega a ser el título de apertura de una
publicación con tanta circulación como Clarin. Tercero, en ningún lado
se explica qué empresas estarán a cargo de la obra, ni cuál será su
costo, es decir, no se menciona algo básico de algo vendido como tan,
pero tan relevante… para los porteños, en un diario de edición nacional.
¿Sería
tan positiva la tapa de Clarin si la empresa fuera la santacruceña
Austral Construcciones, de Lázaro Báez? Seguro que no. Entonces, la
empresa adjudicataria de la obra y su dueño, importan. ¿Y, si es así,
por qué están omitidos en la tapa y en la nota interna? ¿Tal vez porque
no convenía ponerlo, arruinaba la gacetilla de prensa, angustiaba a
Mauricio Macri, incomodaba a Horacio Rodríguez Larreta, dejaba mal
parada a María Eugenia Vidal? Cuando se pregunta por qué Macri decidió
vía decreto retornarle y ampliarle todos los negocios a Clarin, darle
canales a La Nación y radios a Perfil, la respuesta es una: para que
construyan, cotidianamente, las noticias deseadas por el presidente y el
“mejor equipo de los últimos 50 años”, mientras sus accionistas se
llenan los bolsillos.
Lo que el
diario Clarin ocultó, en realidad, es que Angelo Calcaterra, titular de
IECSA, el primo del presidente, es el mayor beneficiario de la obra que
“aliviará y cambiará” el humor de los automovilistas que tomen el Bajo
porteño. No Lázaro Báez, Calcaterra. La obra se divide en tres tramos.
El más grande, por 3 mil millones de pesos, es el adjudicado por AUSA y
la Corporación Puerto Madero, según dicen en licitaciones transparentes,
nada menos que al primo presidencial. Esa información no estaba en la
tapa ni en las notas internas de ningún medio gráfico de gran
circulación. Tampoco en ninguna de las coberturas del anuncio de
comienzo de obras que se hicieron en televisión o en las radios de la
cadena oficial de noticias deseadas. ¿Importaba? ¿Era necesario? Habrá
que dejarlo a criterio de los muchos que se llenaron la boca durante
años exprimiendo este tipo de detalles como si fuera lo fundamental e
ineludible de la política argentina. Pero a los editores de Clarin sí
habría que recordarles algo: el tiempo verbal futuro no se lleva
demasiado bien con las noticias del hoy, menos si son de tapa y alcanzan
la jerarquía de título principal. Es muy difícil leer “Boca ganará este
domingo”. Más todavía hacer anuncios de ese tipo que ocurrirían en 30
meses. Pocos periodistas se animarían a tanto, aunque quizá sea al fin
de cuentas un avance. Del “periodismos de guerra” al “periodismo
futurista”. Lo correcto, teniendo en cuenta toda la información ahora
disponible, ¿no hubiera sido titular “El primo de Macri ganó una
licitación por 3 mil millones de pesos”, o “Se lanza la obra que
permitirá al primo presidencial embolsar 3 mil millones de pesos?”.
Bueno, son criterios. Se podría haber titulado de cualquier modo,
siempre y cuando Calcaterra apareciera.
Porque
“el primo del presidente” no es un desconocido que tropezó con un
negocio multimillonario. IECSA es una empresa genéticamente macrista. Se
dedica a la obra pública que deciden funcionarios que responden
políticamente al presidente Macri. ¿Acaso es todo tan evidente que
convenía camuflarlo con un título así de alegre? ¿No importa quién se va
a enriquecer con ella, sino que todos vamos a beneficiarnos con ella?
¿La parte se subsume al todo?
Pero,
además, cuando se descubre el verdadero objetivo, la omisión resulta
escandalosa por contexto. Elisa Carrió, principal socia política del
Jefe de Estado, denunció casi en simultáneo ante la Justicia Federal a
Gustavo Arribas, jefe de la AFI (ex SIDE), el Señor 5 en la jerga del
espionaje, involucrado como presunto beneficiario o vehículo de
supuestos sobornos pagados por la brasileña Odebrecht para activar el
negocio del soterramiento del tren Sarmiento. Arribas es el inquilino
del presidente en su departamento de avenida del Libertador. IECSA, en
sociedad con Odebrecht, la adjudicataria de la obra del soterramiento,
con financiamiento decidido por decreto del primo presidencial por 45
mil millones de pesos. La trama de relaciones y beneficios lleva a
temerarias conclusiones. De las que la tapa de Clarin no se hace cargo
directamente, aunque sus silencios lo dicen casi todo.
El
caso Arribas alcanzó estado público por el trabajo de un periodista
del diario La Nación, que citó y amplió detalles revelados por un
consorcio de periodistas de Perú, IDL Reporteros. La nota de La Nación
tuvo un despliegue interno interesante. Dos páginas, recuadros,
gráficos. Se justificaba: el sospechosamente aludido en un escándalo de
sobornos era el jefe de los espías nacionales, íntimo del presidente
Macri, además envuelto en el affaire Odebrecht, empresa socia del primo
presidencial. Lo curioso es que ese despliegue interno no consiguió que
el tema fuera a tapa, como título menor siquiera, ni ese día ni el
siguiente, a pesar de que ya se había convertido en noticia que
circulaba por redes al punto de animar a Carrió a denunciarlo
judicialmente.
Lo que ocurrió con
Clarin y La Nacion revelan dos maneras diferentes de omitir lo
importante en el lugar más trascendente de un diario, su tapa. Como para
ir agendando y no olvidar en futuras discusiones, cuando la sociedad
vuelva a interpelar a su sistema de medios.
Y,
además, lo indefensos que están los argentinos en materia informativa.
Ni qué decir, el enorme retroceso que se vive a nivel institucional:
cuando se le preguntó al ministro de Justicia por el escándalo que rodea
a Arribas y la denuncia de Carrió respondió que no había pruebas de los
sobornos, “solo insinuaciones”. Rodríguez Larreta, a su turno, recordó
que “en la Argentina nadie es culpable hasta que se demuestre lo
contrario”. Nada que objetar. ¿Podrían aplicarle, entonces, la misma
vara a Milagro Sala, que mañana cumple un año de presa política, y
dejarla en libertad como piden la ONU, la OEA, Amnistía Internacional,
Human Right Watch y el Papa Francisco a través de sus voceros?
Como
para ir empezando, de a poco, a dejar algunos papelones de lado. Entre
ellos, también el del primo presidencial, su jefe de espías y la payada
de Jesús María, que le salió muy mal. Daban ganas de soterrarse.
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