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América
Latina cada vez menos renovable
Gerardo
Honty
ALAI AMLATINA, 26/06/2017.- Diariamente vemos en
los canales
de noticias o leemos en los periódicos, acerca de los avances de
las energías
renovables en América Latina. Proyectos de energía eólica,
solar, geotermia son
presentados con cierta frecuencia lo que da la idea de que la
región está
rápidamente transformando su matriz energética. Pero ¿cómo es verdaderamente
la realidad?
Si
miramos la evolución de la participación de las fuentes
renovables en la matriz
energética latinoamericana vemos que esta no es tan acelerada
como revelan las
noticias en los periódicos. En
verdad,
si analizamos los datos fríos vemos más un retroceso que un
avance.
En
1970 la participación de las renovables superaba el 30% de la
oferta energética
latinoamericana. Pero
desde entonces
hasta ahora, el porcentaje de renovables en la matriz regional
ha caído hasta
el 25%. Es decir, hoy
utilizamos
proporcionalmente menos fuentes renovables y más combustibles
fósiles de lo que
utilizábamos en el pasado. No
es que no
haya aumentado la oferta de generación hidráulica, solar o
eólica, sino que el
aumento del uso del petróleo y el gas natural ha sido mayor.
Sin
embargo es de destacar que, a diferencia de lo que ocurre en
otras regiones del
mundo, América Latina ha tenido una fuerte presencia de
hidroelectricidad en su
canasta energética. Esto
ha hecho que en
términos globales, sea considerada una de las regiones más
“renovables” del
planeta. La gran
cantidad de cursos
fluviales que riegan el subcontinente llevó a una proliferación
de represas en
las décadas de 1970 y 1980 que marcaron esta trayectoria.
Pero
los avances de las llamadas “modernas” fuentes renovables
(solar, eólica,
geotérmica) han sido y siguen siendo muy lentos en comparación
con el aumento
del uso de combustibles fósiles. La
participación
de estas fuentes aún no ha llegado al 4% del consumo energético
regional.
Las
perspectivas hacia el futuro no son muy alentadoras. Las prospectivas mayormente
utilizadas prevén
un fuerte aumento del consumo energético pero la proporción de
renovables se
mantiene prácticamente incambiada. La hidroelectricidad
continuará siendo la
renovable con mayor presencia por lejos, mientras que las otras
seguirán con
una escasa participación.
Hidroeléctricas
Sin
embargo que una fuente sea “renovable” no quiere decir que sea
“sustentable”. La
renovabilidad es un atributo de la fuente:
sol, viento y agua, son recursos que pueden considerarse
permanentes. Sin embargo
la sustentabilidad depende de los
modos de apropiación de esas fuentes. Casos
típicos de esta diferencia son por ejemplo la leña que se extrae
de la selva o
la producción de biocombustibles a partir de monocultivos
intensivos: la
naturaleza de la fuente es renovable, pero su explotación más
allá de los
límites ecológicos la hacen insustentable.
La
hidroelectricidad es uno de los casos en los cuales
renovabilidad no va
necesariamente de la mano de la sustentabilidad. América Latina muestra
muchos ejemplos de los
impactos ambientales de las represas hidroeléctricas, así como
de los
conflictos sociales que provocan.
Pero
mirando hacia adelante las perspectivas son aún más desoladoras
ya que la mayor
parte del crecimiento esperado de las fuentes renovables hacia
el futuro
proviene de la construcción de nuevas represas. Según los escenarios de la
AIE[i],
por ejemplo, América
Latina duplicará la generación hidráulica para 2040 lo que
implica
necesariamente la construcción de un gran número de represas en
ríos que
mayormente ya han sido intervenidos con este tipo de
construcciones.
La
revista Nature publicó recientemente un artículo sobre este
tópico
particularmente para la cuenca del Río Amazonas[ii].
Según sus autores en la
cuenca de este río ya
hay 140 represas operando y se planean construir 428 más. El estudio publicado advierte
que estas
infraestructuras atraparían muchos nutrientes que son esenciales
para los
organismos que lo habitan y que el 60% de los sustratos que
transportan los ríos
de esta cuenca quedarán retenidos en las represas. Los autores han creado una
“escala de
vulnerabilidad” de 1 a 100 y concluyeron que algunos ríos de la
franja andina,
como el Marañon o el Madeira, tienen grados de riesgo de 70 a 80
puntos. Pero toda la
cuenca amazónica se verá gravemente
afectada por la interceptación de los flujos de nutrientes y
sedimentos
Este
estudio en particular se centra en los efectos de la
interrupción del flujo de estos
sustratos, pero esto es solo una parte de los impactos esperados
que incluyen
la deforestación, la detención de los flujos migratorios de los
peces, los
desplazamientos de las poblaciones de las zonas inundadas y las
emisiones de
gases de efecto invernadero, entre otros.
Entretanto
las otras fuentes renovables diferentes a la hidráulica aún no
superarán el 4%
de la energía que se utilice en la región para el año 2040,
mientras que los
combustibles fósiles aumentarán en un 40% su consumo. Esta es la triste realidad
que le espera a
América Latina en el futuro más allá de los titulares de la
prensa y el
esfuerzo de los relacionistas públicos gubernamentales. Un futuro fósil, nada
renovable y con ríos
muertos o agonizantes.
- Gerardo Honty
es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología
Social)
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