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Una
mirada a las urgencias de UNASUR
Mabel Severich Larrea y Javier
Tolcachier
ALAI AMLATINA, 21/12/2017.- No es
posible hablar con propiedad de las urgencias de la Unión de
Naciones
Suramericanas – UNASUR, sin antes hacer un breve recorrido por
su historia.
UNASUR está a poco de cumplir once años de su creación.
La
institución, ya desde sus inicios y a través de una fuerte
convicción y
decisión política, aspiró a configurarse como un organismo que
permite “construir,
de manera participativa y consensuada, un espacio de
integración y unión en lo
cultural, social, económico y político entre sus pueblos,
otorgando prioridad
al diálogo político, las políticas sociales, la educación,
la energía, la
infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente,
entre otros, con miras
a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la
inclusión social y la
participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir
las asimetrías en
el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia
de los estados”.
Así versa el Tratado Constitutivo del organismo que entró en
vigor el 11 de
marzo de 2011.
Al culminar
2017, ¿cuál es el balance que se hace de estas premisas? ¿Se
cumplieron o no
sus objetivos? ¿Se trabajó en pos de la integración? ¿Cuáles
son los resultados?
Como todo en esta vida, las respuestas serán según el lado
desde donde se mire
(derecha o izquierda, arriba o abajo, gobiernos progresistas o
gobiernos
neoliberales).
De hecho,
desde la mirada de arriba[1] se pinta
un organismo
estéril, en el cual pareciera que no vale la pena seguir
participando (acaso
estos mismos intereses provocaron la parálisis ejecutiva
de la cual se
trata de salir y no se lo permiten). Desde las izquierdas, ven
un organismo que
logró cohesiones y propuestas, que mostró en varios momentos
un Sur unido.
Ahora bien,
bajo esas dos visiones contrapuestas, ¿a quiénes creer o cuál
visión seguir?
Difícil decisión, salvo que se presenten los hechos – en
general poco conocidos
por la opinión pública - con la mayor neutralidad posible.
Así, en los últimos
4 años:
a)
UNASUR vivió
su etapa de institucionalización, haciendo funcionar su órgano
de gestión - la
Secretaria General de UNASUR - que a partir de 2014 se fue
nutriendo gracias al
gobierno ecuatoriano no sólo de la infraestructura necesaria
para operar un
órgano de integración regional, sino que organizativamente
logró conformar un
equipo de profesionales (representativo de los países
miembros) que funcionó
durante dos años y medio encabezado por su Secretario General,
el ex presidente
colombiano Ernesto Samper Pizano.
b)
Fue la etapa
de consolidación de muchos de los Consejos Sectoriales
ministeriales, que en
años anteriores estuvieron elaborando sus Estatutos y Planes
de Acción, lo que
a su vez permitió concretar algunos de los siguientes temas:
·
Se
establecieron nuevos Grupos de Trabajo, como el de Ciudadanía
Suramericana, en
el que se avanzó en propuestas para lograr una integración
regional tangible
para el ciudadano de a pie, con el objetivo de que cualquier
suramericano pueda
optar, por ejemplo, por la visa de residente para trabajar,
pueda ejercer su
derecho a homologar sus títulos y a tener protección consular,
además del
derecho de los emigrantes a tener una protección efectiva,
entre otros.
·
Por primera
vez en su historia, se logró consolidar una posición común
como bloque
suramericano respecto al Problema Mundial de las Drogas, el
documento “Visión
Común del CSPMD de UNASUR – UNGASS 2016”, plantea un enfoque
en el abordaje de
la problemática mundial de las drogas con una visión basada en
los derechos
humanos, propuesta que fue presentada en la Conferencia de
NNUU – UNGAS 2016
·
Se creó el
Banco de Precios de Medicamentos Suramericano (BPMU), que es
una herramienta
que permite a los países de UNASUR compartir información
referente a la compra
de medicamentos que cada nación efectúa, cuánto paga, en qué
cantidad, a quién
le compra. Esta herramienta no solo se concibe como un espacio
de intercambio
de información, sino que pretende ser la base sobre la cual
los países
suramericanos pueden elaborar estrategias regionales de
compras conjuntas de
medicamentos. Esto constituye un salto cualitativo en lo que
respecta al acceso
universal a estos productos.
·
Entró en
vigencia el Manual de Manejo y Gestión de Riesgos Naturales de
UNASUR, el cual
permite que los responsables del manejo de desastres naturales
en los países de
UNASUR puedan operar solidaria y coordinadamente para
enfrentar situaciones
catastróficas.
·
A solicitud
del gobierno de Venezuela, la Secretaría General inició un
proceso de diálogo,
tendiente a reconciliar las fuerzas políticas venezolanas,
trabajó para
establecer una Comisión de la Verdad y la Justicia para
examinar las
responsabilidades derivadas de hechos de violencia callejera.
Con el fin de
construir espacios para el diálogo, el gobierno de Venezuela,
por sugerencia de
UNASUR, invitó a los ex presidentes José Luis Rodríguez
Zapatero de
España, Leonel Fernández de República Dominicana y Martín
Torrijos de
Panamá, como mediadores.
·
Se
estableció una estrategia de transversalización para que los
derechos humanos
fueran incluidos, junto al tema de medioambiente y el de
igualdad de género, en
todos los consejos sectoriales de la Unión, esto con la ayuda
de distintos
organismos internacionales, entre ellos el Instituto de
Políticas Públicas en
Derechos Humanos de MERCOSUR y el programa ONU-MUJERES.
·
Se concretó
una Agenda Prioritaria de Proyectos de Infraestructura
Regional a través del
Consejo Suramericano de Infraestructura y Planificación
(COSIPLAN). Que al
momento contempla 11 proyectos que fueron aprobados en la
última reunión del
Consejo realizada en Montevideo, Uruguay bajo la presidencia
Pro Témpore de
Argentina.
Estos son,
entre otros varios, los logros que se apuntó el organismo
hasta la fecha. Sin
embargo, el balance no es del todo positivo, pues desde hace
11 meses, su
Secretaría General carece de una figura ejecutiva. Habiéndose
realizado un par
de reuniones de cancilleres en ese lapso, aún no se logra
llegar a un consenso
para sustituir al ex presidente de Colombia, Ernesto Samper,
quien culminó sus
funciones el 31 de enero de 2017.
El argumento
de unos es que habría un ensañamiento de Venezuela contra
Argentina para vetar
a su candidato. El argumento de los otros es que el candidato
no cumple con los
requisitos que el organismo estableció para esa posición.
Nuevamente
los hechos. Desde la conformación del organismo, la Secretaría
General fue
encabezada por personalidades que pudieran tener recorrido y
jerarquía para
lograr una buena interlocución con su instancia mayor, el
Consejo de Jefas y
Jefes de Estado; en buen romance, con los presidentes y
presidentas de los 12
países de la Unión. Para ello, en los once años que tiene el
organismo, pasaron
por ahí ex presidentes y ex cancilleres. En orden correlativo,
Néstor Kirchner
(ex presidente de Argentina), María Emma Mejía (ex canciller
de Colombia), Alí
Rodríguez Araque (ex canciller de Venezuela) y en último
término, Ernesto
Samper Pizano (ex presidente de Colombia). Todos con la
jerarquía y experiencia
para ser interlocutor de un presidente o un canciller.
El candidato
propuesto por Argentina, José Octavio Bordón,[2] no
cumple con ese perfil, ya que no es lo mismo ser embajador y
desenvolverse en
un ámbito bilateral que ser canciller y conocer el panorama
multilateral y la
política exterior desde un enfoque más global. Incluso si se
analizan sólo los
niveles de la diplomacia, es sabido que los embajadores
bilaterales tienen como
interlocutores, como sus pares, a los vicecancilleres, o a
subsecretarios de
Relaciones Exteriores (según sea el país). Por tanto la
interlocución de un
perfil de embajador en la Secretaria General, tomando en
cuenta las paridades
de rango, llegaría sólo al Consejo de Delegados, que está
conformado
precisamente por los vicecancilleres.
Esto daría
como resultado una Secretaria General con una posibilidad de
gestión muy
similar a la actual, pero incorporando un funcionario con un
buen sueldo,
viviendo en una ciudad hermosa y tranquila como Quito, pero
que no aportaría al
dinamismo que el organismo y la coyuntura política regional
exigen en estos
momentos.
Lo cual
permite entender, desde una mirada institucional, que el
requerimiento no tiene
que ver con la nacionalidad del candidato. El rango requerido
es el de un ex
presidente o ex canciller, si no, no reúne las condiciones
necesarias.
Más allá de
esto, es innegable que existen factores de tensión política
que subyacen a la
problemática actual de UNASUR. Fundamentalmente la intención
de los EEUU de
socavar el aumento de autonomía y protagonismo de las naciones
de América
Latina y el Caribe, generado por el fortalecimiento de las
instituciones de
integración.
En ese
sentido, aquellos gobiernos alineados a Washington
posiblemente tengan
presiones (y reciban propuestas o directivas) para no permitir
el avance
vigoroso de UNASUR, o la CELAC, ámbitos que han desafiado la
hegemonía de la
Organización de Estados Americanos (OEA) – cuyos hilos se
manejan en la capital
estadounidense - en el relacionamiento continental.
Todo bloqueo
de la dinámica de UNASUR, incluso la posibilidad de que algún
país miembro
amenace con abandonar la unión, intentando así atraer a otros
de similar signo
político, conspira contra la posibilidad de avance de planes
comunes, concretos
y positivos para los habitantes de la región.
Por lo
expuesto, y retomando la preocupación inicial, lo urgente es:
Reconocer que
UNASUR tiene una institucionalidad sólida, como lo demuestran
los avances que
se dan, con mayor o menor velocidad, en los Consejos
Sectoriales. Apoyar
francamente el trabajo que los Consejos Sectoriales vienen
desarrollando.
Encontrar un candidato – mejor aún si es una candidata - que
tenga el perfil
adecuado al cargo, para que el organismo consolide su trabajo,
no sólo para la
tranquilidad política de algunos países miembros, sino para el
bien común del
ciudadano suramericano.
Lo urgente
entonces es que se permita vislumbrar la simpleza de las
necesidades del
organismo. Claro que para ello se debe dejar de inventar
argumentos, exagerar
situaciones y crear fantasmas.
Quienes
realmente creen en la necesidad de una integración regional
útil para los
ciudadanos y no solo para los intereses de algunos
gobiernos... lo
comprenderán.
- Mabel
Severich Larrea, ciudadana suramericana, es comunicadora
social y ex
funcionaria de la Secretaria General de UNASUR
- Javier
Tolcachier es investigador del Centro de Estudios Humanistas
de Córdoba,
Argentina y periodista en agencia internacional de noticias
Pressenza
[1] Léase arriba como la
mirada
influida por la política Estadounidense
[2] José
Octavio Bordón, fue Gobernador
de Mendoza entre 1987 y 1991, además de Diputado y Senador por
aquella
provincia. Por otro lado, se desempeñó como embajador
argentino en Estados
Unidos y actualmente en Chile.
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