Torpes tropezones de su
andar
por Hugo Gulman
En los años ’50, treinta y
cinco años antes que Francis Fukuyama y pensando en el agotamiento
de las ideas políticas, el sociólogo de Harvard Daniel Bell
ya había escrito sobre el fin de las ideologías. Expuso sus
simpatías con parte de los pensamientos socialistas, conservadores y
liberales y abrió un debate intenso que derivó en libros de
sociólogos y economistas de la época.
Diferente fue la postura del
politólogo estadounidense de origen japonés, que en su libro
del año 1992 “El fin de la historia” sostuvo que la
lucha de las ideologías había finalizado junto con la Guerra
Fría, dando comienzo a un mundo basado en la política y la
economía neoliberal.
Este malintencionado absurdo de
pretender que dichas posturas no representan ideología,
constituyó el inicio de una nueva manera de imponer las recetas de
dirigentes y organismos que intentaban seguir dominando la economía
mundial.
En nuestro país la
política económica que impuso la dictadura necesitó
desaparecer a treinta mil personas para -entre otras aberraciones- elevar
de 6500 a 46000 millones de dólares la deuda externa que nos
llevó a la sumisión y para iniciar la durísima etapa
de desindustrialización que empujó a la desocupación a
índices altísimos, desconocidos en Argentina hasta ese
momento.
En los ’90 lo fueron concretando
con el abrazo entre Carlos Menem y la UCD, traducido en un ministro de
economía designado por un grupo empresario, que fallecido
repentinamente a los tres días de asumir fuera reemplazado por otro
director del mismo grupo.
La “reconciliación”
entre el peronismo y el golpista Almirante Rojas, los indultos a los
genocidas y los nuevos personajes incorporados a la política por el
líder riojano: Scioli, Reutemann y Palito Ortega, entre otros
desideologizados, formaron parte del apuntalamiento que ese proyecto
necesitaba.
Se sumaron a la “nueva
política”, otros actores en la Legislatura Porteña y en
la Cámara de Diputados. Desfilaron Marta Oyhanarte, Borocotó
y más famosos extra partidarios, muchos de los cuales se lucieron
con incontables minutos al aire en radio y televisión, mayormente
restados al trabajo en las Comisiones y a la elaboración de
proyectos. Rescato a los de reconocida militancia, por ejemplo,
Héctor Bidonde y al Chango Farías Gómez.
Mauricio Macri es el dirigente que
mejor expone éxitos electorales sin provenir de las bases de
ningún partido político, penetrando con el discurso de la no
política. Incluso animándose a opinar en las campañas
acerca de la defensa de lo público, mientras junto a su familia fue
en esos años de los grandes beneficiados con las privatizaciones y
los negocios con el Estado.
Huía de los debates argumentando
su hartazgo de la política, como si presentarse a elecciones para
legislar, para conducir un club, una ciudad o un país fuera algo
diferente a “dedicarse a la política”.
¿Qué es gobernar,
entonces? -Gestionar, dicen ellos. Hagamos un epidérmico repaso de
su gestión:
-Se restaron tres carriles en cada
sentido de la avenida 9 de Julio por los que el Metrobus recorrerá
el mismo trayecto que la Línea C del subte. Del mismo subte que
espera los prometidos 10 km. de ampliación por cada año de
gobierno.
-Aceptó la transferencia del
subte, aumentando la tarifa un 122%, luego lo rechazó, para
finalmente decir “me tiran el transporte por la cabeza”, a la
vez que afirma que “estamos abiertos a cualquier convocatoria que
sirva para mejorar la calidad de vida de la gente”, aunque
negándose a acudir a las reuniones para destrabar los problemas.
Finalmente, al volver a aceptarlo, su primera medida fue el anuncio de un
nuevo aumento, esta vez de un 40 % más.
-Los sorprendentes -por lo desmedidos-
aumentos del ABL.
-No rechazó los 3429 votos
obtenidos por el Partido Nazi, cuyo titular Alejandro Biondini le
ofreció en 2011 para enfrentar a Daniel Filmus en la segunda
vuelta.
-El armado de listas negras a fin de identificar a los chicos que participaron en las tres tomas masivas y asignar presupuestos más altos a la educación privada que a la pública. -La propuesta de candidatear a una modelo que jamás opinó de temas que excedieran los programas de chimentos de la tele. -Asesores que le hablan al oído dictándole lo que debe decir. -Promesa de reducir en sesenta días un 78% la basura que la ciudad envía a la provincia, compromiso asumido en 2008 y que no plasmó. -Más de 100 leyes vetadas, incluidas las de autoría de sus propios legisladores. -Los supermercados de la Ciudad antes entregaban sin cargo las bolsitas y ahora las venden, sin que haya derivado en acciones en beneficio del medio ambiente. -Miguel Del Sel ¿hace falta abundar en más comentarios al respecto? Lo expuesto, sumado a los episodios de represión por la instalación de rejas en el Parque Centenario llama a una necesaria reflexión, al obligar al planteo sobre qué hubiera ocurrido si el enfrentamiento se hubiese presentado frente a gente dispuesta a resistir. La pasmosa falta de estrategia política y tacto para asumir diálogos con representantes de miles de personas que los fines de semana ganan unos pocos pesos para sobrevivir y terminarán afectadas, exhiben una ignominia asombrosa. Más aún agregando que uno de los máximos dirigentes y ministros de su gabinete twiteaba sobre el partido entre Boca-River mientras se producían los incidentes. Si ante cada dificultad el PRO atribuye la responsabilidad a los palos en la rueda que le pone el gobierno nacional, ¿creerá que accediendo a la presidencia se terminarán las dificultades?
Hay un alto porcentaje de ignorancia al
enunciar -simulando arengas de campaña para captar a un sector del
electorado- que gobernar es lo mismo que gestionar una casa, sólo
que con cifras mayores. Este concepto, del que verdaderamente parecen
convencidos más allá de los argumentos publicitarios
constituye otro botón de muestra de la persistente
ineficiencia.
Esta mediocre gestión
demostró que es inútil pretender sensibilidad social de quien
no sabe más que pensar en cuestiones alejadas de las necesidades del
pueblo y desconociendo lo básico que simboliza mirar la
política como sustento para mejorar la calidad de vida de los
habitantes.
No obstante, si bien es central el
natural peso de la ideología en las decisiones de gobierno y en los
proyectos legislativos, así como la presunción de negocios
personales detrás de muchas medidas absurdas, es imposible descartar
el término inoperancia en los análisis de las acciones.
Precisamente las acciones del PRO y de
su líder, Mauricio Macri, son otro reflejo fiel de la inoperancia
tanto como de la ideología represiva y mucho más que
zancadillas de sus oponentes, sus movimientos también son torpes
tropezones de su andar.
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jueves, 21 de febrero de 2013
Tinkunaco 0208/13 - Re: Torpes tropezones
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