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domingo, 28 de agosto de 2016

Tinkunaco 1.940/16 - Nuestras Voces - Los juegos del hambre Por Cynthia Calvigioni

Los juegos del hambre


Tened presente el hambre: recordad su pasado, turbio de capataces que pagaban en plomo. Aquel jornal al precio de la sangre cobrado, con yugos en el alma, con golpes en el lomo. “El hambre “. Joan Manuel Serrat .

Esta semana sentí volver el pasado, un deja vu de años en los que vi llorar a mi padre porque no conseguía trabajo o a mi vecino lamentarse por perder su puesto laboral y desesperarse por no saber cómo llevar el pan a la mesa. Eran los 90, yo era una adolescente y en el país no se hablaba mucho de política. La palabra neoliberalismo era algo que no entendía muy bien pero lo sufría. La misma sensación que tuve cuando lo vi a mi abuelo lagrimear porque Patricia Bulrich había anunciado que bajaría un 13% su magra jubilación y no le alcanzaba para llegar a fin de mes. En aquellos ojos veía desesperanza y pérdida de dignidad.

Un país había sido saqueado por políticas de ajustes y la historia no terminó feliz. En aquel momento vivía en Rosario y la gente saqueaba supermercados mientras eran reprimidos brutalmente y muchos de ellos encontraron la muerte allí.

Cuando miré por televisión las imágenes de cientos de personas mendigando fruta en Plaza de Mayo porque un grupo de productores de peras y manzanas de las provincias de Río Negro y Neuquén regalaban los productos a modo de protesta por la crisis que sufre su sector . Vi a un jubilado llorar porque hacía 5 meses que no podía comer fruta y no pudo obtener ninguna del reparto porque se habían acabado, sentí el pasado volver con fuerza. Mis ojos se llenaron de lágrimas y vi en la desesperación de ese jubilado la angustia de la mirada de mi fallecido abuelo cuando protestaba porque la ahora ministra de seguridad recortaba su mísera jubilación. Observé que a esa gente que mendigaba una manzana los invadía una sensación de desesperanza, que habían perdido su dignidad que a muchos les había costado tantos años recobrar, que volver a la caridad era algo que los avergonzaba.

En pocos días muchos abuelos y abuelas, quizás el tuyo o alguna conocida o vecina, habrán perdido la posibilidad de recibir una jubilación digna. Porque este gobierno decidió poner fin a la moratoria que permitía a quienes cumplían la edad de jubilarse pero que no contaban con los aportes correspondientes por no haber sido registrados por sus empleadores (lo que comúnmente se conoce trabajar “en negro”) y que también abarcaba a las amas de casa.

Toda una vida de trabajo que no será reconocida, ni valorada ni retribuida. Los abuelos no merecen tener, para la política de Estado que nos gobierna, una jubilación que los honre como personas y que contribuya a que los últimos años de vida alcance para cubrir sus necesidades básicas. ¿Quién puede ser tan perverso como para negarle eso a nuestros abuelos pero transferir millones de pesos reduciendo retenciones a las mineras? Parece que la palabra equidad y dignidad social no están incluidas dentro del diccionario ilustrado de Durán Barba, Mauricio Macri, Marcos Peña o Prat Gay.
Sí están entre sus preferidas,  en su juego de “aprender a gobernar”,  las palabras ajuste, sinceramiento, desocupación y represión.

Una muestra de ello es la brutal represión que sufrieron los manifestantes que reclamaban por puestos de trabajo en la autopista “Buenos Aires- La Plata” por parte de gendarmería. Una exultante ministra de seguridad festejaba vía twitter: “Lo advertimos y lo hicimos. Liberamos la autopista con gendarmería”. La funcionaria, Patricia Bullrich: la misma que hizo entristecer a mi abuelo tantos años atrás.

Como si esto fuera poco haciendo zapping escucho al ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, que fue uno de los artífices de la terrible crisis del 2001, hablando con total impunidad en televisión (mientras sus políticas económicas provocaron la muerte de muchos argentinos) “resaltando” que “Mauricio Macri está bien orientado”. Y para sumar puntos oscuros a este sombrío panorama, luego de 10 años, retorna a nuestro país el FMI a auditar nuestra economía.

¿Acaso perdimos la memoria de quiénes son estos siniestros personajes? ¿Acaso no nos importa el sufrimiento de los que menos tienen? ¿Nos sentimos tan omnipotentes que pensamos que no nos puede afectar en algún momento? ¿No te afecta que no solo se está hipotecando tu futuro sino el de tus hijos? ¿No te importa que la grieta se ensancha y que el único favorecido son los poderes concentrados de la economía, porque para el presidente “los trabajadores solo ponen palos en la rueda” y los empresarios “son pobres víctimas”?

Por eso estamos con la inflación más alta de los últimos diez años, con una tasa de desocupación que se disparó al 9,3% en el segundo trimestre del año. Esto si lo traducimos en números es: se perdieron 700.000 trabajos en tan solo ocho meses. Recordemos que cuando asumió Néstor Kirchner la Presidencia,  la desocupación trepaba al 20%. Pero no culpó a la “pesada herencia”, se “arremangó” y creó políticas públicas que permitieran que ese número fuera descendiendo.

Este número de desocupación que logró Mauricio Macri no es algo que no se pensó ni planeó, no es una acción que “va estudiando”. Esto estaba planificado minuciosamente. Los objetivos: mantener bajo control al movimiento obrero, a través del despido “disciplinador”, de una tasa de desocupados que permita no encarecer el valor de los salarios y así direccionar la puja distributiva. Por eso la intención es no volver a abrir como prometieron las paritarias y así que vos pierdas poder adquisitivo.
Mientras tanto los medios de comunicación te enseñan como de “vivir bien” podés “vivir miserablemente pero contento”. Clarín publicó “Un menú semanal para comer bien sin gastar de más, que aporta a tu nutrición. Un plan de siete días equilibrado y económico para cuidar el peso y la salud”. En otro artículo del mismo diario enfatiza que “Las carnes alternativas están de moda, sobre todo la de llama”, siendo esta un producto “estrella”.

Por su parte La Nación te enseña que si trabajas muchos años en el mismo empleo sos monótono, aburrido y mediocre. Pero si sos “nómade laboral” perteneces al nuevo hábito “Millennial” y sos flexible y vivís nuevas experiencias. No llaman las cosas por su nombre: inestabilidad laboral. Y aportando al hambre “digno” en uno de sus titulares puede leerse “Desayuno Si o No”, pros y contras de la primera comida del día.

En su nuevo libro ‘De la necropolítica neoliberal a la empatía radical’, la escritora Clara Valverde lo explica , “el neoliberalismo aplica la necropolítica, deja morir a las personas que no son rentables”.

Ojalá no te gane el egoísmo, la apatía política, la desesperanza, el “sálvese quien pueda”, el “hay que darles tiempo”, mientras se siguen perdiendo derechos y vuelve a perder el trabajo tu vecino, tu abuelo vuelve a sufrir hambre y tener la mirada triste, un papá o una mamá lloran en silencio porque forman parte del nuevo ejército de desocupados y no saben cómo llevarán el pan a sus hijos, y vos, inerte, no luchás para que esto no suceda y seguís mirando televisión sin conmoverte del dolor ajeno que pronto puede ser el tuyo…


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