PP y PSOE se reparten los nuevos miembros del Tribunal Constitucional (La justicia es independiente, dicen)
Las sentencias del TC (Tribunal Constitucional) son de obligado cumplimiento, faltaría más. Es el máximo órgano, al que no se le puede ni rechistar. Ante él solo cabe acatar y acatar, es el Dios del medievo que imponía sus dictamenes (utilizando para ello a reyes y cardenales como intermediarios).Pareciera que ante tan magnas decisiones, sus componentes tuvieran que ser personas que, al menos por decoro, guardaran independencia y cierta objetividad. Es evidente que en una sociedad capitalista dividida en clases eso es como cuadrar un círculo, una entelequía. Para que quede claro, clarísimo, sus componentes son nombrados por el PP y el PSOE que, en las últimas horas se han dividido -como siempre- los cuatro cargos que había vacantes. Ahora se reunirán para decidir con urgencia sobre Catalunya o lo que sea, sabiendo todo el país que a los partidos que los nombraron no pueden decepcionarlos.
Con el acuerdo alcanzado ayer en el Senado por PP y PSOE para que Cándido Conde-Pumpido, María Luisa Balaguer, Ricardo Enríquez y Alfredo Montoya se conviertan en magistrados del Tribunal Constitucional en sustitución de Francisco Pérez de los Cobos, Adela Asua, presidente y vicepresidenta, respectivamente, y de Luis Ortega, ya que Enríquez actualmente es miembro del Alto Tribunal desde que cubrió la vacante producida por el fallecimiento de Francisco Hernando.
Con la nueva composición del Tribunal Constitucional, esté seguirá teniendo un claro «sentido de Estado» antes cuestiones más que controvertidas que se avecinan, especialmente relacionadas con el «procés» que los partidos independentistas catalanes pretenden implantar. No hay fisuras en lo que se refiere a la defensa del ordenamiento jurídico vigente y que nadie puede obviarlo para lograr sus objetivos políticos.
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