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La
crisis de la
democracia en el neoliberalismo
Emir Sader
ALAI AMLATINA, 27/03/2017.- Un elemento
que se ha globalizado rápidamente ha sido el de la crisis de
la democracia. En
Europa, que se enorgullecía de sus sistemas políticos, las
políticas de
austeridad han promovido la generalizada deslegitimación de
esos sistemas,
centrados en dos grandes partidos. Cuando ambos asumieron esas
políticas
económicas anti-sociales, han entrado en crisis acelerada,
perdiendo votos,
intensificando el desinterés político por las elecciones, dado
que esos dos
partidos promueven políticas similares. Han empezado a surgir
alternativas –en
la extrema derecha y en la misma izquierda- que ponen en shock
a esos sistemas:
por la derecha de forma autoritaria, por la izquierda buscando
el
ensanchamiento y la renovación de las democracias.
Hasta que la
crisis de las democracias dio un salto con el Brexit y con la
elección de
Donald Trump en los EEUU. En Gran Bretaña, los dos partidos
tradicionales
fueron derrotados en una decisión crucial para el futuro del
país y de la misma
Europa, con la decisión mayoritaria de salida de la Unión
Europea. Lo cual
refleja cómo esos dos partidos no han sabido entender el
malestar de gran parte
de la población –incluso de amplios sectores de la misma clase
trabajadora-
respecto a los efectos negativos de la globalización
neoliberal. Los
trabajadores, electores tradicionales del Partido Laborista,
concentraron su
voto por el Brexit, en contra de la decisión de ese partido y
terminaron
decidiendo la votación.
En EEUU la
victoria de un candidato outsider, que, para ganar, no solo
enfrentó al Partido
Demócrata sino también a los grandes medios, a la dirección de
su propio
partido, a los formadores de opinión. El triunfo de Trump
representó una
derrota para los dos partidos como expresiones de la voluntad
organizada de los
norteamericanos.
Por todas
partes la democracia tradicional hace agua. Los partidos
tradicionales pierden
aceleradamente apoyos, las personas se interesan cada vez
menos por la
política, votan cada vez menos, los sistemas políticos entran
en crisis, ya no
representan a la sociedad. Es la democracia liberal, que
siempre se autodefinió
como “la democracia”, la que entra en crisis, bajo el impacto
de la pérdida de
legitimidad de gobiernos que han asumido los proyectos
antisociales del
neoliberalismo y de la misma política, corrompida por el poder
del dinero, que
en el neoliberalismo invade a toda la sociedad, incluso a la
misma política.
En América
Latina, dos países que habían fortalecido sus sistemas
políticos, mediante
gobiernos y liderazgos con legitimidad popular, como Argentina
y Brasil, han
retrocedido hacia gobiernos que pierden –o nunca han tenido–
apoyo popular. El
mismo sistema político sufre con gobiernos que han hecho
promesas o han sido
elegidos con programas distintos a los que ponen en práctica.
El programa
neoliberal de ajustes fiscales profundiza la crisis de
legitimidad de los
gobiernos y de los mismos sistemas políticos.
La
concepción que preside al neoliberalismo, que busca
transformar todo en mercancía,
llegó de lleno a la política, con sus financiamientos
privados, con campañas
adecuadas a servicios de marketing, con millonarias
actividades que hacen de
las campañas un despliegue de piezas publicitarias casi al
estilo de cualquier
otra mercancía. Por otra parte, gobiernos copados de
ejecutivos privados los
hacen cada vez más parecidos a empresas, por el personal y por
la concepción
que preside a gobiernos con mentalidad de mercado.
La era
neoliberal es así la era del agotamiento del sistema de las
democracias
liberales. Los agentes que le daban legitimidad – parlamentos
con
representación popular, partidos con definiciones ideológicas,
sindicatos y
centrales sindicales fuertes, dirigentes políticos
representantes de distintos
proyectos políticos, medios de comunicación como espacio
relativamente
diversificado de debates – se han vaciado, dejando al sistema
político y a los
gobiernos suspendidos en el aire. El desprestigio de la
política es la
consecuencia inmediata del Estado mínimo y de la centralidad
del mercado.
La crisis de
las democracias se ha vuelto uno de los temas que se extienden
de los EEUU a la
América Latina, pasando por Europa y por Asia. Ya no se trata
de reivindicar un
sistema que se ha agotado, sino de construir formas
alternativas de Estado, de
sistemas políticos y de representación política de todas las
fuerzas sociales.
- Emir
Sader, sociólogo y científico político brasileño,
es coordinador del
Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual
de Rio de Janeiro
(UERJ).
URL de este
artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/184394
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