LEONARDO BOFF - ***El desatino de los análisis económicos actuales 2016-11-25*** - PENSAMIENTO ÚNICO NEO-LIBERAL UNIVERSALIZADO - SISTEMA PRODUCTIVISTA, CONSUMISTA, INDIVIDUALISTA Y ANTI-ECOLÓGICO - CATACLISMOS ECOLÓGICOS Y SOCIALES - CRECIMIENTO ILIMITADO - RECUPERACIÓN DE LA RAZÒN SENSIBLE - CALENTAMIENTO GLOBAL - DEVASTACIÓN DE ECO-SISTEMAS - ESCASEZ DE AGUA POTABLE - BENEFICIOS ECONÓMICOS DE LAS EMPRESAS - CARTA DE LA TIERRA - LA ESTUPIDEZ DE LA ECONOMIA - LA TIERRA ES UN PLANETA ALTERADO -
El desatino de los análisis económicos actuales
2016-11-25
Sigo con atención
los análisis económicos que se realizan en Brasil y en todo el mundo.
Con raras y buenas excepciones, la gran mayoría de los analistas son
rehenes del pensamiento único neoliberal mundializado.
Es raro que hagan una
autocrítica que rompa la lógica del sistema productivista, consumista,
individualista y anti-ecológico. Y aquí veo un gran riesgo ya sea para
la biocapacidad del planeta Tierra o para la supervivencia de nuestra
especie.
El título del libro de Jesse Souza La insensatez de la inteligencia brasileña (2015) inspiró el título de mi reflexión: “El desatino de los análisis económicos actuales”.
Mi sentido del mundo
me dice que podemos conocer cataclismos ecológicos y sociales de
dimensiones dantescas si no tomamos absolutamente en serio dos factores
fundamentales: el factor ecológico, de carácter más objetivo, y la
recuperación de la razón sensible, de sesgo más subjetivo.
En cuanto al factor
ecológico: la mayoría de la macroeconomía todavía alimenta la falsa
ilusión de un crecimiento ilimitado, en el supuesto ilusorio de que la
Tierra dispone igualmente de recursos ilimitados y tiene una capacidad
de recuperación ilimitada para soportar la explotación sistemática a que
es sometida.
La maldición del
pensamiento único muestra un soberano desprecio por los efectos
negativos en términos de calentamiento global, la devastación de los
ecosistemas, la escasez de agua potable y otros considerados como
externalidades, es decir, datos que no entran en la contabilidad de las
empresas.
Este pasivo se deja
para que lo resuelva el estado. Lo que debe ser garantizado en cualquier
forma son las ganancias de los accionistas y la acumulación de riqueza a
niveles tan inimaginables que dejarían loco a Karl Marx.
La gravedad radica en
el hecho de que los órganos que se ocupan del estado de la Tierra,
desde las organizaciones mundiales como la ONU, a los nacionales que
denuncian la creciente erosión de casi todos los elementos esenciales
para la continuidad de la vida (alrededor de 13), no se tienen en
cuenta.
La razón es que son antisistémicos, perjudican el crecimiento del PIB y los grandes beneficios de las empresas.
Los escenarios
proyectados por centros de investigación serios son cada vez más
perturbadores. El calentamiento, por ejemplo, no para de aumentar como
se afirmó ahora en la COP 22 de Marrakesch.
La temperatura global
en 2016 ha sido 1,35º C por encima de lo normal para el mes de febrero,
la más alta de los últimos 40 años.
Los propios
científicos como David Carlson, de la Organización Meteorológica
Mundial, un organismo de la ONU, declaró: “Esto es increíble... la
Tierra es ciertamente un planeta alterado”.
Tanto la Carta de la Tierra como la encíclica de Francisco Laudato Si: cómo cuidar de la Casa Común advierten de los riesgos que corre la vida sobre el planeta.
La Carta de la Tierra (grupo
animado por M. Gorbachov, en el que he participado) es contundente: «o
formamos una alianza global para cuidar la Tierra y unos de otros o
corremos el riesgo de destruirnos y destruir diversidad de la vida».
En los debates sobre
economía, en casi todas las instancias, los riesgos y los factores
ecológicos ni siquiera se nombran. La ecología no existe, incluso en las
declaraciones del PT, en las que no aparece siquiera la palabra
ecología. Y así, inconscientemente, hacemos un camino de no retorno, a
causa de la ignorancia, irresponsabilidad y ceguera producidas por el
deseo de acumulación de bienes materiales.
Donald Trump ha dicho
que el calentamiento global es un engaño y que cancelará el acuerdo de
París, ya firmado por Obama. Paul Krugman, Nobel de Economía, ha
advertido de que tal decisión significaría un daño grave para EE.UU. y
para todo el planeta.
Conclusión: o incorporamos los datos ecológicos en todo lo que hacemos, o nuestro futuro no estará garantizado.
La estupidez de la economía sólo nos ciega y nos perjudica.
Pero este dato
científico, resultado de la razón instrumental analítica, no es
suficiente, ya que analiza y calcula friamente y entiende al ser humano
fuera y por encima de la naturaleza. A la que puede explotar a su
voluntad. Tenemos que completarla con el rescate de la razón sensible,
la más antigua en nosotros.
En ella se encuentra
la sensibilidad, el mundo de los valores, la dimensión ética y
espiritual. Ahí residen las motivaciones para el cuidado de la Tierra y
para comprometernos en un nuevo tipo de relación amistosa con la
naturaleza, sintiéndonos parte de ella y sus cuidadores, reconociendo el
valor intrínseco de cada ser e inventando otra manera de satisfacer
nuestras necesidades y el consumo con una sobriedad compartida y
solidaria.
Tenemos que articular
los dos factores, el ecológico (objetivo) y el sensible (subjetivo): de
otro modo difícilmente escaparemos, tarde o temprano, de la amenaza de
un colapso del sistema-vida.
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