Hace
más de tres décadas, los 24 de marzo nos convocamos en las calles. Los
reclamos de memoria, verdad y justicia que nacieron con las víctimas y
sus familiares, acompañados por los organismos de derechos humanos,
fueron los motores centrales, una vez recuperada la democracia, de un
proceso único en el mundo de lucha contra la impunidad de las graves
violaciones a los derechos humanos.
Año a año nuestras movilizaciones fueron cambiando, en cantidad de personas, en reclamos, en consignas. Marchamos por más justicia, marchamos contra la impunidad, marchamos por avanzar en la búsqueda de los responsables de los crímenes del Terrorismo de Estado. Hoy, muchas de las Madres y las Abuelas marchan juntos a sus nietos y varias generaciones de argentinos sentimos la emoción infinita cada vez que un niño –hoy adulto– recupera su identidad y el próximo 24 de marzo lo vemos entre nosotrxs.
Este 24 de marzo tenemos más razones para hacer nuestras las plazas y las calles, porque volvimos a tener un gobierno que niega lo peor de nuestra historia, que entorpece las investigaciones judiciales, que apadrina a los responsables del Terrorismo de Estado, que rehúsa de sus compromisos de justicia, que deshonra nuestra memoria y que ningunea nuestro dolor.
Este 24 de marzo debemos encontrarnos para exhortar al Estado que ocupe su lugar de garante del proceso de juzgamiento por los delitos de lesa humanidad, porque los argentinos hemos aprendido que sin justicia no hay derechos y que sin memoria no hay futuro. También la historia nos ha enseñado que no podemos mirar para otro lado cuando quienes gobiernan hacen un ejercicio autoritario del poder, cuando las pulsiones de un estado policial brotan y emergen con una constancia que nos estremece.
Porque aprendimos que una vez que se corre el límite, ya sea con los integrantes de la Lof en Resistencia Depto. Cushamen en Esquel, con vendedores ambulantes de Once, con los niños de una murga en el Bajo Flores, con los trabajadores en Libertador General San Martín, con las mujeres en la marcha del 8M, con Milagro Sala, la frontera se corrió para todxs, y que el costo lo podemos contar en vidas.
Es por eso, que así como el gobierno tiene sus estrategias narrativas, entendemos que nuestro relato de la vivencia colectiva de los compañerxs que desaparecieron, de las Madres, Abuelas, Hermanos e Hijos que no han cesado ni un solo día en la búsqueda de la verdad y la justicia, nos exige continuar construyendo una cultura de la memoria que permita a las generaciones presentes cimentar un futuro en el que ese pasado no se repita porque hemos entendido lo que significan las luchas colectivas.
Por todo eso, este 24 de marzo, tenemos 30.000 razones para encontrarnos, abrazarnos, alentarnos, sostenernos, aflojarnos y soñarnos en un país distinto.
* Abogada de DD.HH. y docente UBA.
Año a año nuestras movilizaciones fueron cambiando, en cantidad de personas, en reclamos, en consignas. Marchamos por más justicia, marchamos contra la impunidad, marchamos por avanzar en la búsqueda de los responsables de los crímenes del Terrorismo de Estado. Hoy, muchas de las Madres y las Abuelas marchan juntos a sus nietos y varias generaciones de argentinos sentimos la emoción infinita cada vez que un niño –hoy adulto– recupera su identidad y el próximo 24 de marzo lo vemos entre nosotrxs.
Este 24 de marzo tenemos más razones para hacer nuestras las plazas y las calles, porque volvimos a tener un gobierno que niega lo peor de nuestra historia, que entorpece las investigaciones judiciales, que apadrina a los responsables del Terrorismo de Estado, que rehúsa de sus compromisos de justicia, que deshonra nuestra memoria y que ningunea nuestro dolor.
Este 24 de marzo debemos encontrarnos para exhortar al Estado que ocupe su lugar de garante del proceso de juzgamiento por los delitos de lesa humanidad, porque los argentinos hemos aprendido que sin justicia no hay derechos y que sin memoria no hay futuro. También la historia nos ha enseñado que no podemos mirar para otro lado cuando quienes gobiernan hacen un ejercicio autoritario del poder, cuando las pulsiones de un estado policial brotan y emergen con una constancia que nos estremece.
Porque aprendimos que una vez que se corre el límite, ya sea con los integrantes de la Lof en Resistencia Depto. Cushamen en Esquel, con vendedores ambulantes de Once, con los niños de una murga en el Bajo Flores, con los trabajadores en Libertador General San Martín, con las mujeres en la marcha del 8M, con Milagro Sala, la frontera se corrió para todxs, y que el costo lo podemos contar en vidas.
Es por eso, que así como el gobierno tiene sus estrategias narrativas, entendemos que nuestro relato de la vivencia colectiva de los compañerxs que desaparecieron, de las Madres, Abuelas, Hermanos e Hijos que no han cesado ni un solo día en la búsqueda de la verdad y la justicia, nos exige continuar construyendo una cultura de la memoria que permita a las generaciones presentes cimentar un futuro en el que ese pasado no se repita porque hemos entendido lo que significan las luchas colectivas.
Por todo eso, este 24 de marzo, tenemos 30.000 razones para encontrarnos, abrazarnos, alentarnos, sostenernos, aflojarnos y soñarnos en un país distinto.
* Abogada de DD.HH. y docente UBA.
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