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¿Terminaremos
dándole las gracias a Trump?
Néstor
García Iturbe
ALAI AMLATINA, 01/09/2017.- Quizás muchos se
sorprendieron cuando Rusia,
como respuesta a las sanciones de Estados Unidos, expulsó de su
territorio
cerca de 800 “diplomáticos”. La
sorpresa
fue causada por la respuesta del presidente Trump, que le dio la
gracias a
Putin por aquel gesto. Trump explicó que entre sus planes estaba
la disminución
del personal del Departamento de Estado, tanto en Washington
como en el exterior
y que la acción de Putin le había ahorrado parte del trabajo.
Aunque esto
resulte un sarcasmo, en cierta medida, coincide con los planes
de Trump.
¿Terminaremos nosotros dándole las gracias a
Trump? Analicemos un poco este asunto.
Dentro de la sociedad capitalista, como en
toda sociedad, existen contradicciones.
Cuando las contradicciones son armónicas, a pesar de
ellas, la sociedad
avanza y se fortalece. Cuando
las contradicciones
son antagónicas, la base de la sociedad va destruyéndose y
comienzan a formarse
los cimientos de una nueva sociedad. Las
contradicciones antagónicas van permaneciendo en la sociedad,
luchando entre
ellas para subsistir, pero en un momento determinado puede
llegar un fenómeno
social que radicalice esa lucha y entonces cambia la naturaleza
de la lucha, en
lugar de subsistir, la lucha se centra en eliminarse entre ella,
lo cual rompe
por completo la coincidencia de intereses de la clase que domina
esa sociedad.
¿Pudiera ser la administración Trump ese
fenómeno social?
Es evidente que las acciones de la
administración Trump han causado desasosiego en un alto número
de personas, los
inmigrantes que aspiraban sus familiares fueran a residir con
ellos a Estados
Unidos. Los ecologistas que después de Estados Unidos retirarse
del protocolo
de Kyoto, entienden que la destrucción del mundo está más
cercana. Los llamados
“transgenders”, cuyo derecho a
defender la patria les ha sido cercenado.
Los afro estadounidenses, que han sentido la fuerza con
que atacan los
supremacistas blancos, sobre todo en los sucesos de
Charloteville. Las
mujeres, que desde antes de Trump llegar
a la presidencia ya se sentían discriminadas por éste.
El problema también se pone de manifiesto
dentro de la propia clase social a la que pertenece Donald
Trump. Muchos
millonarios sienten que sus capitales están inseguros, tienen
una idea distinta
a la de Trump de cómo llevar adelante la economía. Los
capitalistas, por su
propia característica, son conservadores, han realizado
inversiones en países
que les han dado la oportunidad de explotar mano de obra barata,
materias
primas a bajos precios y la exportación de las ganancias a
paraísos fiscales,
que con los planes de Trump, de que retornen las inversiones a
Estados Unidos,
todo lo que tenían planificado para incrementar sus capitales,
se pone en
riesgo. Esto ha provocado divisiones dentro del propio partido
republicano.
La prensa, que responde a los grandes
capitales, algunos le dicen el cuarto poder, está en una guerra
totalmente
abierta contra Trump, prácticamente no lo dejan trabajar. Todo
lo que hace es
criticado e investigado, si encuentran alguna irregularidad, por
pequeña que
esta sea, se publica en primera plana. Atacan a sus principales
asesores, su
familia y más estrechos colaboradores. Algunas de esta personas
son acusadas de
“conservadores”, como si la casi totalidad de los políticos
estadounidenses no
lo fueran.
Se incrementa la preparación y el armamento de las
Fuerzas Armadas, la
Guardia Nacional y la Policía, para sofocar brotes de
inestabilidad social,
estilo las propias “primaveras” que Estados Unidos ha organizado
en distintos
países del mundo para derrocar gobiernos, con la única
diferencia que ahora el
gobierno a derrocar será el de ellos.
La política exterior navega en aguas turbulentas,
sin embargo en vez de buscar soluciones diplomáticas que
aseguren la paz y la
seguridad internacional, como se establece en la Carta de las
Naciones Unidas,
se desenfundó el “Big Stick”, con la idea de que en vez de
infundir respeto, es
necesario infundir miedo. El miedo es uno de los artífices de la
fracasada
Guerra Fría, que para mantener las utilidades de las empresas de
la industria
armamentista, se convirtió en Guerra contra el Terrorismo.
No es lo mismo tratar de infundirle miedo a
una organización terrorista, de limitados recursos, muchas veces
entrenados por
las propias agencias estadounidenses, que a un país en cuyos
arsenales se
encuentran algunas bombas atómicas. El
juego es distinto y estar promoviéndolo es una seria
irresponsabilidad, en
relación con la cual muchos millonarios en Estados Unidos no
están de acuerdo y
es otro punto de discrepancia dentro de la clase dominante
estadounidense.
La famosa unidad con Europa, tan preservada
durante años, como el principal aliado de Estados Unidos en el
mundo, presenta
seria grietas, en buena parte, por la política de Trump, de que
cada cual pague
la parte que le pertenece en la OTAN y en otros organismos que
dependen de la
Unión Europea.
Los planes contra Venezuela también están
ganado opositores dentro de Estados Unidos, su élite económica y
financiera. Algunos
consideran que las propias
sanciones impuestas por Trump pueden afectar y hacerle daño a
sus intereses
económicos, otros consideran que debe hacerse más esfuerzo para
derrocar a
Maduro por la vía constitucional, pero que un golpe de estado o
una invasión
sería correr un alto riesgo, sin tener seguridad alguna, de que
las acciones
estadounidenses tendrían éxito.
Entre otras actividades internacionales, las
acciones de Trump en relación con México y Canadá, aliados
tradicionales de
Estados Unidos y las modificaciones que considera deben hacerse
al TLCAN y
seguramente después al ASPAN, más el problema del muro, la
deportación de ilegales
y otras acciones contra ambos países, han resquebrajado las
buenas relaciones
que aparentemente existían.
La total entrega a intereses estadounidenses
y los desmanes realizados por gobiernos mediatizados, en Brasil,
Argentina,
Chile, Uruguay, Colombia, Panamá, México ,Guatemala, Honduras y
algunos otros
países de Nuestra América, han originado movimientos de
protesta, que van
radicalizando la lucha en esos países, algo que en el futuro se
podrá observar
más claramente.
Después de analizar estos puntos, a los
cuales pudieran agregarse algunos más, podemos llegar a la
conclusión que estos
Estados Unidos son distintos a los que conocíamos. Divididos
desde el punto de
vista económico, social, cultural, político y étnico. Donde las
diferencias de
clase se han agudizado. Donde un grupo mayoritario manifiesta su
inconformidad
con el sistema que permite la inmunidad, la injusticia y es
incapaz de
garantizar una vida digna para los ciudadanos. Donde la
inseguridad es diaria y
la xenofobia y el racismo se incrementan por día.
¿Este fenómeno social, consolida o va en
camino de destruir el sistema implantado en Estados Unidos?
En muchas ocasiones los caminos son largos,
pero también, en ocasiones, el nivel de resistencia llega a su
límite y el
camino se acorta.
31
de agosto del 2017
- Dr. Néstor García Iturbe
es editor
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