Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- Librepensadores, ayer y hoy
- Inmigración, clase y anarquismo: Una historia del radicalismo obrero en la Cataluña de entreguerras
- La libertad de expresión en peligro
- [Radio] Balance provisional de la huelga de hambre de lxs presxs en lucha en mayo
- Cámaras de Eco
- Ya está disponible para descargar el nº 89 de Todo por Hacer (Junio 2018)
- [Poema] Rarx
Posted: 10 Jun 2018 05:23 AM PDT
Identificar mero ateísmo con librepensamiento nos conduce a no pocas objeciones y problemas. Hay que distinguir entre la figura de un librepensador, propia de los siglos XVIII y XIX y lo que hoy podemos considerar que eso significa. Creo sinceramente, y lo digo también con bastante intención autocrítica, que desde posiciones ateas, lo que entendemos por un movimiento ateo combativo con la religión y más o menos organizado, se produce con cierta asiduidad esa ambivalencia de pretender ser progresista y librepensador y hacerlo únicamente desde posiciones, quizá no superadas, pero sí necesitadas de ser puestas al día conforme a nuevos discursos que resultan de lo más cuestionables.
Hoy, así hay que considerarlo de manera permanente y muy crítica, no es lo mismo ser un librepensador que en la época que nace esa condición, en torno a lo que llamamos la Ilustración. Lo que quiero expresar es que me da la impresión de que existe quien se refugia en ese librepensamiento de los orígenes, de una época en que los paradigmas eran obviamente muy distintos, y sin embargo adopta una actitud bien poco librepensadora en la actualidad; de hecho, es posible que los auténticos librepensadores les parezcan personas equivocadas, a veces subversivas y peligrosas, adoptando con ello una condición en realidad tristemente conservadora. Dicho de modo elemental, el librepensamiento en origen consistía en escapar de un mundo de creencias aceptadas y de una serie de pautas establecidas (una serie de dogmas y prejuicios, así como la aceptación de una autoridad espiritual y, por extensión, también terrenal), lo cual tampoco elimina de un plumazo todo el pensamiento de aquellos autores que no podemos considerar librepensadores conforme a lo que será tal cosa a partir de la Ilustración. La actitud librepensadora, de modo general, pudo ser en un principio dejar atrás la tradición y empezar a fiarse del criterio propio (no de lo que se repite, de lo que está establecido o aceptado); para que nos hagamos una idea, en la Edad Media, no solo existía la autoridad eclesiástica supuestamente legitimada por la divinidad, también se amparaban en la tradición filosófica establecida por Aristóteles (bien es verdad que un filósofo absolutamente mediatizado posteriormente por el cristianismo). Identificamos entonces el librepensamiento con un escepticismo que abre las posibilidades a un conocimiento más sólido. Para hacerse una idea de lo que supone el librepensamiento a partir de la Ilustración, nada mejor que la máxima de Kant aparecida en su texto ¿Qué es la Ilustración?: "Atrévete a saber". Ese "atrévete" supone dejar a un lado la tradición y la autoridad, atreviéndose a entrar en el mundo de conocimiento por uno mismo. Por lo tanto, la Ilustración puede definirse como la etapa en que la humanidad empieza a salir de su minoría de edad tutelada y lo hace por sí misma. Sin embargo, hay que situar cada cosa en su momento histórico. Hoy, es fácil aceptar y aplaudir a las personas que pusieron en cuestión, por ejemplo, las supersticiones medievales; si miramos con esa misma severidad crítica nuestra propia actitud, nos daremos cuenta que tantas veces aceptamos con poca o ninguna crítica un montón de discursos establecidos (incluso, alguna amparada en lo que etiquetan como científico). En la actualidad, un librepensador solo puede ser aquel que pone en cuestión cualquier discurso, guiado solo por unos parámetros escépticos, críticos y tratando de establecer una base sólida para acceder al conocimiento. Quiero insistir en esa actitud crítica y librepensadora hacia lo establecido, pero también aplicar eso mismo hacia todo discurso, considerado alternativo, pero igual de cuestionable; por poner un ejemplo sencillo, tan denunciable es la tradición monoteísta como las paparruchas propias de la new age (que, tantas veces, critica lo reaccionario del cristianismo y presume de no sé muy bien qué modernidad). El librepensador debe ser, a mi modo de ver las cosas, constantemente irreverente; un respeto excesivo, y estoy hablando obviamente solo a las ideas y a los discursos (no a las personas), ya denota una falta notable de libertad de pensamiento. Por otra parte, y aquí puede que entremos en un terreno más delicado, creo que el librepensamiento también está relacionado con una actitud militante; es decir, creer que uno piensa para algo, y no solo de un modo meramente contemplativo. A pesar de que el librepensamiento es forzosamente progresista (con todo lo que puede tener esa condición de relativa, dado el progreso tecnológico que se nos impone, pero aludiendo a mejora y a avance en todos los ámbitos humanos), tal vez su condición más aceptable sea una mezcla, tanto de optimismo, para pensar que vamos a llegar a alguna parte, como de cierto pesimismo, con el objeto de no caer en una actitud de que todo es posible (una suerte de omnipotencia que acabe en frustración). Para que se entienda lo que quiero decir, nada mejor que considerar a aquellas personas conservadoras, es decir, que aceptan la realidad tal y como se la ponen ante sus ojos, como totalmente ajenas al librepensamiento. Aparentemente, los que consideran que el mundo es francamente mejorable y no adoptan una actitud superficialmente benévola ante lo que les rodea (actitud, por otra parte, bastante humana, pero no pocas veces muy papanatas), suele acusárseles de ingenuamente optimistas; en realidad, no hay nada más triste y pesimista que aceptar el mundo tal y como es (y las evidencias dicen que es muy mejorable, que el pensamiento, y consecuentemente los paradigmas de actuación, deben avanzar). El librepensamiento fue en origen una ruptura con el esquema de pensamiento de tradición religiosa; por eso, hoy se sigue identificando habitualmente al librepensador con una persona no creyente. En la actualidad, es necesario también romper con otros paradigmas de pensamiento establecidos; no es posible considerar solo un librepensador al que se muestre crítico con las teorías religiosas o, en nombre de cierto cientifismo, con todo lo sobrenatural. Incluso, denota una notable falta de librepensamiento la aceptación de ciertos discursos solo porque se denominen científicos, sin tratar de comprender los numerosos factores e intereses que influyen a la hora de establecer y de aceptar un discurso. Incluso, si en su momento el librepensador solía poseer una confianza enorme en el progreso, hoy también tenemos que ser críticos con la perversión a la que se ha sometido dicho término; una actitud encomiablemente librepensadora hoy en día es liberarse también de ese progreso artificial, impuesto también por lo establecido, y apelar a propuestas auténticamente propias. Con estas reflexiones, no estoy hablando necesariamente de una condición posmoderna, por mucho que haya criticado cierta concepción del progreso y considere cuestionables según qué discursos científicos; aunque tengamos en cuenta el fracaso de la modernidad en demasiados aspectos, hay que considerar el proyecto moderno emancipador como pendiente y muy reivindicable. El librepensamiento, permanentemene renovado, parece esencial para llevar a cabo ese proyecto de emancipación, siendo críticos con esa objetivación técnico-científica propia de la modernidad y tantas veces asociada al poder establecido (los posmodernos suelen asociar la modernidad con el autoritarismo o absolutismo); no es posible la independencia del pensamiento sin una consciencia de la propia individualidad, liberándose del lastre de todo lo establecido por una época concreta, así como por toda la tradición correspondiente. Me quedo con una actitud librepensadora iniciada en un escepticismo crítico, caracterizada por la irreverencia hacia lo establecido, o con cualquier discurso con la aspiración de imponerse, y con el compromiso permanente con la mejora de la realidad.
Capi Vidal
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Posted: 10 Jun 2018 05:10 AM PDT
INTRODUCCIÓN
La toma de Cataluña por parte de las tropas del General Francisco Franco durante el mes de enero de 1939 fue el preludio del fin de la guerra civil y de la derrota del Gobierno de la Segunda República española. La guerra terminaría oficialmente el mes de abril de aquel mismo año pero la pérdida de Cataluña, y concretamente de Barcelona, con la posterior imagen de miles de civiles, funcionarios y milicianos huyendo hacia la frontera con Francia desataba en el imaginario colectivo –e internacional- la prueba de que aquella guerra –y Revolución para muchos- estaba ya pérdida. Desde entonces el franquismo se ocupó, entre otras cosas, de borrar y tergiversar de la opinión pública cualquier atisbo de obrerismo o sindicalismo revolucionario, con lo cual la Historia oficial se caracterizó por una serie de tópicos históricos y tergiversaciones maniqueas para borrar lo que fue sin duda alguna la historia del movimiento revolucionario más numeroso y exitoso en toda la Europa occidental, esto es, la historia del movimiento anarcosindicalista hispano. En 1975 terminó el régimen franquista y con la llegada de la libertad de expresión y pensamiento empezaron a salir a la luz cientos y cientos de documentos bibliográficos, revistas y demás que trataban la historia del movimiento anarquista español desde sus inicios, así como de sus logros, éxitos y quimeras. Y uno de los problemas que tuvo –y tiene- la literatura de corte libertaria es la presentación del histórico movimiento anarquista hispano como un cuerpo homogéneo donde todos actuaban según unos axiomas casi intocables que los guiaba hacia el paraíso terrenal. Pero nada fue así, pues la historia del movimiento libertario español es también la historia de un movimiento dividido en lo ideológico, y en ocasiones también en lo orgánico, que fue la arena de una batalla interna entre distintas maneras de entender el anarquismo y lo que debía ser la Revolución proletaria, primero en los años ’10 entre los anarquistas puros y los sindicalistas revolucionarios de inspiración francesa, luego en los años ’20 entre esos mismos anarquistas y los sindicalistas de corte socialista y marxista hasta llegar a la década de los ’30 en la que siendo una organización prácticamente anarquista al completo vio a la confederación rojinegra dividida entre unos faistas que preconizaban una revolución inmediata mediante la “gimnasia revolucionaria” y unos treintistas y posibilistas que promovían una lucha política más moderada para poder preparar con más tiempo la Revolución que había de llegar en un tiempo futuro. ¿Pero cómo surgió esta lucha ideológica en el seno del movimiento anarcosindicalista? ¿Quiénes fueron los líderes de cada sector en esta afrenta política dentro del movimiento revolucionario? Y lo más importante: ¿Fueron los clivajes de clase los pilares centrales que marcaron el pertenecer a un sector u otro? Estas cuestiones son las que intentaremos responder en el presente trabajo de fin de grado. Descargar Trabajo [PDF]
Borja Salvador Paz
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Posted: 10 Jun 2018 04:59 AM PDT
La libertad de expresión va camino de convertirse en un lujo exclusivo de los poderosos, quienes en un futuro próximo podrán expresarse sin cortapisas ni temor a posibles responsabilidades penales, mientras que a todos aquellos que discrepen con su ideología y punto de vista serán, como de hecho ya ocurre, severamente castigados. Este fenómeno es cada vez más evidente y generalizado. Así lo vemos cuando cantantes son enjuiciados y enviados a la cárcel, cuando las personas son procesadas por hacer chistes, cuando las críticas a la autoridad son constitutivas de delito, cuando periódicos, radios y librerías son cerrados sin que siquiera en muchas ocasiones sea llevado a cabo juicio alguno, cuando ciertas revistas son confiscadas, cuando las personas que hacen determinados comentarios en las redes sociales son detenidas, etc. Son claros indicadores que nos muestran que la libertad de expresión es cada vez más una ficción jurídica.
Todo lo anterior parece que va camino de agravarse a tenor de la última campaña mediática en torno a las denominadas noticias falsas (fake news en el argot periodístico anglosajón). Los regímenes parlamentarios occidentales ya no dudan en admitir que la libertad de expresión reconocida en sus constituciones sólo es un instrumento político de los poderes constituidos para manipular a la población, y que esto sólo es admisible cuando dicha manipulación es ejercida por las elites dominantes de estos países. Las consecuencias de esto previsiblemente las veremos a corto y medio plazo, ya que los Estados occidentales, bajo el pretexto de injerencias extranjeras, plantean abiertamente establecer fuertes restricciones a la libertad de expresión con la creación de organismos específicos dirigidos a supervisar los contenidos que son publicados y difundidos a través de diferentes medios. Ciertamente ya existen en estos países agencias dedicadas a funciones supervisoras en el terreno de la cultura y la información, pero la magnitud y alcance de esta nueva iniciativa que quiere ponerse en marcha bajo la excusa de la seguridad nacional será, en caso de materializarse, mucho mayor. De esta manera, abierta y descaradamente, el poder establecido se encargará de decir según su propio criterio e intereses qué es verdad y qué es mentira, y determinará la forma en la que la población debe entender la realidad y el mundo en el que vive. Esto ya ocurre pero de un modo encubierto a través del adoctrinamiento del sistema educativo, la universidad, los más importantes medios de comunicación, etc., que se ocupan de imponer la ideología dominante. La dinámica impuesta por las políticas y medidas de las instituciones en este ámbito tan decisivo como el de la libertad de expresión no está desprovista de un efecto especialmente preocupante como es, sin duda, la normalización de comportamientos censores y sectarios en el seno de la sociedad. Las palabras y las ideas que las palabras tratan de representar no delinquen, y cualquier cortapisa a la libertad de expresión es absolutamente inaceptable. En este sentido podemos afirmar que se ha establecido una mentalidad liberticida en la sociedad en la que cada individuo y colectivo se afana en reivindicar la libertad para sí mismo, para expresar sus ideas y opiniones, al mismo tiempo que se la niega a los demás. Este fenómeno es especialmente preocupante en tanto en cuanto reproduce las mismas dinámicas de la dominación pero a un nivel mucho más básico que es el de las relaciones sociales e incluso personales. Un ejemplo evidente de lo anterior es lo que a día de hoy ocurre en los ambientes de la disidencia política donde se ha impuesto el sectarismo, la censura y la autocensura, todo lo cual ha contribuido en sobremanera a ahogar cualquier tipo de debate, diálogo constructivo y reflexión como consecuencia de la asunción de una innumerable cantidad de dogmas, mitos y axiomas de diferente tipo que en la práctica han dado origen a estructuras ideológicas semejantes a las religiones, y que por ello mismo podemos llamar con toda justicia religiones políticas. Así pues, la dominación reaparece igualmente en los medios de la disidencia en la que emergen los apóstoles de estas religiones, generalmente pastores de rebaños que se dedican a pontificar con su palabrería y a censurar a todos los que discrepan con ellos al considerarlos una amenaza para su autoridad ideológica. Esto es llevado hasta el extremo de incluso ejercer presiones para impedir que los discrepantes puedan expresarse libremente en distintos medios: revistas, portales de noticias, foros, ateneos, etc. De esta forma ya no sólo no se asume la posibilidad de que existan voces discrepantes, sino que su mera existencia es inaceptable y constituye un motivo de reprobación y persecución a través del boicot, la censura, la difamación, etc. Pero lo peor es que este comportamiento sectario, inquisitorial y liberticida es interiorizado por una gran parte del público y reproducido en sus relaciones, lo que aboca a un encerramiento frente al mundo, a la endogamia (tanto ideológica como relacional), y en última instancia a la destrucción de la convivencia al introducir la distinción política amigo-enemigo en las relaciones personales sobre la base de determinados postulados ideológicos y políticos, de manera que todo se reduce a lo siguiente: o estás conmigo o estás contra mí. ¿En qué se diferencia todo esto de lo que hace el poder establecido?. En nada. Pero lo cierto es que este tipo de actitudes y comportamientos se reproducen en los ambientes disidentes que pretenden constituir una alternativa emancipatoria y transformadora al actual sistema de dominación. ¿Es posible la emancipación si reproducimos la dominación en nuestra práctica cotidiana?. Desde luego que no. Si no estamos dispuestos siquiera a asumir la existencia de puntos de vista o planteamientos contradictorios con los nuestros, e incluso abogamos por su silenciamiento, no somos diferentes de los poderosos que también reprimen a quienes discrepan o cuestionan el orden establecido. La autocomplacencia, y muy especialmente la autocomplacencia ideológica que no deja de ser una forma de narcisismo, no es inteligente y sobre todo es inmoral. Es muy fácil seguir la corriente, permanecer en esa zona de confort que eventualmente nos suministran los círculos ideológicos o sociales en los que nos desenvolvemos y que, en definitiva, constituyen el gueto del que formamos parte. Nada de esto nos permite avanzar como personas ni como colectivo. La endogamia, la ortodoxia y el monolitismo ideológico nunca han permitido avanzar a las personas y sociedades porque las ha conducido al estancamiento, a su fosilización y en último término a su desmoronamiento interno. Todos estos son rasgos inherentes a las denominadas sociedades cerradas que desafortunadamente también se manifiestan en los ámbitos de la disidencia. El pluralismo en el terreno de las ideas es necesario, pero este es imposible sin libertad de expresión para exponer estas ideas, sean cuales sean. La libertad de expresión permite el debate, la discusión, el intercambio de ideas y puntos de vista, y como consecuencia de la confrontación entre planteamientos e ideas contradictorias cada parte involucrada se ve obligada a mejorar sus argumentos, a enfocar las cosas y situaciones de diferente manera, a reformular sus ideas e incluso a cambiar su posición respecto a determinadas cuestiones. El rechazo del debate es el rechazo del cambio, de la posibilidad de mejora, es cerrar la puerta a la evolución porque no se quiere nada de esto y lo que en realidad se persigue no es otra cosa que la imposición. En el fondo se trata de una derrota ideológica porque comporta el abandono de la batalla de las ideas. Y las razones que explican esto son varias. La más habitual es pura y simple pereza mental. Rehuir el combate ideológico no supone ningún esfuerzo, siempre es más fácil conformarse con nuestras supuestas verdades en vez de confrontar nuestras ideas con las de otros que piensan distinto. La confrontación ideológica exige ponerse en el lugar del otro para conocer los razonamientos que le han conducido a las conclusiones y argumentos que sostiene, y esto supone un esfuerzo considerable que por lo general no se está dispuesto a llevar a cabo porque entraña cierta dificultad. Reflexionar y cuestionarse algunas cosas que se daban por sentado no es una actividad especialmente agradable, y exige informarse acerca de lo que piensan los otros. Resulta mucho más sencillo caer en el insulto que es, por lo demás, el último, y muchas veces también el único, recurso de los incompetentes. En otro lugar nos encontramos con quienes se oponen a cualquier debate bajo la excusa de que de lo contrario se da pábulo y publicidad a adversarios políticos e ideológicos, y que el mejor modo de combatirlos es censurándoles, silenciándoles, haciendo boicot, etc., para excluirles de determinados ámbitos, pues de lo contrario lo que se consigue es legitimarlos. Esta argumentación, por el contrario, encubre las razones inconfesables que se ocultan detrás de este planteamiento. La primera de ellas es la inseguridad que produce el miedo a entrar en un debate de ideas y perderlo. Esto demuestra que no se tienen argumentos, ni ideas que merezcan la pena ser sometidas a debate y confrontadas con otras ideas antagónicas. Un debate público y abierto, sin violencia física, en el que cada una de las partes pueda presentar sus ideas sin ninguna cortapisa, produce un enorme desasosiego entre quienes temen ser rebatidos y quedar en ridículo. Pero el mayor tormento para los defensores de este punto de vista es la posibilidad de la deserción del rebaño. No olvidemos que todo gueto político e ideológico constituye un entorno que unos pocos controlan, pues desafortunadamente en esta sociedad sobran personas con mentalidad de rebaño mientras que no faltan aquellas otras que aspiran a pastorear a los demás. Es por esto que hay que proteger a las ovejas de los posibles lobos, no vaya a ser que se las coman o que les dé por seguir a otro pastor. Para los defensores de este enfoque coercitivo el mundo se divide entre buenos y malos. Ellos son los buenos y a los malos no hay que permitirles respirar, por lo que hay que combatirles sin cuartel hasta destruirlos completamente. Sus ideas son malas y no deben tener cabida en la sociedad, por lo tanto no hay que permitirles expresarlas. Este es exactamente el mismo razonamiento que sigue el poder establecido en su relación con todos aquellos que lo cuestionan o que discrepan al no compartir su ideología y manera de explicar la realidad. La cobardía es, así, disfrazada de una supuesta superioridad moral que en realidad no existe. Sólo es una forma de justificar una imposición más. En ambos casos no interesa que las personas pensemos por nosotras mismas y que lleguemos a nuestras propias conclusiones. Por el contrario, un debate de ideas, público y abierto, en el que todas las partes puedan expresarse libremente y confrontar sus puntos de vista, es una oportunidad extraordinaria para rebatir las ideas de los adversarios y demostrar el error en el que se encuentran. La batalla de las ideas no hay que rehuirla sino por el contrario aceptar los envites que pueda presentar, porque es la forma de exponer ante la opinión pública los argumentos sobre los que se apoyan las distintas posturas para que cada cual saque sus propias conclusiones. Es, también, una manera de llegar a más personas que de otro modo seguirían ignorando determinados planteamientos e ideas. Sin embargo, al poder no le interesa el debate abierto de ideas y por eso lo impide. Encarcela, silencia, censura, boicotea, etc., a quienes cuestionan las verdades establecidas y el sentido común imperante. Algo parecido, aunque a otro nivel, ocurre con los pastores de rebaños ideológicos. Si queremos construir un mundo libre no debemos incurrir en el error de reproducir las mismas dinámicas liberticidas que definen al poder, porque ninguna sociedad libre es posible sobre la base de la censura y la coacción.
Esteban Vidal
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Posted: 10 Jun 2018 04:54 AM PDT
Tokata Y Fuga 2-VI-2018.
Hacemos un balance provisional de lo sucedido antas, durante y después de la huelga de hambre colectiva que hicieron lxs presxs en lucha durante la primera quincena de mayo. Rosa Giménez nos da las últimas noticias sobre la situación de su hijo Francisco, preso enfermo de cáncer por cuya excarcelación está luchando. Hablamos finalmente del Guántanamo español, o sea, del régimen de excepción que se aplica a las personas presas acusadas de “yihadismo”, en el que se vulneran impunemente sus derechos humanos. Read more ... |
Posted: 10 Jun 2018 04:47 AM PDT
Los seres humanos somos, ante todo, animales sociales. Esto explica por qué tenemos la necesidad de pertenecer a grupos con los que podamos identificarnos y que nos relacionemos por gustos e intereses en común ya sea en lo musical, lo deportivo o lo político.
Un reflejo claro de esto es como nos sentimos mejor al leer los periódicos y las notas que expresen opiniones parecidas a las nuestras, al igual que disfrutamos cuando encontramos letras de canciones con las que podamos conectarnos de forma personal. Hoy en día, empresas como Google y Facebook se aprovechan de esto y arman todo su modelo de negocios alrededor de la idea de que si pueden acercarnos los resultados más atractivos y relevantes van a tener más usuarios y, en definitiva, más anuncios vistos. Como resultado, llevan adelante una carrera para poder ofrecer filtros personalizados que nos muestran una versión única de las cosas que ellos creen que queremos ver. Estos filtros, en efecto, controlan y limitan la información que llega a nuestra pantalla. Todo esto es posible gracias al análisis de inmensas cantidades de datos por medio de algoritmos sociales. Un algoritmo es simplemente una serie de pasos a seguir para resolver un problema en particular, como puede ser una receta de cocina o una operación matemática. En el caso de las redes sociales, el problema a resolver es cómo mantenernos más tiempo pegados a las pantallas de nuestros celulares y computadoras. Quieren que uses [su tecnología] de una forma particular y por largos periodos de tiempo. Porque es de esa forma como hacen dinero.Están dando forma a las acciones, los sentimientos y los pensamientos de las personas. Están programando a la gente.” Tristan Harris, ex Product Manager en Google.Estos algoritmos están diseñados para potenciar al máximo la atención del usuario, lo hacen aprendiendo de nuestro comportamiento. Al visitar una página, leer y reaccionar ante ciertos tipos de contenidos los algoritmos comienzan a armar un perfil para nuestro usuario. Un modelo para usar y poder ofrecernos más de lo mismo, más contenidos que concuerden con lo que pensamos, más noticias y sitios parecidos a los que ya estamos consumiendo. Pero es importante notar, que estos algoritmos también van a filtrar y sacar de nuestras redes los contenidos que presuman no nos interesan o con los que no estamos de acuerdo. Si se da un debate al seno de la sociedad sobre alguna problemática sólo se te van a acercar las perspectivas y opiniones con las que ya estés de acuerdo y filtrar el resto El peligro latente que se desprende de esta situación es que ni siquiera vas a poder darte cuenta que puede haber un punto de vista diferente, ya que estos algoritmos también van a recomendarte seguir y generar amistades con gente con la que ya tengas cosas en común. De esta forma, de un momento al otro, estamos siendo prisioneros de cámaras de eco. Una vez que toda la gente con la que nos relacionamos tiene la misma opinión, lo único que hacen es reproducir y opinar sobre cosas en las que ya están de acuerdo. No vas a preguntarte si convendría escuchar a la otra parte, ya que ni siquiera vas a darte cuenta que existe otra parte. Estas estrategias no son producto de algún genio malvado dentro de estas empresas que quiera perjudicarnos y jugar con nuestras mentes. Sino que es algo mucho más banal y cercano, el dinero. Las redes sociales, cuando las despojamos de todo lo demás, no son más que sitios de anuncios y propaganda. Las empresas pagan por llegar a un tipo de audiencia específica con sus publicidades y esta es la piedra angular de todo su negocio. Mientras más eficaces sus algoritmos mayor el crecimiento que pueden tener, ya que pueden ofrecer audiencias con más granularidad. Este crecimiento sin barreras puede resultar en un colapso social si es que no intervenimos a tiempo. Quizás se puede argumentar que no te interesa realmente que usen tu información personal ya que de todas formas no vas a hacer caso a la propaganda que se te presente. Pero cuando la personalización no sólo afecta lo que podrías comprar, sino la forma en que vas a pensar y ver el mundo, entonces es un problema diferente. Las redes sociales nos limitan a ver diferentes puntos de vista, y por muy bien que se pueda sentir que todo el mundo piense como uno, es crítico que veamos cosas fuera de nuestra zona de confort y que nos enfrentemos con opiniones contrarias. Se ha demostrado en las últimas elecciones norteamericanas como esto se puede explotar para controlar lo que piensan grandes sectores de la población. Rusia, en este caso, por medio de la compra de espacio publicitario en Facebook, ha logrado interferir en el proceso electoral. Tu no pagas por Facebook. Los anunciantes pagan por Facebook. Lo puedes usar gratis porque son tus ojos los que están siendo vendidos.” Ramsay BrownLa estrategia era sencilla, ofrecer anuncios personalizados que lleven a noticias falsas; lo que generó un clima de inestabilidad política. Esto acompañado de un ejército de cuentas falsas para atacar constantemente a la oponente del actual presidente norteamericano, lo que ocasionó una influencia crucial en Estados claves. Como vemos, el uso de trolls en las redes sociales como le gusta hacer a este gobierno y a la oposición no es para nada un invento argentino. En tiempos donde la información es masiva y por ende difusa, saber que es verdad y que no se hace una tarea muy difícil. Si dejamos que nos atrapen en estas redes donde sólo podemos escuchar una campana lo más probable es que con el tiempo nuestra capacidad para pensar de forma crítica y poder analizar lo que pasa en el mundo desaparezca. Es vital enfrentarnos con opiniones disidentes, debatir con personas reales fuera de las ataduras virtuales, para así lograr una mayor comprensión de la realidad, que es mucho más compleja que en épocas anteriores de la historia humana. Mark Zuckerberg, Jefe Ejecutivo de Facebook, una vez le contó a sus colegas que “saber que una ardilla muere en tu jardín puede ser más relevante para tus intereses que saber que está muriendo gente en África”. El hecho de que nos enfoquemos en las noticias más relevantes - la ardilla - es la estrategia de negocios por la que están haciendo dinero a costa nuestra. Pero esto nos deja simplemente mirando nuestro jardín en vez de estar leyendo sobre las cosas que pasan realmente, sobre nuestra explotación cotidiana, las luchas, las revueltas, la revolución.
Periódico Anarquista - Número 001
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Posted: 10 Jun 2018 04:25 AM PDT
Todo Por Hacer es una publicación anarquista que se edita mensualmente en Madrid. Se distribuye de forma gratuita en esta ciudad y se puede descargar en www.todoporhacer.org
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Recomendaciones
Contacto: todoporhacer@riseup.net www.todoporhacer.org Read more ... |
Posted: 10 Jun 2018 04:18 AM PDT
¿¡Y qué...!?
¿¡qué más da ser diferente!? ¿quién te va a decir que eres mejor o peor por escapar a la normalidad? ¿quién tiene derecho a decir si eres mejor o peor que alguien por ser diferente?
¡Toda la vida siendo juzgado!
¡Toda la vida siendo burlado!
Todo esto empieza quizá
en la diferencia de ser más sensible que lxs demás, y por eso rechazado y por eso marginado.
No hay más que decir:
¡estoy harta de ser maltratada!
Pensar en que no quiero
ser igual que aquellxs que se han burlado de mí, y darme cuenta que con ese trato en un monstruo me iban a convertir.
¿Raro?, ¿diferente?
¿¡Y qué...!? ¡Con orgullo diré!: me alegro de ser diferente a ti, no soportaría esa normalidad tan vana y superficial que hay en ti.
-Richie punk
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