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jueves, 18 de julio de 2013

Tinkunaco 1066/13 - Revista América XXI Nº 97

Revista América XXI Nº 97
Julio de 2013

Estados Unidos arrastrado por la crisis capitalista
Por: Ignacio Díaz
Fecha de publicación: 01/07/13
Foto Decadencia: 1.271 organizaciones gubernamentales, 1.931 compañías privadas para “luchar contra el terrorismo”; 10 mil bases especiales a lo largo del país para “garantizar la seguridad nacional”; 854 mil personas ocupadas en información clasificada top secret (265 mil son contratistas, antes llamados mercenarios); 33 complejos nuevos para trabajos de inteligencia top secret estaban construidos o en construcción en 2010 en Washington y alrededores (ocupan una superficie que prácticamente triplica a la del Pentágono); un presupuesto para Inteligencia de 75 mil millones de dólares en 2009, más de 21 veces superior al de 2001. Estos números resumen la transformación de una democracia capitalista en un Estado policial. 

Estados Unidos vive un drástico recorte de los derechos civiles y las garantías constitucionales que antes exhibía al mundo como modelo a alcanzar. Desde sus orígenes, el imperio violentó fronteras afuera los derechos básicos que argumenta defender. Ahora los ataca en relación con su propia población a la vez que acelera formas agresivas de espionaje respecto de las restantes potencias capitalistas y otros países aliados. La decadencia económica, social y política ha llegado ya al punto de negar valores que dieron basamento a una prolongada hegemonía, transformando la República burguesa en un Estado policial.

En pocos días hubo una sucesión de revelaciones estremecedoras: espionaje masivo realizado desde hace siete años por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) sobre las llamadas telefónicas de los ciudadanos estadounidenses; exposición del programa secreto Prism de vigilancia electrónica a través de las grandes compañías de Internet; denuncia periodística de que el gobierno señala objetivos en el exterior para la realización de ciberataques.

El impacto da de lleno sobre el presidente Barack Obama, cuyo gobierno se muestra cada vez más parecido al de quien consideraba su antítesis: “Allá por 2007 Obama dijo que no quería estar al frente de un gobierno que fuese la versión light de Bush-Cheney. Puede quedarse muy tranquilo. Con prisioneros a quienes se les niega el debido proceso muriéndose de hambre en Guantánamo, con la CIA que no siempre sabe a quién está matando con los aviones no tripulados y con el auge del negocio del espionaje interno, su gobierno no tiene nada de light”, expuso un columnista de The New york Times, cuya desilusión es idéntica a la de millones de compatriotas.

Expuesto el espionaje, la reacción posterior confirmó hasta dónde llega el bipartidismo: al unísono, republicanos y demócratas cerraron filas en defensa de la vigilancia masiva y sin límites de estadounidenses, a quienes dicen proteger del terrorismo. Obama consideró apenas como una “modesta intrusión a la privacidad” al espionaje telefónico y electrónico de su población, que calificó de “necesario” para la protección de la seguridad nacional. Aunque en campaña electoral contra Bush en 2008 llamaba a oponerse a la “falsa opción” entre libertades y seguridad que planteaba el ex presidente, ahora es su más fiel continuador.

Espionaje masivo

Un periódico británico y otro estadounidense, The Guardian y The Washington Post, expusieron al público a comienzos de junio una serie de programas interrelacionados de la NSA, a partir de documentos provistos por Edward Snowden, un empleado de Inteligencia de la empresa contratista Booz Allen Hamilton y analista de sistemas de 29 años que filtró la información secreta tras viajar a Hong Kong (ver Edward Snowden: ¿héroe o agente?).

Uno de los programas se dedica a recolectar todos los llamados telefónicos hechos y recibidos en el país, incluyendo las locaciones y duraciones de cada uno. Snowden entregó a la prensa una copia de una orden judicial secreta del 25 de abril de 2012 en la que el Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Exterior (Fisa) obligaba a la compañía de telefonía celular Verizon a reportar “en forma diaria y continua” información a la NSA sobre el tráfico telefónico de sus usuarios. La orden, de máxima confidencialidad (top secret), le otorga autoridad ilimitada al Gobierno para la recopilación de la información por tres meses. Lo mismo ocurre con los clientes de las compañías de telecomunicaciones At&T y Nextel, según publicó The Wall Street Journal, el cual también aseguró que la NSA tiene acceso a información de los proveedores de tarjetas de crédito. En realidad se trata de una práctica continua y permanente que ocurre sin interrupción desde hace al menos hace siete años, según lo confirmó la titular del Comité de Inteligencia del Senado Sianne Feinstein.

The Washington Post y The Guardian revelan igualmente otro programa que recopila información digital de usuarios de Internet con la colaboración de al menos nueve grandes compañías del sector: Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, AOL, Skype, Apple, YouTube y PalTalk. Correos electrónicos, documentos personales, chats, archivos enviados y recibidos, videos, fotografías y detalles de la actividad realizada en la web son algunas de las informaciones que el gobierno recopila a través del programa Prism. Según publicaron los periódicos, la NSA y el FBI obtienen estos datos directamente de los servidores centrales de estas compañías de Internet, algo que las empresas niegan a pesar de la información difundida por la prensa, que incluye –entre otras cosas- las fechas exactas en las que cada una comenzó a colaborar con el programa estatal (Microsoft fue la primera el 11 de septiembre de 2007 y Apple la última, en octubre de 2012; Yahoo ingresó en 2008; Google, Facebook y PalTalk en 2009; YouTube en 2010; Skype y AOL en 2012).

Prism fue establecido en 2007 bajo la presidencia de Bush pero tuvo un crecimiento exponencial en los últimos años bajo el gobierno de Obama. El programa es el más importante en cuanto al tipo de información al que le habilita acceder a la NSA, según un propio reporte de la agencia filtrado a la prensa.

Un tercer programa develado –también top secret– se denomina Boundless Informant (“Informante sin fronteras”). Consiste en una base de datos que clasifica y mapea país por país el volumen de información que recopila de computadoras y redes telefónicas. Los documentos develados muestran los datos de un período de 30 días entre febrero y marzo de este año, en los que la NSA recogió unas tres mil millones de piezas informativas de inteligencia sólo dentro de Estados Unidos y unas 97 mil millones alrededor del mundo. Irán resultó ser el país más espiado, con más de 14 mil millones de monitoreos de inteligencia, seguido de Pakistán (13,5 mil millones) y Jordania (12,7 mil millones) que es uno de los aliados más cercanos del gobierno estadounidense entre los países árabes. Cuarto y quinto en la lista figuran Egipto e India respectivamente. En Europa, el país más vigilado resultó Alemania (al mismo nivel que países como China, Irak y Arabia Saudita).

Otro programa mencionado en la información secreta filtrada por Snowden es Blarney, descripto como “la colección de comunicaciones en cables de fibra óptica e infraestructura y flujos de datos”. Poco más se sabe de este programa mediante el cual aparentemente la NSA construye un índice del tráfico en Internet y de cómo las personas se conectan. Se trata de un espionaje que podría resultar mucho más invasivo que el propio Prism, pero todavía no ha sido develado.

Las filtraciones hechas por Snowden dan cuenta también de la existencia de otros dos programas de recolección de datos de la NSA, pero se desconocen sus nombres y especificidades. El periodista de The Guardian Gleen Greenwald aseguró que habrá “más revelaciones importantes” durante semanas y meses gracias al material proporcionado por el ex agente de la CIA.

La organización de hackers Anonymous aseguró que el espionaje descubierto ocurre en más de 35 países y “se hace con la colaboración de empresas privadas y socios de Inteligencia en todo el mundo”. A pesar del enorme déficit fiscal del Estado y los malos indicadores sociales por la crisis económica, los planes gubernamentales prevén que la NSA siga creciendo con 10 mil nuevos trabajadores a incorporarse durante los próximos 15 años y millonarias inversiones en infraestructura.

Una estructura fuera de control

La filtración sin precedentes hecha por un contratista de Inteligencia de documentos de la NSA clasificados como top secret, cuyo acceso se supone limitado y de máxima seguridad, obliga a poner la mira en el monumental aparato de Inteligencia montado por Estados Unidos, que ha vivido un crecimiento sin precedentes durante la última década, incluyendo los años que lleva Obama como Presidente.
La Oficina del Director de Inteligencia Nacional (Odni) estimó años atrás que el 70% del presupuesto secreto en Inteligencia se destina a contratistas privados como la compañía Booz Allen Hamilton, en la que trabajaba Snowden antes de viajar a Hong Kong y filtrar la información secreta de la NSA.

Una de las pocas investigaciones sobre el aparato de Inteligencia estadounidense fue llevada a cabo por periodistas del Washington Post entre 2008 y 2010 y registró la existencia de al menos 1.271 organizaciones gubernamentales y 1.931 compañías privadas que trabajan en programas relacionados a la lucha contra el terrorismo, la seguridad nacional y la Inteligencia en unos 10 mil lugares diseminados por todo el país.

Es una gigantesca estructura que demanda decenas de miles de millones de dólares en infraestructura y personal, pero cuyos números precisos se desconocen públicamente (cuánto cuesta, cuántas personas emplea, cuántos programas existen). “El sistema montado para mantener seguro a Estados Unidos es tan masivo que su efectividad es imposible de determinar”, concluyeron los investigadores.
Algunos números estimados por el periódico ayudan a imaginar la inmensidad del sistema: 854 mil personas tendrían credenciales de acceso a información clasificada top secret (265 mil son contratistas); 33 complejos nuevos para trabajos de inteligencia top secret estaban construidos o en construcción en 2010 en Washington y alrededores respecto de los que había en septiembre de 2001 (ocupan una superficie que prácticamente triplica a la del Pentágono); un presupuesto para Inteligencia de 75 mil millones de dólares en 2009, más de 21 veces superior al de 2001 (sin contar múltiples actividades militares y programas domésticos que se financian por fuera de ese presupuesto).

Todas las cifras se multiplicaron: la Agencia de Inteligencia para la Defensa, del Pentágono, pasó en ocho años de 7.500 a 16.500 empleados. El presupuesto de la NSA se duplicó. Las Fuerzas Conjuntas contra el Terrorismo del FBI pasaron de 35 a 106. Son sólo algunos ejemplos del crecimiento descomunal del aparato de inteligencia y seguridad de Estados Unidos en plena evolución de la crisis económica internacional.

Mientras se recortan gastos vitales para la población destinados a la salud y protección social, el gobierno sostiene y ensancha un aparato que en mayor medida responde a la guerra: dos tercios de los programas de Inteligencia responden al Departamento de Defensa. Algunos de ellos están superpuestos en gran cantidad, como las organizaciones federales dedicadas a investigar el flujo del dinero hacia y desde redes consideradas terroristas por el gobierno (hay 51 en 15 ciudades). Un esfuerzo muy caro para la población pero muy lucrativo para las compañías privadas del sector financiadas por el Estado.
El control de este inmenso aparato recae desde 2004 en la Odni, creada ese año por recomendación de la comisión bipartita del Congreso que investigaba el atentado del 11 de septiembre de 2001. Pero según admitieron varios oficiales de agencias de Inteligencia consultados por The Washington Post, todavía desconocen con exactitud de qué se encarga esta Oficina, que intercepta y recopila 1.700 millones de correos electrónicos, llamadas y otros tipos de comunicaciones según datos de 2010.

La guerra cibernética

Si bien la revelación de la existencia de programas de espionaje interno secretos destaparon un fuerte debate dentro y fuera de Estados Unidos sobre las violaciones de la privacidad y otros derechos y libertades básicas de la población estadounidense, las filtraciones de los documentos dejaron también al descubierto otras operaciones graves: los ataques cibernéticos ordenados por el gobierno estadounidense.

Un informe secreto difundido por la prensa tras la publicación de los programas de la NSA develó que en octubre de 2012 Obama ordenó a los jefes de Inteligencia y de la seguridad nacional la elaboración de un plan de Operaciones Cibernéticas Ofensivas, con una lista de posibles objetivos para ciberataques a realizar en el exterior “con breve aviso previo o sin aviso”, según el documento titulado “Política Presidencial 20”. El Comando Cibernético del país anunció este año que planea incorporar entre tres y cuatro mil nuevos miembros hasta 2015. Según documentos entregados por Snowden al periódico South China Morning Post, la NSA está hackeando computadoras en Hong Kong y China desde 2009 (Snowden estimó en más de 61 mil las operaciones de hackeo realizadas por Estados Unidos a nivel mundial durante los últimos cuatro años). Se trata de la revelación de un aparato que lejos de estar destinado a la defensa, prepara ataques cibernéticos a gran escala desde las oficinas de la NSA.

Una investigación de la revista estadounidense Foreing Policy confirmó la información filtrada por Snowden y afirmó que una unidad de la NSA que conduce un programa de Operaciones de Acceso Personalizado (TAO, según sus siglas en inglés) “ha accedido con éxito a los sistemas informáticos y de telecomunicaciones chinos obteniendo así la información más fiable de lo que está pasando actualmente en China” durante los últimos 15 años. Lo mismo se ha dicho en la prensa sobre China respecto al acceso de hackers a información privada o secreta de Estados Unidos, al punto que el propio gobierno de Obama ha estado acusando a China de realizar ciberespionaje durante los últimos meses.

Obama en la pendiente

Para el Presidente no pudo ser peor. Una a una sus promesas se han derrumbado. Nada de cambio y mucho de continuidad con el gobierno de Bush marcaron su primer período presidencial y los seis meses que lleva en la Casa Blanca en su segundo mandato. Las filtraciones de los programas de espionaje interno tienen más espectacularidad pero no son menos graves otras revelaciones de los últimos meses.

El Presidente que denunciaba los excesos de Bush en su “guerra contra el terrorismo” debió responder en mayo ante la denuncia de la agencia AP por el espionaje de unos 20 periodistas durante dos meses para descubrir “la fuente sobre una información sobre la CIA” publicada en una nota de la agencia de mayo de 2012 que develaba una operación en Yemen para abortar un plan terrorista, según argumentó el gobierno después. AP calificó de “intromisión descomunal y sin precedentes” al espionaje de periodistas. Desde que asumió la presidencia, Obama lleva seis procesos judiciales contra personas sospechosas de haber filtrado información secreta a la prensa, una cifra superior a la de toda la historia previa del país.

El mismo mes, un informe interno de la Oficina de Impuestos reveló que se habían usado “criterios inapropiados” para evitar o demorar la otorgación de estatus especiales de rebaja de impuestos a organizaciones sin fines de lucro vinculadas al Tea Party y otros grupos ultraderechistas, hecho que le significó al Presidente duros cuestionamientos.

La filtración del espionaje social y masivo interno legalizado y en sintonía con grandes empresas fue sólo el último golpe para Obama y los demócratas y liberales que todavía lo apoyaban. “Los estadounidenses queremos sentirnos seguros, pero no a costa de contaminar los valores que nos hacen sentir estadounidenses”, protestó un columnista del New York Times.

Demasiadas filtraciones de información secreta y de máxima confidencialidad para un mismo gobierno. Algo cruje al interior de la burguesía más fuerte del mundo, mientras las grietas atraviesan los pilares económicos y éticos del poder mundial.

Desde Buenos Aires, Ignacio Díaz


Alguien te espía
 

Por Reinaldo Bolívar
“Desde que el mundo es mundo”, reza un viejo adagio, el espionaje forma parte de él. Lo que en algunos casos se llama chisme, normalmente es el resultado de una sugestión u orden: “Anda a ver y me dices qué pasa”. Los reinos y Estados con la angustia de la seguridad nacional fueron perfeccionando agentes para esta acción. Nada que ver con la espectacularidad cinematográfica del personaje preparado contra todo riesgo. La principal arma de un espía es la de parecer uno más en el campo contrario. El oficio de espiar evolucionó junto con los avances de la ciencia y la tecnología. Al igual que la paranoia de sospechar de todos que ha ido invadiendo a los gobiernos poderosos. Justificaciones las hay variadas: la amenaza del comunismo, del terrorismo, de los nacionalismos y “los intereses de seguridad”. El asunto no se trata únicamente de ojear a terceros gobiernos, como lo prueba el caso de espionaje Watergate, que el 16 de junio cumplió 40 años y que involucró al entonces Presidente Nixon en actos de espionaje contra el Partido Demócrata, acción que le costó la Presidencia de la República.
Ahora, la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos ha introducido una demanda contra el gobierno de ese país por el programa de espionaje telefónico destapado recientemente en la prensa por Edward Snowden, un ex agente de la CIA. Pero no sólo la CIA espía. Snowden ha revelado que administra una compañía privada de espionaje y que como ésa hay un buen número que reciben, por pagos, un alto porcentaje del presupuesto de inteligencia nacional. ¿Detectives privados? Es mucho más que eso. Se trata de una espeluznante red que ha expandido el espionaje norteño a cada país del mundo con el que tengan o no conflicto utilizando la más alta tecnología. Toda Internet es espiada: correos electrónicos, audio y video, fotografías, documentos, lo colgado en Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, Youtube, Apple, Whatsapp, Blackberry. Ninguna protección cibernética puede detener al jaqueo diario. Es una acción masiva, sin marco legal, un todo contra todos que impacta a cada país del orbe vulnerando su soberanía y que quebranta la privacidad de las personas. Basta que alguien use una palabra considerada peligrosa para que de inmediato el equipo tecnológico de esa persona sea espiado. Sea estadounidense o no. Cada persona es en este momento sospechosa y no hay derecho internacional que nos proteja. Para completar este escenario, se anuncia que este año entrará en operaciones el mayor centro de espionaje del mundo, un proyecto de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos), al cual arribarán todas las comunicaciones satelitales, de cables subterráneos y marítimos, con la capacidad de desencriptar todo tipo de documentos reservados. Es la guerra de los espías cibernéticos en la que las víctimas no son de sus filas. Las organizaciones gubernamentales internacionales como la ONU, Celac, Unasur, Noal, Unión Africana y las de derechos humanos deben librar una batalla titánica para frenar esta invasión diaria que amenaza la seguridad de las naciones y los derechos a una vida digna y privada de cada persona de este planeta. Desde Caracas. El autor es viceministro para África en el Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores




Edward Snowden: ¿héroe o agente?
 

“Estoy dispuesto a sacrificar todo porque no puedo, en mi alma y en mi conciencia, permitir al gobierno de Estados Unidos que destruya la vida privada, la libertad de Internet y las libertades fundamentales de todo el mundo con este enorme sistema de monitoreo que se está llevando a cabo secretamente”. Con esas palabras Edward Snowden se presentó públicamente desde Hong Kong, tras entregar a los periódicos The Washington Post y The Guardian una serie de documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que expusieron programas de espionaje internos nunca antes revelados. Luego viajó a Moscú. Mientras algunos ya lo erigen como héroe nacional y otros braman furiosos por una rápida extradición y una condena ejemplar por traición a la patria, las preguntas surgen inevitablemente: ¿es un héroe aislado que arriesgó su confortable vida en la isla de Hawai para enfrentar al Gobierno y luchar por los derechos estadounidenses? ¿o responde a otros intereses y con respaldo externo o interno filtró la información secreta?
Si bien los republicanos han defendido mayoritariamente a través de declaraciones públicas los programas de la NSA, considerándolos necesarios para la defensa nacional, esta filtración les juega a favor porque implica un nuevo golpe para el presidente Obama, que en pocos meses ha debido afrontar varias denuncias públicas de acciones muy cuestionadas por la sociedad estadounidense. Para China también tuvo un efecto positivo la filtración del espionaje interno, justo dos días antes de la reunión entre los presidentes Obama y Xi Jinping, cuando la prensa y el gobierno estadounidense anunciaban que la agenda de la reunión bilateral incluiría el reclamo por el supuesto ciberespionaje chino a estadounidenses. Con el propio gobierno espiando a sus ciudadanos, tal acusación quedó desacreditada. Mucho más cuando en el primer día de reunión presidencial Snowden denunció un ciberespionaje inverso de Estados Unidos a China y Hong Kong, ante la prensa asiática, que luego fue ratificado por investigaciones de la propia prensa estadounidense. No caben dudas que el gobierno chino y los republicanos han sido los grandes beneficiados con estas filtraciones que tuvieron eco en toda la prensa mundial; gracias a Snowden. ¿Casualidad?




Cameron: un espía en la cumbre del G-8
 

La antesala a la reunión de presidentes del G-8 no pudo ser peor para David Cameron. 24 horas antes de que el presidente británico recibiera en Irlanda del Norte a los presidentes de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Japón, Italia y Rusia, The Guardian reveló otra información secreta filtrada por el agente de Inteligencia Edward Snowden: el servicio de espionaje electrónico británico interceptó llamadas y correos electrónicos de diplomáticos representantes del G-20 (que integran entre otros Argentina y Brasil) para sacar ventajas durante las negociaciones en las cumbres de abril y septiembre de 2009 en Londres. Así se deduce de una decena de documentos internos del Servicio Gubernamental de Comunicaciones del Reino Unido (Gchq) que trabaja en conjunto con la NSA estadounidense. En un intento por hacer control de daños, el ministerio de Defensa británico pidió no divulgar el espionaje sobre los otros socios del G-20 durante esa cumbre. Para eso envió un “D Notice” a los medios de prensa del país, instándolos a la autocensura “en nombre de la seguridad nacional”.
Escaso resultado: el Guardian informó que la inteligencia local preparó oficinas especiales para leer los correos electrónicos de los funcionarios que viajaban a Londres e interceptar las comunicaciones de los teléfonos BlackBerry. Incluso penetró en la red de computadores del Ministerio de Relaciones Exteriores de Suráfrica y espió intensamente a la delegación de Turquía. Si bien por aquel entonces el laborista Gordon Brown era el primer ministro británico, bajo el gobierno de Cameron el espionaje continúa. Documentos filtrados demuestran que el Gchq tiene acceso al programa de vigilancia electrónica Prism de la NSA al menos desde junio de 2010. Y recopila información de las mismas compañías de Internet.



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