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miércoles, 13 de junio de 2012

Tinkunaco 0830/12 - Re: [Prensa] JUICIO CAMPS, 3 TESTIMONIOS MARTES

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata
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OSCAR ALVITE EN EL JUICIO CAMPS
 
“Etchecolatz me dijo que conmigo se equivocaron”
 
Los secuestradores apuntaban a distintos sectores de la sociedad: trabajadores, empresarios, estudiantes, militantes de diversos espacios. Los testimonios de hoy también dejan a las claras el rol de la Iglesia y las patotas civiles cómplices
 
PRENSA Y DIFUSIÓN
APDH LA PLATA
 
(12JUNIO2012) Pasó otra semana del Juicio que persigue a más de veinte imputados por delitos de lesa humanidad en lo que fue parte del Circuito Camps en la Provincia de Buenos Aires. En la ex – Amia se hicieron presentes unas cien personas, entre familiares, amigos, militantes y estudiantes de colegios secundarios y universitarios.
 
Oscar Norberto Alvite fue secuestrado por una patota civil el 28 de julio de 1977 cuando se encontraba en su negocio en San Justo. Lo llevaron a la Brigada de San Justo por unas horas para finalmente dejarlo en el Centro Clandestino de Puesto Vasco, donde sufrió algunos golpes y torturas psicológicas por la incertidumbre de su destino y el constante terror.
 
En un primer momento estuvo solo en una celda y luego compartió cautiverio con varias personas, entre ellas Nazar, Miralles y Gramano
 
“Me interrogaron. A los dos o tres días de estar encerrado en el buzón, me envolvieron los ojos, me llevaron a una oficina y me preguntaron entre cautro personas si conocía a David Graiver”, indicó el testigo, que era Vicepresidente de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires. Le preguntaron al respecto si en ese ámbito había “judíos y sionistas”, pero ante el desconocimiento lo devolvieron a la celda y no volvieron a interrogarlo.
 
Alvite contó situaciones vividas durante dos meses en clandestinidad, como cuando vio a Jacobo Timberman y a Ramón Miralles maltratados luego de “torturas en camas elásticas”. A su vez, reveló que a las víctimas las sacaban a la Brigada de Banfield y a Pozo de Arana para torturarlos, como así también en Puesto Vasco se realizaban simulacros de fusilamiento.
 
El testigo también era Presidente del Centro de Comerciantes, y un día se cruzó con un Comisario que lo conocía, por lo que lo saludó y provocó la sorpresa del represor, que luego de averiguar el caso de Alvite, le expresó: “Vos no sos un garrón, sos un perejil, te van a mandar a tu casa en cualquier momento”.
 
En cuanto a los represores, el testigo identificó al médico Bergés, el cual “nunca ayudó a nadie”, a Trimarco (Confirmó luego que en realidad era Tarella, uno de los imputados) como actor principal de los secuestros, y a Roma y Rossi como dos integrantes de las fuerzas de inteligencia. Recordó luego al Subcomisario Rojas como encargado de Puesto Vasco.
 
Antes de la ansiada liberación,  la víctima confesó que Etchecolatz admitió haberse equivocado con él:
 
- No hay ningún problema Alvite, le pido disculpas
- Pero señor, yo soy una persona pública, me van a preguntar que hice estos dos meses
- Diga que estuvo con los militares
 
 El Beto Cabrera fue el Oficial que secuestró y liberó a Alvite, que admitió ver en cautiverio a Osvaldo Papaleo. Por otra parte expresó el testigo que la Brigada de San Justo por la noche “era un concierto de gritos” producto de las torturas.
 
Pero no todo terminó ahí para Alvite, que luego de sacar una carta de Puesto Vasco para entregarla a un familiar y un conflicto posterior entre los represores, volvió a caer en clandestinidad entre noviembre y diciembre de 1977.
 
“Es la primera vez que declaro señor Juez, antes no quería porque los militares venían cada tres años, hoy es imposible que así sea”, concluyó el testigo, que reconoció a Cozzani como el brazo de acción de Etchecolatz.
 
“Entrabamos justo en una celda, no había espacio”
 
Luisa Villar Riart es la  madre de José Martín Romero, quien fuera secuestrado el día 4 de junio de 1977. A su vez era la nuera del juez federal Ramón Miralles.
 
Eran las dos de la madrugada cuando llamaron a su casa dos hombres vestidos de traje, le preguntaron por su hijo y se lo llevaron, como también a su primo José Martín Romero.
 
Elba fue a preguntar a la Comisaria 6ta. De Ringuelet por que se lo llevaron y le dijeron que era “para sacarle datos del primo”.
 
Días más tarde la testigo fue secuestrada por patotas civiles comandadas por Cozzani, uno de los imputados, quién se comunicaba constantemente con Etchecolatz para saber que hacían con ella, ya que en realidad buscaban a su suegro Ramón Miralles. La búsqueda siguió y cayeron dos hermanos de Ramón, y una empleada de su casa.
 
Elba estaba embarazada en el momento del secuestro, y producto de los atropellos de las fuerzas de seguridad, perdió el embarazo. “Cuando me llevaban en auto a Coti Martínez pedí que vayan más despacio, pero me contestaron que si no le gustaba que me tire”, expresó.
En cautiverio fue torturada y confesó que había dos jóvenes mujeres que eran violadas sistemáticamente. “El miedo era constante, a mi me tocó compartir celda con mi esposo Carlos y mi cuñado Julio. Era tan chica que apenas entrábamos”, dijo.
 
También se apunto al médico Bergés como alguien cómplice ya que no ayudaba a curar a las víctimas de las torturas y violaciones. “Cuando me interrogaban, eran cosas incoherentes, parecía que lo hacían por placer”, indicó la víctima, liberada el 1 de julio de 1977.
 
Al igual que diversos testimonios a lo largo del juicio, Elba vio a Von Wernich en Coti Martínez, y señaló a Monseñor Plaza como cómplice ya que advertía a su suegra que no hablen de lo que estaba pasando en los Centros Clandestinos de Detención.
 
Años en cautiverio
 
También declaró el cineasta Alcides Chiesa, quien fue secuestrado el 15 de octubre de 1977. Entre otras actividades había hecho un documental sobre la situación de los presos políticos.
Estuvo varios años en cautiverio, y pasó por Brigada de Quilmes, Puesto Vasco, Unidad 9 de La Plata y hasta fue llevado a la cárcel de Rawson hasta ser liberado en La Plata en 1980.
Durante su cautiverio fue sometido a interrogatorios, en algunos de los cuales se incluyó golpes de puño, o el  uso de la picana eléctrica. Les preguntaban acerca de su militancia política y les pedían nombres. Una noche  trajeron a su mujer –también secuestrada-  para que delate información.
 
 
En uno de los pasajes del relato, Chiesa expresó situaciones vividas en el Brigada de Quilmes:
 
Yo me infecté las piernas con las picanas, se me hizo perforación en el pie, tuve que romperle el pantalón porque me apretaba. Vino a verme el médico Berges. Lo recuerdo porque es una persona que me bajó la venda por primera vez y le vi la cara. Me dio unas pastillas para la infección, pero tomé la primera vez y me provocó estado de alergia enorme, me llené de ronchas.
 
Luego se refirió a la relación con un represor, que se olvidó por un momento del rol que cumplía:
 
“Uno de los policías, que le decíamos el Tío, me sacó, me puso en el patio con agua y sal, me fue curando la herida durante un mes o más, pero me curé. Este personaje el Tio era medio raro, porque era una de las pocas personas que tenía cierto rango humano. En navidad se vino con un cigarrillo y caramelos, nos dio a todos. Ahora parece una tontería, pero en ese momento me emocioné”
 
El juicio retorna el próximo lunes desde las 12.30 en la Ex – Amia, situada en la calle 4 entre 51 y 53 de La Plata.

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