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OSCAR ALVITE EN EL JUICIO CAMPS
“Etchecolatz
me dijo que conmigo se equivocaron”
Los secuestradores apuntaban a distintos
sectores de la sociedad: trabajadores, empresarios, estudiantes, militantes de
diversos espacios. Los testimonios de hoy también dejan a las claras el rol de
la Iglesia y las patotas civiles cómplices
PRENSA Y
DIFUSIÓN
APDH LA
PLATA
(12JUNIO2012) Pasó otra semana del Juicio que persigue a más de
veinte imputados por delitos de lesa humanidad en lo que fue parte del Circuito
Camps en la Provincia de Buenos Aires. En la ex – Amia se hicieron presentes
unas cien personas, entre familiares, amigos, militantes y estudiantes de
colegios secundarios y universitarios.
Oscar Norberto Alvite fue secuestrado por una patota civil el 28 de julio
de 1977 cuando se encontraba en su negocio en San Justo. Lo llevaron a la
Brigada de San Justo por unas horas para finalmente dejarlo en el Centro
Clandestino de Puesto Vasco, donde sufrió algunos golpes y torturas
psicológicas por la incertidumbre de su destino y el constante terror.
En
un primer momento estuvo solo en una celda y luego compartió cautiverio con
varias personas, entre ellas Nazar, Miralles y Gramano
“Me
interrogaron. A los dos o tres días de estar encerrado en el buzón, me
envolvieron los ojos, me llevaron a una oficina y me preguntaron entre cautro personas
si conocía a David Graiver”, indicó el testigo, que era Vicepresidente de la
Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires. Le preguntaron al
respecto si en ese ámbito había “judíos y sionistas”, pero ante el
desconocimiento lo devolvieron a la celda y no volvieron a interrogarlo.
Alvite
contó situaciones vividas durante dos meses en clandestinidad, como cuando vio
a Jacobo Timberman y a Ramón Miralles maltratados luego de “torturas en camas
elásticas”. A su vez, reveló que a las víctimas las sacaban a la Brigada de
Banfield y a Pozo de Arana para torturarlos, como así también en Puesto Vasco
se realizaban simulacros de fusilamiento.
El
testigo también era Presidente del Centro de Comerciantes, y un día se cruzó
con un Comisario que lo conocía, por lo que lo saludó y provocó la sorpresa del
represor, que luego de averiguar el caso de Alvite, le expresó: “Vos no sos un
garrón, sos un perejil, te van a mandar a tu casa en cualquier momento”.
En
cuanto a los represores, el testigo identificó al médico Bergés, el cual “nunca
ayudó a nadie”, a Trimarco (Confirmó luego que en realidad era Tarella, uno de
los imputados) como actor principal de los secuestros, y a Roma y Rossi como
dos integrantes de las fuerzas de inteligencia. Recordó luego al Subcomisario
Rojas como encargado de Puesto Vasco.
Antes
de la ansiada liberación, la víctima
confesó que Etchecolatz admitió haberse equivocado con él:
-
No hay ningún problema Alvite, le pido disculpas
-
Pero señor, yo soy una persona pública, me van a preguntar que hice estos dos
meses
-
Diga que estuvo con los militares
El Beto Cabrera fue el Oficial que secuestró y
liberó a Alvite, que admitió ver en cautiverio a Osvaldo Papaleo. Por otra
parte expresó el testigo que la Brigada de San Justo por la noche “era un
concierto de gritos” producto de las torturas.
Pero
no todo terminó ahí para Alvite, que luego de sacar una carta de Puesto Vasco
para entregarla a un familiar y un conflicto posterior entre los represores,
volvió a caer en clandestinidad entre noviembre y diciembre de 1977.
“Es
la primera vez que declaro señor Juez, antes no quería porque los militares
venían cada tres años, hoy es imposible que así sea”, concluyó el testigo, que
reconoció a Cozzani como el brazo de acción de Etchecolatz.
“Entrabamos
justo en una celda, no había espacio”
Luisa Villar Riart es la madre de José Martín Romero, quien fuera secuestrado el día 4 de
junio de 1977. A su vez era la nuera del juez federal Ramón Miralles.
Eran las dos de la
madrugada cuando llamaron a su casa dos hombres vestidos de traje, le
preguntaron por su hijo y se lo llevaron, como también a su primo José Martín
Romero.
Elba fue a preguntar a la
Comisaria 6ta. De Ringuelet por que se lo llevaron y le dijeron que era “para
sacarle datos del primo”.
Días más tarde la testigo
fue secuestrada por patotas civiles comandadas por Cozzani, uno de los
imputados, quién se comunicaba constantemente con Etchecolatz para saber que
hacían con ella, ya que en realidad buscaban a su suegro Ramón Miralles. La
búsqueda siguió y cayeron dos hermanos de Ramón, y una empleada de su casa.
Elba estaba embarazada en
el momento del secuestro, y producto de los atropellos de las fuerzas de
seguridad, perdió el embarazo. “Cuando me llevaban en auto a Coti Martínez pedí
que vayan más despacio, pero me contestaron que si no le gustaba que me tire”,
expresó.
En cautiverio fue torturada
y confesó que había dos jóvenes mujeres que eran violadas sistemáticamente. “El
miedo era constante, a mi me tocó compartir celda con mi esposo Carlos y mi
cuñado Julio. Era tan chica que apenas entrábamos”, dijo.
También se apunto al médico
Bergés como alguien cómplice ya que no ayudaba a curar a las víctimas de las torturas
y violaciones. “Cuando me interrogaban, eran cosas incoherentes, parecía que lo
hacían por placer”, indicó la víctima, liberada el 1 de julio de 1977.
Al igual que diversos
testimonios a lo largo del juicio, Elba vio a Von Wernich en Coti Martínez, y
señaló a Monseñor Plaza como cómplice ya que advertía a su suegra que no hablen
de lo que estaba pasando en los Centros Clandestinos de Detención.
Años en cautiverio
También
declaró el cineasta Alcides Chiesa,
quien fue secuestrado el 15 de octubre de 1977. Entre otras actividades había
hecho un documental sobre la situación de los presos políticos.
Estuvo
varios años en cautiverio, y pasó por Brigada de Quilmes, Puesto Vasco, Unidad
9 de La Plata y hasta fue llevado a la cárcel de Rawson hasta ser liberado en
La Plata en 1980.
Durante su cautiverio
fue sometido a interrogatorios, en algunos de los cuales se incluyó
golpes de puño, o el uso de la picana
eléctrica. Les preguntaban acerca de su militancia política y les pedían
nombres. Una noche trajeron a su mujer
–también secuestrada- para que delate
información.
En uno de los pasajes del
relato, Chiesa expresó situaciones vividas en el Brigada de Quilmes:
Yo me infecté las piernas con las
picanas, se me hizo perforación en el pie, tuve que romperle el pantalón porque
me apretaba. Vino a verme el médico Berges. Lo recuerdo porque es una persona
que me bajó la venda por primera vez y le vi la cara. Me dio unas pastillas
para la infección, pero tomé la primera vez y me provocó estado de alergia enorme,
me llené de ronchas.
Luego
se refirió a la relación con un represor, que se olvidó por un momento del rol
que cumplía:
“Uno de los policías, que le decíamos
el Tío, me sacó, me puso en el patio con agua y sal, me fue curando la herida
durante un mes o más, pero me curé. Este personaje el Tio era medio raro,
porque era una de las pocas personas que tenía cierto rango humano. En navidad
se vino con un cigarrillo y caramelos, nos dio a todos. Ahora parece una
tontería, pero en ese momento me emocioné”
El
juicio retorna el próximo lunes desde las 12.30 en la Ex – Amia, situada en la
calle 4 entre 51 y 53 de La Plata.
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