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martes, 19 de enero de 2016

Tinkunaco 0033/16 - La revolución de la “normalidad” (¿?)

elesquiú.com

La revolución de la “normalidad” (¿?)


Como enunciado resulta raro, más que extraño, incongruente terminológicamente.

Esto salió de boca del actual titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi. En principio este Ing. Civil y empresario dedicado a la política que acompaña a Macri desde su gestión en la C.A.B.A., ya traía una dudosa historia en su haber antes de asumir en la gestión nacional. La titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°10, Paloma Ochoa, imputó a Matteo Goretti Comolli, presidente de la fundación “Pensar Argentina”, Hernán Lombardi, ministro de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y a Facundo De Almeida, integrante del Consejo de Promoción Cultural de la Ciudad, por el delito de lavado de activos. Esto fue en octubre del año anterior (2015) en el marco de la investigación sobre las actividades de la “usina de Ideas” que trabajaba para la campaña del entonces candidato presidencial del PRO, Mauricio Macri.

Como se podrá apreciar el actual gobierno nacional, desde el Sr. Presidente para abajo, parecería ser un club de “procesados e imputados”, algo que llamativamente los medios del Grupo Clarín solo focalizaban utilizando potenciales para construir imputaciones en titulares con grados de dudosa veracidad por falta de pruebas, en miembros del gobierno anterior.

Todos estos señalamientos vienen a cuento de no pocos detalles por demás contradictorios que aparecen en las actuales construcciones de relatos anti K realizadas por funcionarios macristas que a diario publican los medios hegemónicos dispuestos a canjear protección mediática por suculentos negocios y que claramente contrastan con conductas de “dudosa moral” que vienen acompañando a los funcionarios hoy oficialistas.

Este juego de palabras a todas luces contradictorio utilizado por Lombardi puede ser producto de su compromiso militante “no grasa” -por su condición empresaria- para con el ideario neoliberal que lo hace caer en ese juego discursivo oficialista plagado de enunciaciones carente de contenidos; casual y paradójicamente los mismos “contenidos” (¿?) que demanda para la administración publica el ministro de Hacienda Prat Gay, al solo fin de justificar la decisión de achicar el Estado generando desempleo público “grasa” y con eso presionar a los trabajadores del sector privado para que cuiden su fuente de trabajo aceptando “estacionamientos remunerativos” a la hora de paritarias, y sin chistar.

Evidentemente la cuestión terminológica emparenta a estos señores con el discurso del presidente que todavía no se sacó el cassette que tenía para la campaña y sigue haciendo anuncios plagados de generalidades sin tener la más remota idea de qué está hablando. En nuestra provincia lo patentizó José Cano el responsable del mega proyecto “Belgrano” que nadie –ni el propio funcionario- sabe de qué se trata, más allá de esa enunciación de generalidades en relación a supuestas obras que se harían de aquí a 10 años (¿?). Existen antecedentes que dan cuenta de estos anuncios rimbombantes que en los hechos terminaron en nada. El más recordado es aquella promesa macrista –siendo candidato a gobernador de la C.A.B.A.- de construir 10 km de subterráneos por año y en sus 8 años de gestión solo inauguró algunas estaciones, producto de trabajos en líneas cuya planificación y obras ya venían siendo ejecutadas desde 1987 (Caso ampliación de las Líneas “A”, “B” y la construcción de la “H”)
Lombardi tomó el término “revolución” a partir de aquella acepción que habla de una transformación radical respecto al pasado inmediato, y él cree que en este caso lo está haciendo en el ámbito cultural acertadamente. Aun siendo su expresión lamentable por donde se lo mire, se le escaparon dos “pequeños detalles” y la aseveración entró para el ciudadano común -de manera compulsiva- en el mundo de las dudas. El primer detalle está relacionado con “revolución”. Las revoluciones son hechos que casualmente rompen con lo que hasta ese momento funcionaba como “normal”. Vuelve “anormal” lo establecido, desordena, genera caos y desde ese caos surge un nuevo orden que seguramente se “normalizará” con el correr del tiempo.

Entonces ¿Qué quiso decir con “revolución de la normalidad”? Ese orden ¿es el orden que necesitan los poderosos para que no existan voces disidentes a su codicia? Para el segundo detalle me inclinaría por suponer que este hombre, desde el punto de vista psico-sociológico, tomó como comportamiento “normal” aquel que satisface lo que está establecido en un determinado entorno cultural; es decir, lo que es adecuado a una determinada cultura. Tal como están dadas las cosas es claro que para él –o lo que él representa- lo “anormal” es todo aquello que alteró la concepción cultural que los poderes económicos consideraban normal hasta el 2001, alterado en estos 12 últimos años. Tengo mis serias dudas sobre si Lombardi conoce la historia cultural de nuestro pueblo en términos políticos y en relación a los medios de comunicación, la libertad de prensa y opinión; tampoco si entiende que toda “revolución” se mira y se hace hacia adelante. Retrotraer situaciones, volver hacia atrás en materia de manejo de la información y medios de comunicación más que revolución y en nuestro caso suena más a contrarrevolución. El pueblo de este país ya lo vivió luego del “55” y a partir del 24 de marzo de 1976.

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