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“Fake News” o la lucha
ideológica
Marco A. Gandásegui h.
ALAI AMLATINA, 07/12/2017.- Los
medios masivos
de comunicación son un fenómeno relativamente reciente. Con el
invento del
telegrama se dio un primer paso en la dirección de informar a
las masas (grupos
sin distinguir su posición o clase social) sobre acontecimientos
que ocurrían
en el mundo. El término mundo hay que calificarlo: Es el espacio
que conocemos
y que culturalmente nos es afín.
Todavía más de la mitad de la
población de la
tierra vive en un mundo pequeño, formado por su familia y
comunidad. Pero una
masa creciente – desde mediados del siglo XIX – vive en un mundo
en permanente
expansión: la provincia, la nación, el mercado internacional y,
finalmente, el
mercado mundial. Esta masa es la consumidora de los medios de
comunicación
masivos. Son miles de millones de personas en todos los
continentes,
atravesando fronteras, que reciben diariamente información de la
más diversa
naturaleza.
Es información procesada en
cuestión de
minutos, por profesionales de la comunicación altamente
entrenados, que es
desplegada a todos los rincones del planeta gracias a las redes
electrónicas,
informáticas y virtuales. La información puede ser presenciada
en vivo desde
cualquier punto del planeta. Gran parte de la información es
predecible ya que
los interesados lo anuncian de antemano: la conferencia de
prensa de alguna
personalidad, un encuentro deportivo decisivo o una elección
política.
Cuando ocurre algo inesperado –
terremoto,
magnicidio o incendio – ya existen protocolos para darle el
tratamiento
correspondiente. Por ejemplo, en el caso de ataques fatales que
tienen como
objetivo crear inseguridad y zozobra (terrorismo), se le da
mucho despliegue si
las víctimas son de determinada región o país. En el caso
contrario, apenas
aparecen en las pantallas o en los periódicos (el caso, entre
otros, de los
palestinos, sarahuí o los pueblos indígenas de toda América).
Esta distinción entre qué es
noticia y qué no
es, ha tomado cierto auge en los grandes medios de comunicación
masivos desde
la elección del presidente Trump en EEUU. Se está hablando de
“Fake News”
(noticias falsas) como un fenómeno novedoso. En realidad, se
hizo masivo hace
siglo y medio para promover ventas de armas, construir obras
públicas y otros
negocios.
En esta semana se acaba de
producir un golpe
de Estado en Honduras y los medios no informan. La orden es no
informar.
Prefieren no informar a mentir. Es un ejemplo de ‘Fake News’. En
Panamá los
trabajadores (cerca de 6000) de la aerolínea COPA declararon una
huelga y no
aparecieron noticias al respecto. El año pasado, los
trabajadores de la
Cervecería Nacional detuvieron la producción hasta que los
empresarios se
sentaran a negociar y no fue informado al gran público que
consume noticias.
La preocupación que existe en
EEUU sobre el
manejo de la información tiene una razón muy concreta: El
presidente Donald
Trump. Este personaje de las altas esferas del mundo
especulativo de Manhattan
(Nueva York) está cuestionando la veracidad de la información de
los grandes
medios masivos de comunicación de EEUU y Europa. Acusa a la
oligarquía de esos
países de manipular la información a su favor y suprimir los
intereses de los
demás capitalistas con intereses que no coinciden con los del
‘establishment’.
Trump lanzó el término ‘Fake
News’ durante su
campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2016. Lo hizo con mucho
éxito.
Mientras que los medios de comunicación insistían – y siguen
insistiendo - en
que la economía se recuperaba y los conflictos sociales
aminoraban, Trump lanzó
sus ataques virulentos contra los inmigrantes mexicanos, los
musulmanes y los
liberales. A los musulmanes los calificó de terroristas y a los
liberales de
izquierdistas. El ‘establishment’ norteamericano se percató un
poco tarde de la
acertada táctica de Trump. No fue hasta que Wall Street y la
candidata
demócrata, Hillary Clinton, perdiera las elecciones que
despertaron.
‘Fake News’ (noticias falsas)
es un
instrumento en la lucha ideológica entre contrincantes. Lo
utilizan los
entrenadores de fútbol, generales de ejércitos y políticos
desesperados. Trump
sacó su tweeter y llevó a un nuevo nivel la lucha ideológica.
Pero las bases
sociales (grass roots) también ahora se comunican profusamente
por las redes.
Según Wall Street, tanto Trump como los grupos de base - ‘grass
root movements’
- sacan noticias que califican de falsas. Sólo hay una manera de
volver a
monopolizar la información: la censura. En EEUU se estudia esta
alternativa
para controlar la comunicación digital y someterla a los
intereses del
‘establishment’.
- Marco A. Gandásegui, hijo, es
profesor de
Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado
del Centro de
Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
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