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lunes, 22 de agosto de 2016

Tinkunaco 1.876/16 - ​CARTA ABIERTA A LOS JUECES QUE DIERON PRISION DOMICILIARIA AL GENOCIDA ETCHECOLATZ

La García La García


​CARTA ABIERTA A LOS JUECES QUE DIERON PRISION DOMICILIARIA AL GENOCIDA ETCHECOLATZ 





Germán Andrés Castelli y Daniel Alejandro Esmoris:

Las hijas y los hijos de personas desaparecidas vivimos con gran preocupación la decisión que ustedes tomaron de otorgar el beneficio de prisión domiciliaria al genocida Miguel Etchecolatz.

Etchecolatz fue condenado en cuatro oportunidades a prisión perpetua por multiplicidad de crímenes cometidos en el marco del terrorismo de Estado. Secuestros, torturas, violaciones, desaparición y asesinato de personas. Crímenes de lesa humanidad. Delitos que afectan al conjunto de la sociedad.
Como tales, además imprescriptibles. Se siguen cometiendo todo el tiempo. Cada día.

Por la mañana cuando Chicha Mariani abre los ojos y piensa en Clara Anahí, esa nieta amada que ya cumplió 40 años y aun no pudo volver a abrazar.

Al mediodía cuando Ana Laura quisiera contarle a su mamá Anahí la nueva hazaña de su nieto Eugenio. O por la tarde en que le gustaría que Mario lleve a sus hijos Francisco, Martín y Manuel a jugar al rugby.

Suceden por la tarde cuando Claudia imagina tomar unos mates con su hermano Daniel y que sea cotidiana como cuando eran jóvenes una relación que se ha vuelto dolor.

En las noches, en que la esposa de Julio López se acuesta en su cama y sigue sintiendo el calor que le falta al lado. En las preguntas que les quedaron a sus hijos de esos años oscuros de los que el papá nunca  había hablado.

Siguen doliendo los cuerpos de las y los sobrevivientes que sufrieron la tortura, y que valientemente esperaron el momento de llegar ante un tribunal y contar el padecimiento, por sí mismos, pero también; y sobre todo, por sus compañeras y compañeros que no pueden contarlo.

Los crímenes de lesa humanidad no son delitos comunes. Son dolores permanentes, son marcas de por vida, son daños irreparables.

Ustedes tenían la oportunidad de restañar en parte ese dolor, de aliviar las mañanas, las tardes y las noches de miles de personas. El momento histórico de que un pueblo entero confíe en que la justicia pone las cosas en su lugar.

Eligieron no hacerlo. Decidieron beneficiar a un genocida. Este fallo nos recuerda al Poder Judicial que sistemáticamente rechazaba los Habeas Corpus que presentaban nuestras abuelas. O les cobraba las costas sin darles ninguna respuesta. Al que miraba para otro lado mientras 30.000 desaparecían. Al que pudo y no quiso evitar la masacre.

Tenemos la esperanza de que el Poder Judicial también sea democrático algún día cercano. Ese día en que podamos, sin titubear, decirles a nuestras hijas y nuestros hijos que los asesinos de sus abuelos están en la carcel. Que nunca más va a haber un genocidio. Que festejen, que hoy es su día.


Lucia García Itzigsohn

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