LEONARDO BOFF - EL TEOLOGO DE LA TIERRA - Por: M.A. FERNÀNDEZ Y J.MARCOS (12-07-2012) - IGLESIA CATOLICA LO CONDENÒ AL SILENCIO EN JUICIO SANTO OFICIO (1985) - OTROS MUNDOS Y OTRA IGLESIA SON POSIBLES - MOVIMIENTOS ALTERMUNDISTA - TEOLOGIA Y CIENCIA - GEOCÈNTRICO - HELIOCÈNTRICO - HEGEMONIA Y ESTABILIDAD CATOLICA - ENCORAJINO AL CATOLICISMO DESDE LA TEOLOGIA - LOS POBRES, EL GRITO DE LOS OPRIMIDOS - ATAHUALPA YUPANQUI - LOS OPRIMIDOS Y LA TIERRA: EJES DE SU PENSAMIENTO - TEOLOGIA DE LA ECOLOGIA - MADRE NATURALEZA - PARADIGMA DE LA ONU: DOMINACIÒN Y MERCANTILIZACIÒN DE LA NATURALEZA - ANTROPOCENTRISMO - EL AGUA - PRIVATIZACIÒN Y MERCANTILIZACIÒN DEL AGUA - CRISIS DEL CAPITALISMO - HUMANIDAD DEBE ESCOGER SU FUTURO - GEOCIDIO - CIENCIA CON CONCIENCIA
Leonardo Boff. El
teólogo de la Tierra
M. Á. Fernández y J. Marcos - 12-07-2012
Hace
más de veinte años que la Iglesia católica condenó a Leonardo Boff a la
misma hoguera por la que antes pasaron Giordano Bruno y Galileo
Galilei.
El teólogo y filósofo brasileño decidió sobrevivir cambiando de trinchera pero no de principios.
Bajó su mirada y siguió fiel a sus
creencias: otros mundos y otra Iglesia son posibles. En Río de Janeiro
fue recibido como el salvador de la Tierra por los movimientos
altermundistas en torno a la Cumbre de los Pueblos.
La talla de Leonardo Boff no dista de la
de cualquier septuagenario: cabello canoso, gesto afable y cara de
buena gente. Su holgada silueta ronronea ya con la declinación propia de
la edad. Los mismos años colorean de blanco una barba que le otorga un
toque ecléctico, a medio camino entre Karl Marx y el dios Neptuno.
Pero hay algo en su mirada que deja
entrever esa unicidad inusitada. Y ese algo es lo que más es Boff. Los
ojos llanos de este teólogo y filósofo brasileño transmiten protección.
Su aura es profunda y su presencia acogedora. Es la viva imagen de la
sabiduría, un concepto hoy en vías de extinción precisamente por la
escasez de pensadores de su talla.
Boff ha hecho de la filosofía su
espacio, lugar y método de reflexión. Nacido, paradojas del destino, en
Concórdia (Brasil), Genésio Darci Boff mantiene el alias que adoptó como
religioso: Leonardo. Su relación con la religión es perenne desde
entonces, según cómo se interprete. Fue en 1985 cuando la iglesia
católica sentó al franciscano en la misma silla por la que pasaron antes
los astrónomos Giordano Bruno y Galileo Galilei.
Ahondando en el error bíblico que
encontró Copérnico (la Tierra no es el centro del sistema solar), Bruno
insinuó la existencia de múltiples estructuras estelares y la infinitud
del universo.
Eran tiempos en los que la ciencia y la
teología exigían una visión geocéntrica y finita. Los inquisidores
consideraron un atentado contra Dios el concepto de infinitud, así que
la curia romana le declaró herético impertinente, pertinaz y obstinado.
Ataviado ya con las ventajas de la mira
telescópica, Galileo hurgó en la herida al sugerir que el hombre no era
el centro de los cielos, que se regirían por el modelo heliocéntrico de
la física copernicana.
Demasiado para la Iglesia, que condenó a
Galileo a arresto domiciliario hasta su muerte en 1642. Dos astrónomos y
dos miradas demasiado peligrosas para la hegemonía y estabilidad
católicas.
Casi cuatro siglos después, Leonardo
Boff se enfrentaba al juicio del Santo Oficio (la otrora Inquisición),
quien le pidió cuentas sobre las ideas publicadas en Iglesia: carisma y poder (1982).
Su pecado no
fue posar la mirada en el orden planetario, sino bajarla a la Tierra y a
los pobres. Encorajinó al catolicismo no desde la cosmología sino desde
la propia teología.
Sus detractores le acusaron de fundar
una iglesia desde las visiones de Marx, a lo que respondió que su
perspectiva no brotaba desde el marxismo sino desde el grito de los
oprimidos. De nada sirvió.
Leonardo perdió aquella batalla y fue
condenado al silencio. Le quitaron la licencia para enseñar teología
católica durante el pontificado de Juan Pablo II, en un proceso en el
que el actual papa, Benedicto XVI, desempeñó un papel clave desde el
cargo que entonces ocupaba, el de prefecto de la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe.
Curiosamente, el mismo Joseph Ratzinger
que subvencionó la publicación de la tesis doctoral de Boff, su alumno
aventajado en la Universidad de Múnich.
Boff recurrió a un verso del poeta y
músico argentino Atahualpa Yupanqui para aceptar su sino: “La voz no la
necesito, sé cantar en silencio”.
La presión internacional logró levantar el castigo (suspensión a divinis)
y meses después Boff recupera la palabra. Pero en 1992 sintió
nuevamente el aliento inquisidor de la Iglesia, que pretendía evitar su
presencia en la Eco-92 de Río de Janeiro (la Conferencia de la ONU sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo), así que decidió “cambiar de
trinchera para continuar en la lucha”. Renunció a sus actividades
sacerdotales y abrazó el estado laico.
Desde aquel día Boff ha edificado su
pensamiento y sus actos en torno a dos ejes: los oprimidos y la Tierra,
ésta vista como la casa común de los seres humanos.
A los más indefensos va dirigida la
teología de la liberación, la corriente teológica nacida en el seno de
la iglesia católica y de la que Boff es el principal exponente.
“Pone a la vida en el centro. Es
elaborada con la mira puesta en la liberación histórico-social de los
oprimidos, y no sólo en la edificación interna de la galaxia eclesial”,
explica.
Dios aparece entonces más interesado por
la justicia que por el rito, queda más cerca del llanto del oprimido
que de las alabanzas de los piadosos.
Cuentan las prácticas y no las prédicas.
La teología de la ecología
Pero el Boff teólogo no se acercó a Río
para tratar de Dios sino de la Tierra. Es imposible entenderle sin
hablar de la Amazonia, que corre por sus venas. En la Amazonia predicó y
de la Amazonia aprendió su respeto por la Madre Naturaleza (nótese el
uso de la mayúscula, pues pocas veces antes un matiz revistió de tanta
importancia). Y es igualmente imposible entenderle sin hablar del agua,
la morada del dios Neptuno, a quien tanto recuerda su imagen. Por eso
Boff es hoy el profeta de la teología de la ecología, una ampliación
–según explica- de la teología de la liberación.
La Naturaleza y la naturaleza. Los dos conceptos se saludaron en Río de Janeiro, a finales de junio, con un simple hasta luego.
La Naturaleza con mayúsculas centró los
debates propuestos desde el seno de la Cúpula dos Povos, la cita que los
movimientos altermundistas organizaron precisamente para contrarrestar
la fuerza de Naciones Unidas y cerca de doscientas delegaciones
gubernamentales, que a base de golpes en la mesa (y por cierto, de las
presiones del Vaticano) han usurpado a la naturaleza su majestuosidad.
La venden con formato verde en un discurso que habla de progreso, lo que
es duramente criticado por figuras como los sociólogos Edgardo Lander y
Boaventura de Sousa Santos, el economista Joan Martínez-Alier y, por
supuesto, Leonardo Boff, cuya aura brilló sobre todos ellos.
“El documento de la ONU es rehén del
viejo paradigma de la dominación de la naturaleza para extraer de ella
los mayores beneficios posibles para los negocios y para el mercado. La
economía verde radicaliza esta tendencia, pues busca no sólo
mercantilizar la madera de la selva sino también su capacidad de
absorción de dióxido carbono.
El texto se revela definitivamente
antropocéntrico, como si todo se destinase al uso exclusivo de los
humanos y la Tierra los hubiese creado sólo a ellos.
En resumen, el futuro que queremos, lema central del documento de Naciones Unidas, no es otra cosa que la prolongación del presente”, explica el filósofo.
El agua es el elemento central de la
Madre Naturaleza. El agua es vida. Y el agua es futuro. Quizá el único
futuro, si acaso es que queremos un futuro, apunta Boff. “Es uno de los
bienes más escasos del mundo, más que el petróleo.
Siento que es un imperativo moral hablar
de estas cosas, que son incómodas. Y sé que la solución no cabe dentro
del sistema actual y por eso nos enfrentamos a profundas modificaciones
civilizacionales.
Si no cambiamos, podemos conocer el
camino ya recorrido por los dinosaurios. ¿Por qué esa carrera mundial,
en la que están metidas las grandes empresas, para la privatización del
agua?
Está dominando la visión que reduce al
agua a una mercancía como cualquier otra. Pero no lo es. Es un bien
natural vital, común, insustituible, no un bien económico”, escribe en El agua, factor ecológico de la humanidad, de espiritualidad y de cooperación (2008).
Ya en 2003 firmó, junto con otros intelectuales, la Carta de la Tierra,
donde alertaba de que estamos en un “momento crítico en el cual la
humanidad debe escoger su futuro. Y la elección es ésta: o se promueve
una alianza global para cuidar a los otros y la Tierra o arriesgamos
nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida”.
Sostiene que la actual crisis del
capitalismo es más que coyuntural y estructural. Es terminal. Primero,
porque nos hemos saltado los límites de la Tierra. Y segundo, porque el
capitalismo ha generado una crisis que ya no es periférica sino global.
El geocidio que
viene todavía puede ser evitado, confía el brasileño. El cambio radical
de rumbo pasa por los cuatro ejes que explicó durante su conferencia en
la Cúpula dos Povos:
--- el respeto a todos los seres,
--- la ética del cuidado (“esa relación amorosa, generosa y amigable con la realidad”),
--- la responsabilidad universal (“debemos tener siempre presentes las consecuencias de nuestras acciones”) y
--- el binomio cooperación-solidaridad (“porque el problema es hoy global”).
Cuatro ejes para cuatro virtudes:
--- hospitalidad (“pues todos somos hijos de la Tierra”),
--- convivencia (“para superar los conflictos éticos e ideológicos”),
--- tolerancia (“que busca converger en la diversidad para no ser presa de los fundamentalismos de todos los órdenes”) y
--- la comensalidad (“el
sentarse a comer y beber juntos alrededor de la misma mesa es una de
las referencias más ancestrales de la familiaridad humana y está ligada a
la propia esencia del ser humano en cuanto que humano”).
“Los cuatro principios y las cuatro
virtudes nos son tan próximos, están tan ligados a procesos de vida, que
no es necesario enseñarlos, basta con concienciarlos.
Están ligados al proceso de vida”, nos
dijo en Río, no sin antes aclarar el rol vital de las religiones, en
plural, en este proceso: “Su papel pedagógico es fundamental porque
enseñan el respeto. Desgraciadamente, la mayoría, incluida la iglesia
católica, padecen una enfermedad llamada fundamentalismo”.
Se despide con dos abrazos y una recomendación en forma de lectura: La creación: salvemos la vida en la Tierra, del biólogo Edward O. Wilson.
Así es este sabio, el teólogo de la
Tierra que recomienda la lectura atenta de un científico, pues “propone
la alianza sagrada entre los dos poderes que considera más fuertes: la
tecnociencia, que transforma el mundo; y las religiones, que transforman
a las personas.
Las religiones tienen que exigir que la
ciencia se haga con conciencia y no para el mercado. Y la ciencia tiene
que exigir a las religiones que superen el fundamentalismo, que enseñen
lo básico del respeto. Si unimos las dos podremos salvar la vida”.
Su figura se diluye a lo lejos por entre
la gente, mientras sus palabras rebotan arremolinadas unas junto a
otras, sin importar el orden, invitando a pensar que la humanidad se
merece que exista alguien como él, la quintaesencia del teólogo, el
filósofo que rompe los moldes restrictivos del presente para darnos la
esencia de la metafísica.
El hombre que confía en que otros mundos
y otra iglesia son posibles. Quien entiende la vida como un respeto
absoluto hacia la Naturaleza, una bucólica oda a la casa común, un canto
de sirena en estos tiempos tan apresuradamente progresistas.
Máster en globalización y desarrollo, Mª Ángeles Fernández es una periodista freelance experta en temas internacionales. En FronteraD ha publicado El agua embotellada seca la sed de México. J. Marcos es un fotoperiodista freelance especializado en temática internacional, labor que ejerce para medios nacionales y extranjeros. En FronteraD ha publicado Adoptados en China: españoles de ojos rasgados y El agua embotellada seca la sed de México. Ambos mantienen abierta la ventana virtual www.desplazados.org
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