Página 12
MIENTRAS TEMER RECORRE EL MUNDO, LULA ACUSA AL GOBIERNO GOLPISTA DE INTENTAR PROSCRIBIRLO A TRAVES DE UNA CAUSA JUDICIAL INFLADA
“Estoy en contra de la libertad para mentir”
Lula está convencido de que sólo podrá evitar ser condenado por el
“Petrolao” y proscripto en 2018 si refrenda su condición de líder
popular.
El
Ministerio Público había afirmado tener la “convicción” de que Lula fue
el “comandante” de la corrupción nacional en la denuncia luego aceptada
por el juez Moro, pese a que en la querella no hay ni siquiera indicios
sobre la existencia de una “asociación ilícita”.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
El
golpe inconcluso. La destitución de Dilma Rousseff ocurrida el 31 de
agosto fue un momento determinante pero no el último de la avanzada
contra el orden democrático la cual se prolongaría el martes pasado
cuando a Luiz Inácio Lula da Silva le fue abierto un proceso por parte
de su mayor antagonista político, el juez de primera instancia Sergio
Moro, responsable por la causa “Lava Jato” sobre estafas en perjuicio de
Petrobras.
A Dilma se
la separó del cargo por senadores, la mitad de los cuales procesados o
sospechados de corrupción, que reconocieron carecer de pruebas sobre la
comisión de delitos. Hace diez días el Ministerio Público afirmó tener
la “convicción” de que Lula fue el “comandante” de la corrupción
nacional en la denuncia luego aceptada por Moro pese a que en ella no
hay ni siquiera indicios sobre la existencia de una “asociación
ilícita”. El expediente acusatorio apenas contiene documentos sobre la
compra con dinero de origen dudoso (para los fiscales) de una propiedad
en Guarujá.
Por cierto
es difícil sostener, en términos jurídicos, que Lula sea el “boss” de
todo el engranaje delicitivo montado en el “Petrolao” por ser el
titular, aunque nunca lo ocupó, un departamentito en una ciudad
balnearia donde veranean las masas paulistas, ya que los ricos hace
tiempo no la frecuentan. Desde que apresó por unas horas a Lula en marzo
pasado, y lo liberó ante la espontánea irritación popular, el juez
Moro, venerado por las clases medias antipetistas, no disimula que su
“misión” (palabra repetida por jueces y fiscales, algunos evangélicos)
es darle caza al expresidente.
Este
tipo de anomalías, como la de un magistrado que milita contra un
dirigente político al que imagina corrupto, son posibles en el régimen
post democrático, que comenzó a regir en Brasil desde el 12 de mayo
cuando la expresidenta fue suspendida del cargo y se confirmó con su
deposición definitiva en agosto. El fin de Dilma fue, en rigor, el
momento inicial de un proceso que parece se prolongará hasta la
proscripción de Lula.
“Nadie
puede ser juzgado con base en convicciones, cuando el Ministerio
Público, la Policía Federal, las instituciones comienzan a exagerar de
esta manera la democracia está en riesgo” dijo el viernes por la noche
el ex mandatario cuando volvió a repudiar “el golpe parlamentario”.
Vestía una camisa roja con la que encabezó un acto del PT en el estado
nordestino de Pernambuco, como parte de las campaña electoral hacia los
comicios municipales del 2 de octubre. Manos cayosas de gente pobre lo
abrazaron en su gira por el nordeste donde su liderazgo parece estar
intacto, lo que no ocurre en los reductos de clases medias blancas de
los estados del sur y parte del sureste.
“Moro
y la (cadena) Globo construyeron la idea de que para condenar a alguien
basta con ponerle la prensa en contra … no se necesitan pruebas, se
necesitan titulares …no estoy contra la libertad de expresión, estoy
contra la libertad para mentir”.
Lula
también deploró la detención, el jueves, de su ex ministro de Hacienda,
Guido Mantega, cuando se encontraba en un hospital de San Pablo junto a
su esposa enferma de cáncer. La prisión del economista del PT ordenada
por Moro, fue poco después anulada ante las críticas de juristas,
incluso algunos que apoyan la causa “Lava Jato”.
El
expresidentes está convencido de que la única forma de evitar ser
condenado en el proceso por el “Petrolao” y, consecuentemente, ser
proscripto de las elecciones de 2018 en las que se perfila como
favorito, es refrendar su condición de líder popular.
Y,
paralelamente, denunciar en el resto del mundo las arbitarieades de las
que es víctima, como ocurrió el martes pasado durante un evento
realizado en Nueva York, donde participó su abogado Geoffrey Robertson.
Ex defensor del fundador de Wilileaks Juian Assange y del escritor hindú
Salman Rushide, Robertson habló de la “persecución” de la que es
víctima Lula y la falta de respeto al derecho de defensa que impera en
Brasil tras la instalación del nuevo gobierno. Lo afirmó poco después de
que Michel Temer pronunciara su discurso ante la Asamblea General de
Naciones Unidas.
De sus
primeros 22 días como presidente efectivo Temer pasó diez fuera de
Brasil repitiendo ante quienes quisieran escucharlo, no fueron muchos,
que su gobierno se ajusta a derecho y respeta las garantías
constitucionales. Convengamos que nadie legítimamente electo deambula
por los foros multilaterales para alardear lo democrático que es. Su
campaña de marketing en beneficio propio empezó en Hangzou, China,
durante la Cumbre del Grupo de los 20 y continuó la semana pasada en
Nueva con su pronunciamiento en la ONU al comienzo del cual se
ausentaron de la sala, en protesta contra el golpe, los representantes
de Bolivia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela.
El
sucesor de Rousseff, que se presenta como “político y escritor”, habla
con un estilo barroco saturado de sufijos y prefijos como lo hacían los
jueces de antaño. “Permítome a los señores decirles que no habrán de
encontrar en el mundo todo democracia alguna tan sólida como la que en
mi país existe” (recreación libre de sus intervenciones recientes). Ese
estilo afectado puede ser últil para posar de demócrata cuando habla
para los medios de su país que le disimulan los defectos pero no
funciona con el grueso de la prensa internacional.
Varios
medios extranjeros registraron que mientras discurseaba en Nueva York,
en la sede de la ONU en Ginebra su gobierno era denunciado por la
represión contra manifestantes que exigían “elecciones directas ya” uno
de los cuales, una estudiante de 19 años, perdió un ojo de un balazo de
goma policial mientras un reportero de la BBC recibió una paliza de la
misma fuerza de seguridad pese a que mostró su credencial.
Con
los viajes a China y Estados Unidos se buscó tanto o más que la
legitimación ante la comunidad internacional, celebrar un encuentro o al
menos aparecer en una foto junto Barack Obama. Los fotógrafos oficiales
habrían sido orientados para registrar el instante en que Temer, primer
orador en la Asamblea, y Obama, que iba a ser el segundo, se cruzaran
en los corredores del Palacio de Cristal de la ONU, lo cual no ocurrió
porque el estadounidense llegó tarde. ¿Fue para evitar a su par
sudamericano?. No hay información consistente para afirmar que ese fue
el motivo del desencuentro.
El
caso es que Obama no dijo palabra sobre la nueva administración de la
mayor potencia latinoamericana ni en Hangzou ni en Nueva York, pese a
que la Casa Blanca y el Departamento de Estado apoyaron el derrocamiento
de las autoridades electas con una serie de comunicados y decisiones
concretas, como el designar un nuevo embajador tras la suspensión del
mandato de Dilma y aceptar rápidamente las credenciales del
representante de Temer en Washington.
Entre las conjeturas sobre el ninguneo sufrido por el brasileño hay dos relativamente plausibles.
Una
se basa en el oportunismo Obama que habría eludido mostrarse junto a un
aliado útil pero impresentable. Otra explicación toma en cuenta el
pragmatismo del norteamericano quien tal vez poder real de un colega muy
impopular (68 % de rechazo según una encuesta) y carente de comando
sobre sus aliados, que comienzan a dar señales de insubordinación. Al
respecto cabe señalar que el viernes el Supremo Tribunal Federal
autorizó una investigación preliminar sobre Temer, que fue durante años
presidente del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ante la
sospecha de que arregló el financiamiento ilegal de al menos una
campañas con Sergio Machado, un ex gerente de Transpetro, subsidiaria de
Petrobras.
La decisión
del Supremo se basa en una confesión del propio Machado, también del
PMDB, que se acogió a la delación premiada para atenuar la condena por
las decenas de millones de dólares robados a Petrobras.
Si
la causa contra el gobernante avanzara podrá ser destituido con lo cual
habría elecciones indirectas en 2017, un escenario que cuenta con el
aval disimulado de sectores del poder judicial y partidos que en su hora
integraron el frente formado para derrocar a Rousseff, pero nunca
fueron incondicionales de su sucesor . Si esto ocurriera, será un golpe
dentro del golpe.
No se
trata de una buena noticia para alguien con tan poco tiempo en el
Planalto que esta semana volverá a dejar el país para viajar a Colombia
donde participará de la firma del acuerdo de paz entre el presidente
Juan Manuel Santos los rebeldes de las FARC, y la semana próxima
posiblemente embarcará hacia Buenos Aires, donde espera eludir las
protestas. Según el diario Folha de San Pablo los encargados del
ceremonial prefieren que el paso Argentina no sea en la forma de una
visita de Estado pues de ser así Temer estaría obligado a pasar por El
Congreso donde podría ser cuestionado.
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