¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS LOS COMPAÑEROS Y COMPATRIOTAS!!!(staff de EL EMILIO)
C.A.B.A.,Argentina, UNASUR-CELAC, EL EMILIO, de nuestra redacción¿QUIÉN ES “PAPÁ NOEL”?
(Un cuento de navidad)
Por Victor Leopoldo Martinez
Una nueva
navidad se acercaba al barrio y los ruidos de la pirotecnia típica de la
época habían hecho que el perro de un changuito se refugiará en algún
lugar de su humilde casa tratando de salvar su tímpanos de las locas
diversiones humanas.
La
morfología de la zona había cambiado con el paso de los años, pero los
rasgos principales de su calle central, la Vicario Segura, que se hace
Av. en las seis últimas cuadras (desde la Av. Güemes hasta la puerta del
cementerio de la ciudad), permanecían casi intactos. El cantero central
con sus árboles característicos solo había sido reducido de tamaño,
pero seguía ahí.
Sentados en
el umbral de una de las veredas de la esquina de Vicario Segura y la
calle Buenos Aires estaba aquel hombre que luego de varias décadas había
regresado a su tierra natal.
Un pibe se acercó corriendo porque venía siendo perseguido por otros niños y se sentó a su lado como buscando protección.
-¿Los conoce señor? ¿Quiénes son? ¡Me quieren cagar a piñas!
-Si… Son “Gallo enano” y su hermano “hijo de mil hijitos”; seguro que los mandó “Jayiyo” Quevedo, ese que viene atrás. –le contesté
-Primero
se cagaron de risa porque les pregunte quien carajo era ese Papá Noel.
Luego dijeron “Este es medio boludito” y me empezaron a correr. ¿Usted
sabe quien es ese gordo del trineo? –me volvió a interrogar.
Me disponía a responder cuando Raimundo (Kisala) me toca el hombro y me dice:
–Veni a la vuelta, vamos reventar uno “bulones”.
Con él estaban su hermano Eduardo (el que vendía burros cuatreriados en
el puesto e “Los Salas”), Bruno alias “culo pila” (porque desde
chiquito siempre anduvo en pelotas,) el pelao Arce, “Pinocho” y el negro
“Jilimón”.
Corría el
primer año de la década del “60” del siglo pasado; gobernaba el país
Arturo Frondizi y los duros días, meses y hasta un par de años de plan
CONINTE se estaban haciendo sentir con su represión en la clase
trabajadora y en los sectores más humildes de aquella Catamarca.
Los “rompe
portones”, los “triángulos” y las cañitas voladoras eran “juegos
artificiales” muy caros para los pibes del barrio. Si juntábamos
moneditas entre todos, apenas alcanzaba para un par de cajas de
“cuhetes” comprados en lo de “Zamora”. Los “changos” de los “kisalas”
eran los más “pudientes” del barrio pero a la vez los más atorrantes.
Nunca habían hecho alarde de nada. Por el contrario, eran los que más
compartían sus cosas con el resto de nosotros.
El estruendo
de los “rompe portones” al ser lanzados contra una pared era realmente
ensordecedor. Pero… como suplirlo desde la pobreza!!!
El ingenio
de niño era lo que más dominábamos, y sin haber estudiado ni un mísero
principio físico uno de los “kisala” – “el Loro”-, había descubierto que
si se colocaba pólvora en la rosca de un “bulón” (Tornillo con tuerca),
se lo ajustaba con mucho cuidado, y luego se lo lanzaba al aire, al
caer hacía un ruido muy parecido al del “rompe portón”. Con un “bulón” y
romper los “cuhetes” pa’ sacarle la pólvora alcanzaba. Éramos chicos
pero no estúpidos; presentíamos que con la explosión el tornillo podía
salir disparado para cualquier lado; entonces lo lanzábamos al aire y
corríamos a refugiarnos tras de un árbol.
Los adultos
se reunían a celebrar la “Noche Buena” con lo poco que se podía poner en
la mesa; bastaba con juntarse para compartir ese “poco”, apagar el
dolor del alma con un vino y llenar los patios con las carcajadas que
producían las siempre presentes cargadas y cuentos; nosotros, jugando en
las calles que eran todas nuestras porque ni los “coches a caballo” de
la Placita de la Estación se privaban del merecido descanso. Cuando se
acababa la pólvora pa’ los “bulones”, a jugar a la adivinanza tratando
de identificar los ruidos de “Baterias, cuhetes sofisticados y cañitas
voladoras multicolores con los que jugaban los chicos del centro y
nosotros mirábamos desde lejos; desde el barrio. Hasta que el sueño nos
vencía. Nos íbamos a acostar dejando las zapatillas agujereadas en la
punta pero limpitas, las alpargatas, o el que tenía la suerte de tener
las “skipi” al lado del catre con la esperanza que en la madrugada el
“Niñito Dios” nos visitara… pero con algún regalo porque hacía varias
navidades que siempre repetía la misma historia, se iba pa’ las casas de
los pibes ricos y a nosotros nunca nos dejaba nada, ni mierda.
-Señor, no me contestó la pregunta –Le dijo el pibe que seguía sentado a mi lado. ¿Estaba pensando en mi? –Me repreguntó
-¿Cómo en vos? –le dijo mirándolo a los ojos. Y ahí descubrió que esos ojos brillaban.
-Sí,
me estaba puteando porque en su infancia no le traje ningún regalo sin
darse cuenta que el regalo era la vida misma, y la tenía ahí, juntos a
sus atorrantes amigos de este barrio. Pero mejor me voy porque si estos
que me corrían se enteran que este año tampoco les traigo nada seguro
que me van a cambiar por ese gordo boludo del Trineo que viene al sur
para cagarse de calor con esa vestimenta ridícula.
Y se desvaneció en el aire.
El hombre hizo un recorrido panorámico de 180º buscando aquellos fantasmas que solían frecuentar la querida esquina,
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