MENSAJE DE NAVIDAD 2016
de los Obispos de la
Región Patagonia-Comahue
“En la tierra PAZ a los hombres amados
por Dios” (Lc. 2,14)
1-
Queridos hermanos y hermanas: ya falta poco para
Navidad.
En los negocios y en las calles se han ido colocando luces y adornos que
nos ponen en clima y anuncian su llegada. En muchos de nuestros hogares hemos
armado ya el pesebre o el Árbol de Navidad, con el entusiasmo y la creatividad
que le ponen los más pequeños de la familia. Estamos, sin embargo, concluyendo un año difícil
y problemático para muchas personas y familias que, no solo vieron decaer el
valor adquisitivo de sus haberes, sino que han perdido el trabajo, o están en
la angustia de poder perderlo. Asimismo nos pegan fuerte las repetidas
situaciones de violencia, amenazas, horrores, manipulaciones, intolerancias,
divisiones y enemistades que generan un clima de inseguridad y desconfianza que
afectan gravemente la convivencia de los argentinos. A esto se le suma una realidad internacional
con focos de guerras, muerte,
destrucción y un gran sector de personas desplazadas que intentan refugiarse en
otros países, inclusive en el nuestro. Todo eso atenta contra la esperanza de un
mundo mejor.
2- A pesar de todo, una gracia de Dios especial nos ha mantenido la sensatez: no bajamos los brazos, no cedimos al desánimo, y no permitimos que
nos roben la
esperanza porque creemos en el valor de la
paz, del diálogo, de la aceptación de la pluralidad y de las diferencias
existentes entre nosotros. Apostamos por el
bien común que nos hermana y ennoblece porque busca el bienestar de todos. La
Navidad viene a reforzar esta actitud profunda y a proponernos el compromiso
por la paz, la familia, la fraternidad y la
felicidad de todos como camino y fruto de la afirmación del bien común
sobre el individualismo y los intereses no solidarios.
3-Cuando el Niño Jesús nació en Belén era de noche. Su divina presencia
quedó oculta en la oscuridad del pesebre. Sin embargo, para unos pocos
pastores, sencillos y pobres que velaban sus rebaños, aquella fue una noche
luminosa. Ellos recibieron y acogieron el conmovedor mensaje: “No tengan
miedo. Les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy,
en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor!” (Lc 2, 10-11). Preguntémonos: ¿será la Navidad también para nosotros una noche
luminosa que disipa miedos, soledades, angustias y oscuridades y que fortalece
nuestra esperanza?
4- Es algo muy grande y definitivo lo que
ha sucedido en Navidad: Dios ha venido a nosotros. Se hizo Niño y fue acostado
en un pesebre. ¡Ha nacido para todos! ¡Es de todos! No es solo de María y de
José. Tampoco nos pertenece en exclusiva a quienes queremos acogerlo y seguirlo
con fe o a quienes creen y confían en Dios. También nació para quienes lo han olvidado, o dudan,
o simplemente no les interesa porque aún no creen. La Navidad, ayer, hoy y
siempre, es el gesto y palabra de Dios que nos dice que nadie está solo con sus
oscuridades y sus miedos, que siempre
hay Alguien que piensa en nosotros, nos ama y sale a nuestro encuentro: Jesús,
el Hijo de Dios, el nacido en Belén. Todos pueden encontrarle. Y por eso todos
tenemos “un motivo grande“ para
alegrarnos.
5- Pero ¿dónde está ese Niño? ¿Cómo encontrarlo o dejarnos encontrar por Él?
El mensajero de Dios nos dio una señal: “encontrarán un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre”. ¿Qué significa hoy para nosotros?: que a Dios, que nació Niño y
como un pobre, un excluido, no hemos de
buscarlo en lo grande y espectacular, ni en lo que brilla ante los ojos humanos
sino allí donde Él quiso manifestar su presencia. Es, pues, en lo débil, en lo
pobre y pequeño, en lo que no cuenta, en lo descartable, en lo cargado de
soledad y aparente miseria, en los límites y falencias de los pesebres propios
y ajenos de nuestra realidad, donde Dios
nos visita en cada Navidad y quiere que lo encontremos.
6-Se acerca la Navidad. Preparemos nuestro corazón para descubrir a Dios
entre y con nosotros. Hagamos nuestra la propuesta de Vida Nueva que Él nos
trae. Y, en sintonía con su modo de obrar, aceptemos en esta Navidad la
invitación que el Papa Francisco nos hace para la próxima Jornada Mundial de la
Paz (1º de enero de 2017) “La no violencia: un estilo de política para
la paz”.
7- Repasando la historia de la humanidad, vemos que a menudo muchos pueblos han
pretendido construirse y resolver sus conflictos por el camino de la violencia.
Algo similar sucedió y sucede en nuestras familias, nuestros barrios, nuestras
comunidades y aún dentro de la Iglesia. Todo parece infestado de violencia.
Sabemos bien que la violencia genera más violencia. ¡No cometamos este error!
Si queremos salvaguardar decididamente
los derechos de cada persona y la igual dignidad de cada uno sin
discriminación, el camino verdadero y lleno de esperanza para superar
diferencias y conflictos no será nunca el de la violencia sino el del respeto,
el diálogo, el encuentro fraterno. ¡El camino de la PAZ! ¡Paz hermanos! ¡¡Paz!!
¡Que resuene incansable en nuestro corazón! Ciertamente es una vía
mucho más humilde, pobre, lenta y fatigosa que la vía aparentemente más rápida
y eficaz de las guerras, de la justicia por mano propia y de las imposiciones
prepotentes que sólo generan hondas heridas difíciles de sanar. ¿Cuál fue la
opción de Dios hecho Niño y nacido en Belén? Belén fue la ‘opción’ ¿Cuál
será la tuya después de vivir esta Navidad?
8- Conflictos los habrá siempre. Algunos son propios y normales en la
convivencia y se
pueden resolver rápidamente. Otros, en cambio, son
graves y preocupantes. Surgen por tratar al otro no como ‘alguien’, como una persona, con la misma
dignidad que uno mismo, sino como si fuera ‘algo’,
una cosa de la que puedo disponer según mi arbitrio, hasta llegar al extremo
inhumano de negarle el derecho a la vida.
Tantos hechos hoy de “violencia de género” ponen en
evidencia esta actitud que ‘cosifica’ a la mujer. Dígase lo mismo de cualquier atentado contra la vida
humana. También genera conflicto el afán
desmesurado de “tener” y la búsqueda
insaciable de “rentabilidad económica”, lo cual impide que ‘la
casa sea de todos’, y lleva a que
muchos no tengan garantizado su derecho a trabajar, a vivir en su casa y su
propia tierra. Otra fuente de conflictos está en ‘la desidia y la corrupción’ ante
las responsabilidades propias que cada uno tiene hacia los demás, sea a nivel
familiar, social o religioso.
La Navidad nos invita a emprender cada día el camino de la no discriminación y de la
aceptación del otro cuando piensa y actúa distinto, y esforzarse en el cumplimiento serio de nuestro trabajo y deberes para
con los demás.
9- Llega la Navidad. Es la respuesta llena de amor, cercana y
pacífica de Dios a todas nuestras oscuridades, miedos, violencias y pecados. En
cada Navidad Dios se inclina a ‘todos’, para que ‘todos’ podamos imitarlo
inclinándonos hacia los hermanos. La Navidad vuelve a renovar el regalo de su misericordia para con
nosotros y nos envía a “ser misericordiosos como El”.
Renovados en esta mirada amorosa y
esperanzadora, les deseamos una feliz Navidad para ustedes y sus
familias, y el augurio de un Año Nuevo rico de gracia y bendición
del Señor. Navidad y Año Nuevo vividos y construidos en la PAZ.
En el misterio admirable del nacimiento
de Jesús, reciban nuestro abrazo fraterno.
Diciembre del 2016
Virginio D. Bressanelli, scj (Obispo de Neuquén) Fernando Croxatto (Obispo Auxiliar de
Comodoro Rivadavia) Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del R. N.), Juan José Chaparro, cmf (Obispo de San
Carlos de Bariloche) Miguel Ángel
D’Annibale (Obispo de Río Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz
(Obispo de Comodoro Rivadavia) Esteban M. Laxague, sdb (Obispo de
Viedma) José Slaby, c.ss.r. (Obispo de la Prelatura de Esquel),
Fernando M. Bargalló (Obispo
emérito de Merlo-Moreno), Miguel E. Hesayne (Obispo emérito de
Viedma) Marcelo A. Melani, sdb (Obispo emérito de Neuquén) Néstor H.
Navarro y José Pedro Pozzi, sdb (Obispos
eméritos de Alto Valle del Río Negro).Juan
Carlos Romanín, sdb (Obispo emérito de Río Gallegos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario