1 Nos hemos enterado durante estos días que Ana Frank tenía sueños, que sabía lo que quería y escribía sobre eso. También supimos que esos sueños quedaron truncos. Que una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo intolerante fue la que impidió los sueños de esa niña. Estos juicios (célebres durante los días que corren) indignaron a un notable escritor argentino, a quien yo recordaba como asistente de La Biela y columnista del diario La Nación. Pero no. Su indignación lo ha llevado a un compromiso incómodo, estar contra el macrismo y escribir en este diario. Fue una gran alegría leerlo. Tiene, Rodolfo Rabanal, una prosa impecable, exquisita. El texto trata sobre la ligereza que enmascara el horror. El horror es el nazismo, la ligereza es la del ministro de Educación de este gobierno. Definir al nazismo como una dirigencia que no fue capaz de unir es una ligereza. 

Una ingenuidad tal vez. Un conocimiento profundo del nazismo. Porque Hitler siempre quiso unir, unir a toda Europa bajo su mando y luego a la Unión Soviética. Fue la búsqueda de esa unidad tan expansiva la que lo llevó a la derrota. Pero nunca buscó paz ni tolerancia. ¿Qué quiso decir el ministro? Si bien el mundo gira a la derecha, si bien el ministro pertenece a un gobierno de esa tendencia, si sabe que no da bien ser comprensivo con Hitler ¿por qué entonces lo fue? Recordemos una escena de Dr. Insólito, film de Stanley Kubrick de la década del 60. El Dr. Insólito es un gran científico alemán que trabaja para los norteamericanos durante la Guerra Fría, lo hace Peter Sellers y lo hace muy bien.  Este científico se sostiene su brazo derecho, le impide hacer un movimiento que pugna por mostrarse. En determinado momento ese brazo se le dispara y hace el saludo nazi. ¿Le habrá pasado algo así al ministro? A él posiblemente no le importe. ¿Le importa a este gobierno lo que producen sus actos? 

El origen clasista es exhibido con orgullo y prepotencia. Así, el presidente del Banco Nación no solo dijo que los manifestantes del 24 iban detrás del choripán si no que los vio salir de su campo. Solo nos resta saludar a este economista y envidiarlo a la vez por su condición terrateniente. ¿Por qué dijo campo?, ¿para decirnos que tiene tierras o se le disparó el brazo como al Dr. Insólito? ¿Esas tierras las compró o las heredó? La oligarquía hereda los campos. Los burgueses exitosos los compran. 

2 Las pistolas lanza rayos figuran entre los más sólidos proyectos de la ministra de seguridad, que es cierto, en los 70 le tiraba piedras a la policía. Ahora arma a la policía para que cocine a los desconformes con rayos eléctricos. Las pistolas de rayos tienen una larga persistencia en la ficción. Flash Gordon usaba una para luchar contra el malvado Ming del planeta Mongo. Misterix tenía una pila atómica. Desde su cintura disparaba. Los marcianos de Marte Ataca tenían unas sofisticadas metralletas que despedían rayos. Del radiado solo quedaba el esqueleto. ¿Qué podemos esperar de las pistolas de rayos de la Argentina?, ¿que amedrente a esos revoltosos que abundan por las calles de Buenos Aires? ¿Le importan al gobierno las movilizaciones? Conjeturamos que alguna incomodidad le produce, pero no les importa. “Que protesten, nosotros seguimos”. El arrepentimiento siempre está a la mano. Total nada les cuesta arrepentirse de algo o de reconocer un error. Se creen invulnerables, son el poder. Tienen el dinero, los medios masivos y el poder parlamentario que crece cada vez más por los negociadores que se acercan a dialogar con estos cruzados del neoliberalismo. ¿Son ingenuidades o nada les importa?  

3 A una movilización contra el golpe del 76 no se va por el choripán, se va por convicciones profundas, por dolores lacerantes, por las ausencias que nunca retornan. La madre (o el padre) de un desaparecido lo espera todas las noches. Si escucha pasos son los de él o los de ella. He aquí uno de los puntos que refuta la teoría de los dos demonios. Los familiares de los muertos por las organizaciones armadas tuvieron sus cuerpos. Pudieron velarlos, darles sepultura, tienen un lugar donde rezarles. Los desaparecidos, no están. Se los esperará siempre. No hay dónde rezarles, dónde ponerles un ramo de flores. 

Las movilizaciones del mes de marzo traen una buena noticia. Lejos de ir por el choripán todos van detrás de proyectos. La memoria, la verdad, la justicia, la educación, el salario, la libertad de los presos políticos. Cuando el número es de tal magnitud y la coincidencia de valores se afirma, se transforma en fuerza. El paso de la cantidad a la cualidad. Esta cualidad es una conquista social. Todavía no aparecen liderazgos sólidos, habrá que construirlos. Perón construyó el suyo desde la Secretaría de Trabajo. Acaso las callecitas de Buenos Aires sean el camino, no solo de la protesta si no de la creación de nuevos liderazgos.