CUANDO LA ESTUPIDEZ SE INSTALA SOCIALMENTE
C.A.B.A.,Argentina, UNASUR-CELAC, EL EMILIO, de nuestra redacción
Por Victor Leopoldo Martinez (*)
La situación es demasiado clara. Si uno, como ciudadano común, se ajusta al grado de inefabilidad de un producto mediático que es vendido en cuanto programa político aparezca en la caja boba como “la justa”, en cuyo contenido solo se encuentra lacónicos “la gente dice”, “la gente opina”, “votarían a…” -me refiero a las llamadas “encuestas”-, sin siquiera pensar por un instante, o preguntarse entre otras cosas algunas posibilidades como: ¿De qué universo están hablando? ¿Importa el universo en términos cuantitativos? ¿Sirve para la generalización de sus resultados? ¿Alcanza con incluir un +/- 2, o +/- 5, o +/- 10 % de margen de error para dar por “seguro” el muestreo? Por lo menos a mi -y en materia política- me resulta mucho más que dudoso.
No estoy haciendo juicio de valor sobre las «encuestas como herramienta para trabajos de campo» que en muchas áreas de las ciencias sirven para realizar proyecciones sumamente interesantes y significativas, sino sobre el valor de su manipulación dentro de un contexto de inducción política orientando preferencia en una tarea pedagógica llevada adelante por los medios masivos de comunicación. Esto, sin lugar a ninguna duda ha demostrado su marcada efectividad (en este caso lograr el efecto deseado a través de condicionar reflejos).
Nadie que esté en su sano juicio por haber tomado distancia de la deformadora corriente de manipulación mediática puede desconocer -o dejar de reconocer- ese valor pedagógico-inductivos señalado anteriormente. Se puede constatar su grado de verdad con solo revisar en lo cotidiano relatos y discursos esgrimido por cualquier hijo de vecino quien justifica burdamente cualquier disparates con un: “lo dice la tele”, , “lo dicen en la radio” “lo dicen las encuestas”, y ahora se sumo “aparece en las redes sociales”.
Me niego a darle un grado de verdad siquiera relativa –en términos políticos insisto- a todo aquello que sobrevalora el “la calle dice”, “la calle opina que” o “va a votar a”; por ejemplo cuando se asegura a través de encuestas que el 50% de 1000 personas (500 para ser más preciso), van a votar a… induciendo preferencias por tal o cual candidato. Dentro de una población de 3 millones de personas (caso C.A.B.A.) es equivalente a concluir que un 1.499.500 opinan, sostienen y bancan lo mismo que los 500 entrevistados.
La propia palabra “probabilidad”, un término cuya ambigüedad indicativa recorre la ancha banda de lo incierto tiene una matemática (evento/resultados posibles) que permite desvirtuar el grado de verdad de una encuesta. La realidad indica que traspolado el resultado de la encuesta al cálculo de probabilidad (evento) y lo divido por el universo real de habitantes las posibilidades de que ese resultado se de se reduce al 0,2%. ¡Vaya, vaya…¿no?! Entonces “me niego”.
Bs. As., la ciudad puerto (un detalle no menor en términos históricos, económicos, culturales y políticos), con una población de clase media baja, media media y media alta, que siempre pudo y puede tener un nivel de vida más que aceptable en términos comparativos con el resto del país; que viene teniendo la mejor oferta en materia educativa desde hace siglo y medio -pública y privada-; que viaja al extranjero tanto como consume en los shopping y supermercados… ¡no puede tener 1.400.000 personas sin capacidad de discernir la calidad y las cualidades morales de la oferta política tanto nacional como local en materia de candidatos!!! (tal el caso del 45 % que según las “encuestas” prefieren a una desquiciada mental como Carrio para que los represente). Me cuesta creer, aceptar que los habitantes de esa mega ciudad (la quinta en el mundo) no tenga correcta y critica lectura de la realidad; ni escucha crítica. ¡Que sus habitantes después de haber pasado –en su mayoría- por el debido tratamiento pedagógico que lleva la friolera cifra de casi 20 –VEINTE- años entre primario, medio y universitario, tire por el caño cloacal semejante inversión y termine repitiendo las imbecilidades que le venden los medios de comunicación en sus distintas plataformas!!!
Es claro que existe otro componente de tipo cultural-educativo que trabajó subrepticiamente por décadas: el odio de clase, el anti negro, el anti peronismo.
Los hechos demuestran que la manipulación está. Son muchas y de una diversidad más que llamativa las conclusiones que de semejante conducta social uno podría sacar. Es más; no pocas “investigaciones” en estudios sociales bancadas por el CONICET (organismo creado por decreto número 9695 firmado por el General Juan Domingo Perón con fecha 17 de mayo de 1951) seguramente podrían facilitar las razones, ya que estas deben estar volcadas en los famosos “paper” que luego aparecen publicados en revistas especializadas, con lo que sus autores “chapean”. Pero hoy por hoy, y en los hechos, no pasan de ser un “informe-tesis” más, sin que sus resultados generen necesidades políticas transformadas en propuestas de trabajo de campo para modificar o cambiar modos y hábitos de pensamiento en términos colectivos. ¡Cuidado! Sin que esto signifique uniformización alguna de ningún tipo; solo propongo buscar que desde lo individual se permita a cualquier argentino elaborar y construir un pensamiento y un discurso con criterio mínimamente social por ser ese ámbito donde se cristaliza el bien común; y para eso se requiere sentido común.
Tener de presidente de la Nación a un empresario ignorante y perversamente mitómano, que el único conocimiento aprobado en su cómoda vida de niño bien es cómo hacer trampas para lucrar más y mejor en grandes negociados, y que encima es aplaudido por el 45% de la población tilinga de las grandes urbes después de haber dado sobradas muestras de ser un corrupto e inmoral tramposo, no hace otra cosa que darle la razón a su proyecto político; proyecto que entre sus principales premisas figuran dejar en mano de uno de sus “socios” (Clarín) la manipulación multimedial y con ello la educación del soberano. La imbecilidad previamente instalada socialmente parece justificar tal decisión. Que este mal social se haya extendido a todas la capitales provinciales es lo que compruebo con profundo dolor.
(*) Documentalista, escritor, periodista.
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