¿MURIÓ FIDEL CASTRO?
C.A.B.A., Argentina, UNASUR-CELAC, EL EMILIO, de nuestra redacción
Por Victor Leopoldo Martinez
Corría los
días de abril de 1961 y se realizaba la habitual Fiesta de la Virgen del
Valle en la capital de mi Catamarca. Tenía yo 10 años y transitaba la
peatonal Rivadavia (que tenía 2 cuadras, entre las calles Mota Botello y
San Martín y de 18 a 21 hs.), cuando de pronto me encaran uno jóvenes
que se identificaron como de “Acción Católica” pidiéndome que firme un
papel para pedir a Dios que no ingrese el demonio comunista en América
Latina. Ocho años después tome conocimiento que por esos día se había
producido el intento de invasión a Cuba por parte del imperialismo
Yanqui en Bahía de Cochinos, Playa Girón; intento que a DIOS gracias
fracasó. Hoy recuerdo los versos de Silvio Rodriguez que con cruda
franqueza y frente a la injusticia social plantea:“Y al que diga que me aguante debajo de una sotana, le encajo una caravana de sentimientos gigantes.”(1)
Así comenzó
mi vinculación sentimental con la historia de América Latina. Castro ya
comenzaba a ser ese héroe para los que amábamos la Patria Justa, Libre y
Soberana y que los jóvenes habíamos decidido abrazar con fuerza la
causa libertaria que el peronismo representaba en nuestro país.
Entonces la
respuesta que reciba la pregunta del título será la mejor herramienta
para entender cómo y desde dónde se toma, se siente y se juzga un hecho
que el común de los mortales lo toma de manera dolorosa pero a la vez
con la necesaria resignación por ser algo naturalmente inevitable al
formar parte de la existencia biológica humana. Murió físicamente FIDEL
CASTRO.
Sin embargo
la muerte de figuras como las de MARTÍ, SANDINO, IRIGOYEN PERÓN, EVITA,
el propio “CHE”, VELAZCO ALVARADO, TORRIJO, CHÁVEZ, NÉSTOR KIRCHNER y
ahora FIDEL CASTRO, con sus luchas y realizaciones políticas concretadas
en vida, transforman ese cambio de estado material en algo más sencillo
y noble; se reduce a una simple “desaparición física”.
Sus conductas,
acciones y concreciones políticas dejan esa impronta que los
inmortaliza; siguen viviendo en el alma de los pueblos. En algunos casos
hasta exceden el rol de grandes PATRIOTAS, trascienden fronteras y
pasan a ser ejemplo para los luchadores de los pueblos oprimidos por
cualquier imperio en cualquier parte del mundo.
Evidentemente
Fidel Castro, como Perón, fueron PATRIOTAS, y como todos los grandes
patriotas –ellos lo fueron- no morirán jamás. Solo mediocres cipayos
festejan estos hechos en la estúpida creencia que “con la muerte del
perro la rabia se acaba”. La estupidez de esta mediocridad radica en la
ignorancia de dos cuestiones muy concretas: 1) “La rabia no es una
enfermedad únicamente biológica y limitada a los perros; los hombre no
son perros y la sienten. Y 2) La absurda negación que tienen para
reconocer que son sus perversas acciones motorizadas por la codicia las
que generan rabia en sus pares de especie.
Los hombres pasan; son sus ideas y acciones, si fueron buenas -o malas- para el resto de los humanos, las que perduran.
Son las
causas que centralizan sus luchas en la defensa del respeto por la
dignidad humana las que trascienden en el tiempo. Fidel Castro defendió
esa causa con acciones concreta, claridad meridiana y un profundo amor
por su patria. Para el cubano Castro es la Patria porque la patria nunca
se arrodilla ante ninguna fuerza invasora extranjera. Para los gusanos
de Miami la patria es un negocio y por eso se fueron; y por eso celebran
su muerte.
Quién no
recuerda aquella pintada que decía “Viva el cáncer” tras la muerte de
Evita; o el deseo de un “progre” como José Pablo Feimann que Perón
muriera antes de regresar de su exilio; o más recientemente “Néstor,
porque no te llevas a tu yegua también ” por la ex presidenta Cristina
Fernández gritado por los “caceroleros”.
El
denominador común que une a los que manifiestan estos deseos es el ser
la parte mediocre de los ejemplares que conforman la especie humana.
Las
oligarquías – en particular la nuestra- y los “tilingos que aspiran”
conseguir ese status, constituyen el mayor flagelo para cualquier
sociedad por su alto grado de ignorancia. El culto a la holgazanería
hace el resto. Entonces no puede asombrar que un Rodriguez Larreta hable
del “bajísimo nivel de desarrollo” de Cuba como país y que por eso “tanta gente se ha querido ir”.
Solo un bruto de supina ignorancia puede desconocer las virtudes de un
régimen que consiguió logros tan trascendentes en materia de salud,
alimentación y educación por encima de los países más desarrollados del
mundo, algo reconocido hasta por todos los organismos internacionales de
Naciones Unidas hoy vigentes. Pero mas grave aun es hacerlo desde una
gestión de gobierno como la suya y la de antecesor –el actual presidente
Macri, otro ignorante elevado a la enecima potencia- que llevaron a la
C.A.B.A. a tener el peor servicio de salud y educación de los últimos 10
años, llegando al extremos de tener hoy indigentes poblando sus calles
esperando la misericordia de congéneres y de la buena voluntad de Dios.
Que otro
bruto como el norteamericano pariente del Pato Donald -el “Tío rico”
Trump- amenace hoy a sus votantes cubanos que viven en Miami para que
“regresen a su amada patria” después de sus burdos festejos aclarándoles
que si no lo hacen él los ayudará convenciéndolos con una patada en
trasero, tampoco debe asombrar a nadie. Es el destino de los
pusilánimes. Y vuelvo a esa recordada canción de Silvio en la parte que
dice: “Yo digo que no hay quien crezca
más allá de lo que vale —y el tonto que no lo sabe es el que en zancos
se arresta—. Y digo que el que se presta para peón del veneno, es doble
tonto y no quiero ser bailarín de su fiesta.”
FIDEL CASTRO VIVE EN EL CORAZÓN DE LOS OPRIMIDOS DE LATINOAMERICA, PUES ENTONCES
¡QUE VIVA FIDEL!!!
Nota:
(1) Fragmento de la canción “Yo digo que las estrellas” – Silvio Rodriguez.
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