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Hacia
dónde vas mundo
Jesús
González Pazos
ALAI
AMLATINA, 18/01/2017.- Parece consecuencia
de una arraigada tradición eso de al finalizar el año, o en las
primeras
semanas del siguiente, hacer análisis de situación. Ya sea a
nivel local,
nacional o internacional, ya sea sobre el arte, la economía o el
acontecer
gastronómico, la costumbre está ahí y los escritos proliferan.
Pues bien desde
la oportunidad, y cierta legitimidad, que da el ser parte de una
organización
de solidaridad y cooperación internacional, intentamos sumar en
esta línea de
reflexión sobre hacia dónde va este mundo cuando recién hemos
cambiado el
calendario.
En
un artículo anterior exponíamos la consideración de haber
entrado,
posiblemente, en el fin del ciclo neoliberal y como esto se ha
manifestado con
más evidencia en 2016, aunque viene de un poco más lejos.
Afirmación asentada
en hechos como las revueltas políticas y sociales que contra
este sistema se
dieron, especialmente en la primera década del actual siglo en
América latina y
que, cuestionando profundamente sus bases de dominación,
abrieron caminos
nuevos y posibles que todavía hoy están en construcción teórica
y práctica
(nadie dijo que esto fuera a ser fácil, verdad). Esa afirmación
se asienta
igualmente, y en años más recientes, en las sucesivas protestas
encadenadas en
los países del sur europeo, al sufrir éstos las consecuencias
más duras de la
crisis de ese modelo dominante, consecuencias no solo
económicas, sino también políticas,
sociales e ideológicas. Pero este aserto del fin del ciclo
neoliberal se basaba
también en el actuar de las mayorías silenciosas en el último
año, aquellas que
no salen a las calles, pero que llevan años sufriendo los
rigores de este
sistema que, podemos denominar ya como el de la globalización de
la
desigualdad. Pues bien, ese hastío lo muestran esas mayorías
silenciosas en
votaciones y referéndums que, más allá de romper encuestas,
reflejan la ruptura
del conformismo pasivo al que han sido inducidas y el cansancio
contra las
élites económicas y políticas establecidas (el establishment)
que hoy controlan
los diferentes países.
A
partir de aquí, el futuro inmediato se abre hacia opciones
diametralmente
opuestas. O avanzamos hacia la construcción de sociedades más
justas, donde el
desigual reparto de la riqueza y su consecuencia más directa, el
brutal
resquebrajamiento de las sociedades por la desigualdad, sea una
pesadilla
olvidada; o, por el contrario, se optan por salidas neofascistas
que
profundicen en ese camino, como el ascenso generalizado de la
ultraderecha y de
la derecha extrema parece asegurarnos. Pero, teniendo todo esto
en cuenta, centrémonos
ahora en esa anunciada revisión de situación que citábamos al
principio como
objetivo de este escrito.
El
Brexit en Gran Bretaña, el referéndum en Italia, la elección de
D. Trump en
Estados Unidos, y algún otro “susto” más han sido noticias
cargadas de pasado
que ponían en solfa las mismas estructuras del sistema político
y social y que
le han hecho tambalearse en 2016. Las medidas proteccionistas
empiezan a
recuperar espacios antes perdidos, mientras aumenta la crítica
al libre mercado
y su poder absoluto; el estado recupera terreno frente a la
ortodoxia
neoliberal. Así, lo que hace poco se nos presentaba como la
panacea del
crecimiento económico, cual eran los innumerables tratados de
libre comercio que
las transnacionales dictaban a los gobiernos, hoy empiezan a ser
cuestionados
hasta por una parte de esas mismas élites. Y en toda esta
situación de impugnación
y disputa a las bases del sistema, aunque se nos trate de
ocultar y minimizar,
han tenido con enorme protagonismo las distintas sociedades.
Enormes
movilizaciones como hacía muchos años que no se encontraban
(contra la brutal
austeridad y por la vida digna en Grecia, contra esos mismos
tratados de libre
comercio que antes citábamos en toda Europa, etc.) han vuelto a
recorrer las
calles y han recuperado mucho de la dignidad malograda por el
neoliberalismo.
Aunque no siempre se hayan transformado en victorias políticas,
han puesto elementos
importantes para los cuestionamientos imprescindibles, para la
crítica
necesaria, para avanzar en la generación de alternativas al
modelo.
Pero
en este análisis de situación también hay que traer a revisión
otras realidades
invisibilizadas en 2016. Las guerras de Siria, Palestina, Irak…
siguen interpelando
por responsabilidades ocultas, especialmente, de parte de las
“autoridades”
europeas y estadounidenses. Esas mismas que construyen grandes
proclamas a
favor de la democracia y por los derechos humanos de todas las
personas, pero
siguen ignorando, y en muchos casos condenando a muerte, a miles
de seres
humanos que mueren en las puertas de la vieja Europa o en la
fosa común más
grande de la historia en que han convertido el mar Mediterráneo.
Y todo ello mientras
ocultan sus responsabilidades en esas mismas guerras; siguen
lucrándose con la
venta de armamento a contendientes de todo tipo, siguen
alimentando los
enfrentamientos y siguen reprimiendo la solidaridad.
Realidades
invisibles también son otras guerras en Yemen, Libia, Somalia,
Congo… y ya que
estamos aquí, citemos la invisibilización de todo un continente
como es el
africano. Donde las transnacionales occidentales, con el
respaldo firme de sus
gobiernos, siguen expoliando y alimentando guerras para
conseguir única y
exclusivamente el aumento de sus beneficios.
No
obstante hay un lado positivo en este balance que supone a su
vez las bases
optimistas para los tiempos que están por llegar. Ya señalábamos
las grandes
movilizaciones que en Europa han cuestionado el modelo, pero
habrá que subrayar
y enorgullecerse de la solidaridad y demanda de derechos que la
mayoría de la
población de este viejo continente expresa diariamente por esa
población en
marcha hacia Europa desde la expulsión de sus territorios por
las guerras o el
empobrecimiento enquistado. Cierto es que el ascenso de la
ultraderecha es
innegable y nos puede abocar a tiempos muy difíciles, pero
también se han fortalecido
en este 2016 movimientos sociales diversos que muestran una
cierta
revitalización de nuestras sociedades. Algunos, como el
feminista, han plantado
cara al espejismo de la igualdad de las mujeres en esta misma
Europa, han dicho
con claridad que todavía no es real la equidad y, sobre todo,
proclaman día a
día que el machismo y los machistas asesinan mujeres y que hay
que acabar con
uno y otros, deconstruyendo así esta sociedad patriarcal.
Por
otra parte y cruzando océanos, hay que recuperar del interesado
olvido el hecho
de que América Latina y sus grandes mayorías, hoy siguen
construyendo teorías y
prácticas diferentes que buscan los caminos hacia sociedades más
justas. Que
ponen a discusión conceptos viejos y nuevos como el Buen Vivir,
la economía
comunitaria, la recuperación del papel del estado en la economía
o el hecho de
que hay otros modelos de estados posibles que superan al
tradicional
estado-nación, etc. Pero incluso en países tan centrales como
los EE.UU., pese
al tiempo de oscurantismo que puede venir con D. Trump, se abren
esperanzas de
nuevos planteamientos como fue, por lo menos, el discurso
renovador de Bernie
Sanders como posible candidato demócrata y lo que éste concitaba
a su alrededor.
Por todo ello y mucho más que se queda en el tintero, podemos
decir que hay
opciones, que hay posibilidades para que el 2017 resulte
interesante.
Y
si alguien está tentado al leer este artículo a su
descalificación fácil
señalando que el mismo rezuma ideología superada por la
historia, le ahorramos
el esfuerzo. Claro que este texto vuelca en sí mismo ideología,
aquella que
busca la igualdad y la justicia social, la verdadera democracia
en la que más y
más personas tomemos parte activa, la del respeto real a todos
los derechos
para todos y todas no solo para unos pocos. Muchos pensaron hace
solo dos
décadas que el fin de las ideologías había llegado y proclamaron
a su vez el
fin de la historia, subrayando que a partir de ese momento no
habría más lucha
ideológica. Eran los años felices del triunfo, se pensaba
absoluto, del
neoliberalismo. Hoy, solo unas décadas después discutimos sobre
su oscuro
inmediato futuro. Pero, sostenemos también que hoy el riesgo
está precisamente
en la desideologización que algunos pretenden para que el
neofascismo, con
múltiples caras, pueda de nuevo enseñorearse del mundo en este
año que recién
iniciamos. Por todo ello, les deseamos un buen año, que sepamos
cargarlo de
ideología.
-
Jesús González Pazos es Miembro de Mugarik Gabe
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