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lunes, 17 de julio de 2017

Tinkunaco 1.518/17 - Córdoba. El 17 de Julio de 1923 nacía Enrique Ángel Angelelli

Angelelli y el Cristo Obrero



La iglesia en Córdoba, por Luis Miguel Baronetto (Especial para HDC)
Los cordobeses estamos convocados a recordar su vida entre nosotros a propósito del nuevo aniversario de su asesinato el próximo 4 de agosto.

Enrique Angelelli, que trascendió a nivel nacional por su actividad episcopal en La Rioja hostigada por los sectores de poder, tenía 53 años cuando lo asesinaron el 4 de agosto de 1976. Llegó a La Rioja en 1968. Había nacido en Córdoba en 1923; y salvo los tres años de estudios en Roma (de septiembre de 1948 a septiembre de 1951), el resto de los 45 años los pasó en Córdoba. Más allá de la infancia y los estudios, la mayor parte de sus años de sacerdote los vivió como vicario de la Capilla Cristo Obrero, residiendo primero en un altillo de la parte posterior del templo, y luego en el Hogar Sacerdotal, que se conectaba por los fondos del templo, con entrada por calle La Rioja 564. 
¿Por qué la capilla Cristo Obrero fue asignada al padre Angelelli? Hay que remontarse a los orígenes. En 1942 el arzobispo de Córdoba dispuso su construcción al este de La Cañada (sobre Figueroa Alcorta entre La Rioja y Humberto 1), con el Hogar Sacerdotal San José, en la zona de la “célebre Barraca de Soria”. Al año siguiente se inauguró. La iniciativa respondía a la línea evangelizadora de la iglesia católica indicada por Roma: en la década del ´20, el papa Pío XI había creado la Acción Católica, con el fin de institucionalizar el brazo laical como el auxilio más adecuado para dar batallas contra el “modernismo” en los diversos frentes de la sociedad: universitario, obrero, profesional, rural, juventud, niñez, mujeres, etc.- ¿Cómo dar el combate al laicismo, que venía horadando la civilización de la “cristiandad”, con la hegemonía del liberalismo y el avance del marxismo? Había que “armar” el ejército propio y lanzarlo al campo de batalla. “Recristianizar el mundo” era especialmente misión de los laicos. Con esa orientación –modificada décadas posteriores- la Capilla Cristo Obrero debía ser un centro de irradiación de la Acción Católica, con protagonismo laical aunque controlados de cerca por los “asesores” eclesiásticos. En su frontispicio se grabó el escudo característico de la A.C.A., que se conserva. 
En este contexto no es un dato menor el lugar donde fue construida. En la “cuestión social” la iglesia de Córdoba se ubicó en la línea papal, que había sido explicitada por León XIII en la encíclica Rerum Novarum (1891), sobre los derechos de la clase obrera y los más pobres. En la desembocadura de la cañada sobre el Río Primero, los grandes galpones de la antigua Barraca de Soria estaban ocupados por familias en situación de extrema pobreza; al lado del barrio Martín García, “reducto de la más refinada miseria de ambos órdenes”, decía una crónica de la época. Carencia de viviendas, de trabajo y de condiciones elementales a la dignidad humana. Desde la capilla Cristo Obrero, el laicado organizado en las distintas ramas de la Acción Católica, desarrollaba la “beneficencia” unida a la difusión de la doctrina cristiana y la captación de la feligresía, mediante el catecismo a niños y adultos a cargo de laicos y seminaristas; y la obligatoria asistencia a misa, severamente controlada, en especial los varones, para hacerse acreedores a “un medio kilo de carne y otro de maíz molido para asegurar a sus hogares el locro dominical”. Así lo relataba el Boletín Lauretano de 1943, del Seminario Mayor. “El total de fieles que dominicalmente rodean el altar de la Barraca oscila entre los 400 y 500. La totalidad pertenece a la clase más pobre y necesitada.”  En 1949 el Boletín premonitoriamente unía la capilla Cristo Obrero con Enrique Angelelli: Describía las tareas que allí se desarrollaban: “se recibe bajo su techo a los pobres y desheredados…”; y en la página siguiente publicaba una foto del novel sacerdote Angelelli, con los datos de su reciente ordenación en Roma. 
De regreso al país en 1951, cumplió funciones por poco tiempo en la parroquia San José, de Alto Alberdi, y en el Hospital de Clínicas. En 1952 fue designado prosecretario segundo de la Curia y asesor del Consejo de Universitarios de la Acción Católica. Como Asesor de la JOC (Juventud Obrera Católica) a principios de 1953 participó en Río IV de la VIII Semana de Estudios de la JOC junto a varios de sus dirigentes. Ese mismo año se institucionalizó la convergencia de destinos cuando fue designado vicario cooperador de la catedral, con residencia en la Capilla Cristo Obrero. Desde entonces y hasta ser designado obispo vivió allí, trasladándose hacia las “secciones” de la JOC, de las parroquias de La France, Bella Vista, Las Flores y otros, en su moto Puma, que bautizó “Providencia” porque “sólo con la ayuda de Dios llegaba a destino”. 
Desde la Capilla Cristo Obrero, el padre Angelelli irradió su tarea hacia los jóvenes trabajadores y universitarios. Con ellos asistió a los más pobres en la Barraca de Soria. El Hogar Sacerdotal, que compartía con sacerdotes encargados de otros movimientos eclesiales, se transformó en lugar de encuentro y debate de la juventud que, con su dinamismo generacional, contribuyó al proceso de profunda renovación que vivió la sociedad y la iglesia desde la década de los 50. 
La parroquia universitaria
En 1962 se inició el Concilio Ecuménico Vaticano II. A principio del año anterior, en 1961, Angelelli fue consagrado obispo. Dejó sus responsabilidades en Cristo Obrero para asumir las tareas de obispo auxiliar de Córdoba. En 1964 apoyó a los sacerdotes que reclamaban cambios y tuvieron expresión pública en los tres reportajes del diario Córdoba, que el obispo defendió cuando fueron atacados por el tradicionalismo católico. El conflicto se resolvió con la renuncia del arzobispo Castellano y la llegada de Raúl Primatesta en 1965. Cristo Obrero siguió siendo referencia de la juventud, que avanzó en su compromiso social y político. La JUC (Juventud Universitaria Católica) le reclamó al nuevo arzobispo que fuera instituida la Parroquia Universitaria. Primatesta accedió designando responsables a los sacerdotes Nelson Dellaferrera y José Oreste Gaido. Su vigencia fue efímera, porque en 1966, luego de la huelga de hambre realizada por los estudiantes en el interior del templo, Primatesta decidió finalizar sus funciones. El novedoso hecho tuvo una fuerte repercusión mediática y se convirtió en un hito de la renovación conciliar en Córdoba, que el obispo Angelelli predicó con fervor, convicción y persistencia. La bella talla en madera de Jesús el Carpintero, en el altar de la capilla desde su origen, sigue alentando la recuperación de la memoria de una iglesia junto a los jóvenes y los pobres, los profetas de la sociedad, según repitió con insistencia el obispo Angelelli hasta poco antes de ser martirizado. Los cordobeses estamos convocados a recordar su vida entre nosotros a propósito del nuevo aniversario de su asesinato el próximo 4 de agosto.

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