Washington,
D.C.- En el Día Internacional de la Memoria Trans, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se une a la comunidad
internacional en honor a la memoria de las personas trans que han
perdido sus vidas e insta a los Estados Miembros de la Organización de
los Estados Americanos (OEA) a mejorar los sistemas de recolección de
datos, aumentar la expectativa de vida de las personas trans a través de
medidas que reduzcan su vulnerabilidad a la violencia y a la muerte y a
investigar, juzgar, sancionar y reparar a las víctimas de los
asesinatos cometidos contra personas trans.
A través del
Registro de Violencia,
la Comisión observó que el 80 por ciento de los asesinatos de mujeres
trans que aparecen en el Registro tenían 35 años de edad o menos. Esto
coincide con la información de organizaciones de la sociedad civil de
que el promedio de expectativa de vida de las mujeres trans en América
Latina es de 35 años, lo cual refleja que muchas mueren asesinadas. A
través de diversas herramientas de monitoreo, incluyendo audiencias
públicas sobre el tema, la CIDH también ha recibido información sobre
los tipos de violencia que afecta a los hombres trans, la cual ocurre
sobre todo en la esfera privada y está relacionada con la violencia
familiar, y en los sectores de salud y educación.
Asimismo, la mayoría de los Estados Miembros de la OEA no cuentan con
sistemas de recolección de datos que tengan en cuenta la identidad de
género de las víctimas y varios de los Estados que cuentan con estas
herramientas confunden la identidad de género con la orientación sexual.
En el contexto de la obligación estatal de prevención de violaciones a
derechos humanos, los procedimientos de recolección de estadísticas son
necesarios para medir de manera uniforme y precisa la prevalencia,
tendencias y otros aspectos de la violencia en un determinado estado o
región. El análisis detallado de estas estadísticas proporciona a las
autoridades la información y comprensión necesarias para diseñar
políticas públicas para prevenir más actos de violencia. Más aún, la
CIDH subraya que las estadísticas deben estar lo más desagregadas que
sea posible, de forma tal que reflejen las tendencias de la violencia.
La información desagregada se convierte en un factor clave cuando la
violencia contra personas trans como el resultado de la intersección con
otros motivos de discriminación, tales como la raza, etnicidad,
discapacidad, edad y nacionalidad. Otros factores incluyen la situación
socioeconómica, trabajo que desempeñaba, situación de privación de
libertad, y situación de defensor o defensora de derechos humanos, entre
otros.
Adicionalmente, la CIDH encuentra un estrecho vínculo entre exclusión,
discriminación y la corta expectativa de vida de las personas trans. De
acuerdo con la información recibida por la CIDH, la violencia y la
discriminación contra niños, niñas y jóvenes trans inicia a temprana
edad, ya que generalmente son expulsadas de sus hogares, colegios,
familias y comunidades, como consecuencia de expresar sus identidades de
género diversas. Como resultado, las personas trans enfrentan pobreza,
exclusión social y altas tasas de inaccesibilidad a la vivienda,
presionándolas a trabajar en economías informales altamente
criminalizadas, como el trabajo sexual o el sexo por supervivencia. Como
consecuencia, las mujeres trans son perfiladas por la policía como
peligrosas, haciéndolas más vulnerables al abuso policial, a la
criminalización y a ser encarceladas.
De la misma forma, la exclusión dificulta el acceso al sistema de salud y
a transformaciones corporales de calidad y medicamente supervisadas
-necesarias para algunas personas trans en el proceso de construcción de
sus identidades-, generando complicaciones de salud e incluso la
muerte. Es así que el ciclo de pobreza y exclusión en el cuál están
inmersas las mujeres trans las hace más vulnerables a la muerte y a la
violencia de parte de agentes estatales y no estatales.
La Comisión insta a los Estados de la OEA a recopilar datos desagregados
en relación con los asesinatos de las personas trans y otras muertes
tempranas de personas trans y a tomar medidas para reducir la
vulnerabilidad generalizada de las personas trans a la violencia a
través de medidas positivas que reduzcan la pobreza y las incluyan en el
sistema educativo y en el mercado laboral formal. Asimismo, los Estados
deben revisar los marcos legislativos que criminalizan y estigmatizan a
las y los trabajadoras sexuales. Finalmente, los Estados deben
investigar con la debida diligencia los asesinatos y otros actos de
violencia contra personas trans, incluyendo la apertura de líneas de
investigación que tomen en cuenta si los asesinatos fueron cometidos
por la identidad o expresión de género de la víctima; sancionar a las
personas que resulten responsables y reparar a las víctimas.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión
Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los
derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA
en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes
que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y
no representan a sus países de origen o residencia.
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