26 de Julio
Evita: el viento de la otra historia
Evita es la prueba de lo que dice Litto Nebia en aquella bella canción: ".....eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oir que oiga".
Odiada por las clases pudientes, por la oligarquia nativa, vilipendiada y demonizada por los medios de entonces, serviles como ahora, al discurso de la dominación neocolonial.
Condenada por los "abanderados de la moral y el orden", de los buenos modales y formas, pero de la injusticia escondida como basura bajo la alfombra.
Amada hasta las lágrimas por los "grasas" obreros, los "cabecitas negras", sus queridos descamisados, por las viejitas llenas de arrugas y de dolores -del cuerpo y del alma-, por las jóvenes y los jóvenes, los niños que encontraron en ella una "lucecita" que los hiciera pensar mas allá del barro, del ranchito, de la agria marginación y de los limites criminales de la injusticia, y de esa especie de fatalidad de la desgracia, e imaginarse dignos y saborear la felicidad tan ansiada e históricamente frustrada y negada por los que manejan los hilos del poder.
Evita amasó con el pueblo y para el pueblo esa otra historia de rebeldia y amor de justicia y ternura.
La tejió, a esa otra historia, con gestos, con pasión inigualable, con compromiso incansable, con indignada militancia.
En esa tarea dejó jirones de su vida.
Yo recuerdo lo que me dijo una señora hace más de 20 años, en el barrio La ermita de nuestra ciudad de La Rioja, cuando entré en su ranchito y ví, en el rincón mas "donoseado" de su humilde morada, un altar con la foto grande de Evita, una flor siempre fresca, la velita y otras fotos en blanco y negro con escenas de bicicletas que sonriente entregaba Evita a changos y chicas, junto a una montaña de panes dulces, autitos de madera, muñecas y camisetas de fútbol.
Yo, con mi conciencia critica y suficiente, le dije: "...pero eso no soluciona nada y es puro asistencialismo, pan para hoy, hambre para mañana".
Y ella, que ya falleció, me contestó con sus pocas palabras y su escasa "dentadura" que le impedian claridad en la pronunciación, tal vez por el hambre y la pobreza: "mire, no entiendo mucho lo que me dice, pero yo y mis hermanos jamás habíamos tenido zapatillas, ni guardapolvo, ni pan dulce y brindis en Navidad, ni habiamos pisado y viajado en un tren, ni un autito o muñeca, que solo tenian los chicos de las casas lindas del centro, ni una bicicleta que nos parecia un sueño inalcanzable, y Evita lo hizo posible,... por eso todas las noches le rezo para agradecerle y pedirle que no nos haga faltar el pan de cada dia y la alegria de la vida, que saboreamos con su obra."
Yo me quedé callado y avergonzado.
Salí del rancho emocionado, con mis razones demolidas.
En el camino senti que está señora, que parecia más viejita de lo que era, me habia dado una lección de dignidad, y me invitaba a recuperar la otra historia, que el pueblo humilde con Evita la habian hecho verdadera historia.
Y en mi conciencia repicaba insistente la frase: "quien quiera oir que oiga."
Gracias Evita, tu voz resuena y nos llama, ayer y mas fuerte hoy, a la revolución de la Patria Justa, Libre y Soberana que nos debemos y que te debemos, Evita del alma, en cada argentino que no puede comprar remedios, que está despedido o suspendido de su trabajo, que no le alcanza para comer, que la luz, el agua o el gas le llegaron por las nubes y no sabe que hacer. O aquel que se le esfuman sus pequeños ahorros que se van como agua entre los dedos.
Evita del alma, danos fuerza en está hora de la Patria, para llevar tu nombre como bandera y seguir forjando la otra historia, que es la verdadera para el Pueblo, porque con tu espíritu, siempre vivo, no nos resignamos a esta historia que nos imponen desde adentro y desde afuera.
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