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Rumbo al Foro Social de
Internet:
El reto
de reconstruir una Internet
ciudadana
Sally Burch
ALAI AMLATINA, 20/03/2017.-
Ya es
difícil imaginar la vida
cotidiana sin las innovaciones de la llamada “revolución”
tecnológica digital,
a pesar de que la mayoría se ha propagado en apenas una o dos
décadas. ¿Cómo
funcionaríamos sin celular, sin redes
digitales ni correo electrónico, sin poder hacer trámites por
Internet ni hacer
búsquedas de información? No
obstante,
se trata solo de los primeros pasos de esta transformación.
De acuerdo con la utopía
tecnológica que nos prometen
las grandes empresas, en adelante podremos hacer las compras
desde el celular
para que un drone los deposite en la casa; tener un auto que se
parquea solo; o
un robot que haga la limpieza de la casa y nos alerte si entran
ladrones... Esta
supuesta utopía va de
la par, sin embargo, de un lado más oscuro, que incluye la
vigilancia sin
límites, la seguridad vulnerada, la recolección indiscriminada
de nuestros
datos personales para enriquecer a megaempresas, la próxima
pérdida masiva de
puestos de trabajo con la robotización y automatización; o los
algoritmos nada
transparentes y no siempre eficientes ni equitativos, que rigen
cada vez más
aspectos de nuestras sociedades.
El hecho es que, en los
últimos años, a medida que se
digitalizan cada vez más aspectos del quehacer social y
personal, buena parte
de estas innovaciones ha sido acaparada por grandes monopolios
(en su mayoría
estadounidenses), dando lugar a una concentración inédita de
poder. Muestra de ella
es el hecho que, según
información de la Agencia Bloomberg, de las 10 empresas de mayor
cotización en
la bolsa en diciembre de 2015, cinco son del sector tecnológico;
es más, Apple,
Alphabet/Google y Microsoft ocupan los tres primeros lugares,
desplazando a las
transnacionales petroleras.
A su vez, esta utopía
consumista es muy distinta de la
que caracterizó los inicios de Internet.
Una vez salida de su origen militar, la red de redes se
desarrolló en
gran medida como una iniciativa colaborativa, controlada y
diseñada
principalmente por la sociedad civil y sectores académicos, que
lo concibieron
bajo principios de democratización, horizontalidad y libre
intercambio de
conocimientos. En muchas
áreas, este
enfoque se ha seguido desarrollando, con iniciativas como el
software libre, el
contenido abierto y plataformas públicas de intercambio de
conocimiento e
ideas. Pero, a medida
que Internet se ha
masificado, se ha ido convirtiendo en un terreno donde cada vez
más los
espacios otrora públicos y autogestionados se encuentran
cercados por
plataformas privadas, como las redes sociales digitales,
sometidas a las reglas
y algoritmos que imponen Facebook, Twitter y similares.
Se podría decir, en
síntesis que existe una
contradicción central entre dos visiones en disputa respecto a
Internet y las
tecnologías digitales: por un lado, una visión centrada en los
comunes, en
soberanía tecnológica, en desarrollar iniciativas
descentralizadas, con la
defensa del interés público y los derechos de la ciudadanía como
principios
clave; y por otro, un proyecto en marcha de concentración
monopólica de la
tecnología, de los espacios y plataformas, de los datos y los
sistemas,
orientado hacia el lucro y la centralización del poder. En suma, una Internet
ciudadana vs. una
Internet corporativa.
Los vacíos legales y de
supervisión favorecen a los poderosos
El 12 de marzo pasado, Tim
Berners-Lee, fundador de la
Web, al celebrar el 28º aniversario del día en que envió su
propuesta inicial
de la red informática mundial, emitió un mensaje sobre tres desafíos actuales de la Web, donde
recuerda
justamente que él “imaginaba la web como una plataforma abierta
que permitiría
a todas las personas, en todas partes compartir información,
tener acceso a
oportunidades y colaborar más allá de límites geográficos y
culturales”. Reconoce
que, “de muchas maneras, la web ha
cumplido con esta visión, aunque mantenerla abierta ha requerido
de muchas
batallas”. Sin embargo,
expresa que, en
los últimos 12 meses, “me he sentido cada vez más preocupado por
tres nuevas
tendencias que creo que debemos abordar para que la web cumpla
con su verdadero
potencial como herramienta que sirve a toda la humanidad”. Éstas son: la pérdida de
control de nuestra
información personal; la creciente facilidad de difundir
información errónea y
noticias falsas en la web; y el hecho de que la publicidad
política en línea,
que necesita transparencia y entendimiento, se haya convertido
rápidamente en
una industria sofisticada.
A nuestro entender, los
problemas señalados por
Berners-Lee apuntan implícitamente a esta concentración de poder
en el sector
que señalamos. Justamente,
entre las
soluciones que plantea, se incluye la necesidad de trabajar
junto con las
empresas web para encontrar un equilibrio que a partir de
criterios de justicia
les devuelva un grado de control sobre la información a las
personas; y la
lucha contra los excesos gubernamentales en leyes de vigilancia. Exhorta a los “gatekeepers”
como Google y
Facebook a combatir el problema de las noticias falsas,
evitando, toda vez, la
creación de cualquier órgano central para decidir qué es
“verdadero” o no.
También exige “más transparencia algorítmica para entender cómo
se toman
decisiones que afectan nuestra vida, y tal vez un conjunto de
principios
comunes a seguir”; y una mayor regulación de las campañas
políticas.
Los riesgos de este
modelo concentrador de las tecnologías digitales, sin embargo,
van mucho más
allá de lo que ahora conocemos como Internet.
En diversos sectores de la economía y la gestión
político-social, se están
produciendo cambios internos –a menudo poco visibles– facilitados
por la
agregación y el análisis de datos (lo que se conoce como big data). Un
problema es
que, por lo general, son solo las grandes entidades (empresas
transnacionales,
gobiernos poderosos) que tienen la capacidad de almacenar y
procesar tal
cantidad de datos y de transformarlos en algoritmos, que son la
base de la
inteligencia artificial.
Se
estima, por ejemplo, que los sofisticados algoritmos que se usan
desde hace una
decena de años en Wall Street facilitaron la burbuja hipotecaria
que
desencadenó la crisis de 2008[1],
ya que permiten una velocidad y volumen de transacciones que con
métodos
tradicionales no era posible; desde entonces esta velocidad se
ha multiplicado
exponencialmente, con el potencial de que un error de
programación o acto
malicioso podría provocar un colapso financiero[2]. Otro ejemplo: con el
crecimiento de las
ciudades, que se vuelven cada vez más complejas, muchos aspectos
de la gestión
se pueden allanar con estas tecnologías (flujos de tráfico, red
eléctrica,
etc.) Pero cuando se
trata de paquetes
contratados con empresas privadas –muchas veces extranjeras– que
privatizan los
datos recopilados de la ciudad para alimentar sus algoritmos
patentados, bajo
criterios propios, se presenta un problema de gestión
democrática, incluso con
implicaciones de derechos humanos.
Nuestros sistemas legales
y reglamentarios no han
podido actualizarse con la velocidad que requieren estos
cambios. Es más, cuando
se trata de sistemas
internacionales, no existe ningún organismo facultado para
normar muchos
aspectos de los flujos de datos, y mucho menos para
supervigilarlos. Los
nuevos monopolios digitales están
explotando este vacío de regulación y supervisión para
consolidar aún más su
poder, muchas veces poniendo sus
propios intereses por
delante del interés público. Mientras tanto, negocian
a puerta cerrada las
regulaciones que decidirán el futuro de la red, con muy poca
incidencia real de
la ciudadanía.
Foro Social de Internet
Dada la urgencia de abrir
un amplio debate ciudadano sobre estos temas, un conjunto de
organizaciones
sociales y ciudadanas está convocando a la organización de un Foro
Social de Internet (FSI), con el carácter de
un foro temático del
proceso Foro Social Mundial. El
FSI se
propone articular conceptos, propuestas y alternativas en torno
a los cuales
las personas y las organizaciones sociales puedan identificarse
y agruparse,
con miras a disputar el impulso de una Internet ciudadana.
Se ha previsto que el FSI
se realice en Hyderabad, India, a fines del 2017 o inicios del
2018. Pero no se trata
de esperar esa fecha para
ampliar y profundizar el debate.
A nivel
de nuestra región, hay una iniciativa en marcha para impulsar un
intercambio
que ayude a identificar lo que está en juego en la región, en
una diversidad de
ámbitos y para distintos sectores sociales, con miras a ir
construyendo una
agenda común. Uno de los
momentos de
este proceso será el encuentro Diálogos
por una Internet ciudadana: NuestrAmérica rumbo al Foro Social
de Internet,
a realizarse en Quito del 28 al 30 de junio próximo[3],
que
incluye un proceso previo de intercambio en línea.
Como dice la convocatoria: “Internet representa una potente fuerza
transformadora de nuestras
sociedades en sus múltiples ámbitos. Esta
nueva tecnología puede ser inmensamente útil para la resolución
de muchos de
los problemas que vive la humanidad; pero ello solo sucederá si
su desarrollo
está orientado por un accionar social y político dirigido
expresamente en
beneficio del más amplio interés público”.
Es un reto urgente de nuestras sociedades rescatar la
Internet ciudadana,
antes de que sea tarde.
-
Sally Burch es
periodista de ALAI y
miembro del grupo coordinador del Foro Social de Internet.
[3]
El Encuentro es convocado por la Agencia Latinoamericana de
Información – ALAI,
el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica –
FCINA y Medialab
– Quito.
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