Por Declaración de Carta Abierta ante los sucesos de Jujuy
Dos hechos
de enorme gravedad se produjeron en las últimas horas en la provincia de
Jujuy: la violenta represión a los obreros en huelga del ingenio
Ledesma, propiedad de la familia Blaquier, por parte de la Guardia de
Infantería, con un saldo de 80 heridos; y nuevas detenciones de
integrantes de la organización barrial Tupac Amaru, que incluyen a Raúl
Noro, su Secretario de Prensa y compañero de Milagro Sala.
Ambos acontecimientos, cuyo repudio masivo, enérgico y urgente
resulta imprescindible, se encuentran ligados íntimamente al ensayo
territorial de un Estado policial. Su promoción desde el gobierno del
radical de la Alianza Cambiemos Gerardo Morales pareciera surgir como
único modelo estatal viable ante el programa de ajuste y acelerada
concentración de riqueza del actual giro neoliberal en el país. Son sus
rasgos principales la persecución judicial de militantes sociales y
políticos a través de causas armadas a medida por magistrados y fiscales
afines; campañas mediáticas de demonización y prejuzgamiento
convenientemente editadas y coordinadas; represión violenta de
movilizaciones y protestas, incluyendo disparos de armas de fuego y
golpizas; accionar de grupos parapoliciales con aparente cobertura
oficial (como en el caso de ataque a la redacción de Tiempo Argentino y
al Centro Educativo Isauro Arancibia); y un despliegue sistemático de
las acciones disciplinantes por parte de las fuerzas de seguridad, como
el hostigamiento, las requisas y el amedrentamiento de acciones cívicas
en la vía pública.No se trata tan sólo de una impronta sobre la superficie del entramado jurídico e institucional, sino de un verdadero ensayo de trasmutación simbólica en los cimientos de la vida democrática argentina, como quedó evidenciado en los raquíticos festejos del Bicentenario de la Independencia. Las celebraciones de las fechas patrias, que en la última década recuperaron el sentido popular, independentista y antimonárquico de las gestas principales de la configuración de la Argentina, estuvieron caracterizadas por imágenes militaristas, por una vergonzosa genuflexión pro imperial y la reivindicación de figuras claves del golpismo. En el mismo sentido puede considerarse la preocupante invitación oficial a referentes neonazis para conformar una “Mesa Nacional de Juventudes” en la Casa Rosada.
El Estado policial, la fisura del Estado de Derecho, puede constituirse en el reemplazo del cotillón electoral de la concordia, el diálogo y la felicidad cuando este sucumba bajo el peso del desempleo y la pobreza crecientes. El ensañamiento con militantes sociales y políticos que emerjan de una realidad acuciante, como el caso de Milagro Sala, puede convertirse en la moneda corriente de una sociedad irreconocible si las fuerzas democráticas y populares no avanzan en acciones contundentes.
Por ello, nos sumamos a las iniciativas colectivas de repudio a la represión y encarcelamiento de militantes y trabajadores, y a la vulneración del Estado de Derecho en la Argentina.
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