Los estudiantes quieren otro Brasil y otro tipo de política
2016-11-18
Sería ingenuo pensar que el movimiento de los estudiantes ocupando
escuelas y universidades se agota en la crítica de uno de los más
vergonzosos proyectos que hemos tenido para la reforma de la enseñanza
media o en la protesta contra la PEC 241 de la Cámara y ahora PEC 55 del
Senado, PEC de la brutalización contra los más vulnerables de la
nación. Lo que se esconde detrás de las críticas es algo más profundo:
el rechazo al tipo de Brasil que hemos construido hasta ahora y de la
política corrupta hecha por algunos parlamentarios en provecho propio.
Junto a esto hay un lado más positivo: la demanda de otra forma de
construir Brasil y de reinventar una democracia, no de espaldas al
pueblo, sino con él participando en las discusiones y decisiones de las
grandes cuestiones nacionales.
Ya he abordado en este espacio este tema a propósito del movimiento de
los jóvenes de 2013. Tres autores siguen inspirándonos, pues lucharon
por otro Brasil y siempre fueron derrotados. Ahora retorna la lucha con
renovado vigor por medio de miles de jóvenes en todo el país.
El segundo es Luiz Gonzaga de Souza Lima en la más reciente y creativa interpretación de Brasil: La refundación de Brasil: rumbo a una sociedad biocentrada (São Carlos 2011): «Cuando se llega al fin, allí donde acaban los caminos, es porque ha llegado la hora de inventar otros rumbos; es hora de buscar otra cosa; es hora de que Brasil se refunde; la refundación es el camino nuevo y, de todos los posibles, el que vale más la pena, ya que es propio del ser humano no economizar sueños y esperanzas; Brasil fue fundado como empresa. Es hora de refundarlo como sociedad» (contraportada). Esa hora ha llegado.
El tercero es un escritor francés François-René de Chateaubriand (1768-1848): «Nada es más fuerte que una idea cuando ha llegado el momento de su realización». Todo indica que este momento de realización está en camino.
Los jóvenes que están ocupando los locales de enseñanza están revelando más inteligencia, a ejemplo de la joven Ana Júlia Ribeiro hablando en la Cámara Legislativa de Paraná, que la mayoría de los representantes sentados en nuestras sedes parlamentarias, más interesados en sus negocios que en el destino del pueblo brasilero.
Sin definición partidaria, con sus carteles incisivos los estudiantes quieren decirnos: estamos cansados del tipo de Brasil que ustedes nos presentan, con democracia de baja intensidad, que hace políticas ricas para los ricos y pobres para los pobres, en la cual las grandes mayorías son invisibilizadas y lanzadas a las periferias, sin estudios, sin salud, sin seguridad, sin tiempo libre. Queremos otro Brasil que esté a la altura de nuestra conciencia, hecho de pueblo mezclado y junto, alegre, sincrético y tolerante.
Efectivamente, hasta hoy Brasil fue y sigue siendo un apéndice del gran juego económico y político del mundo. Aunque políticamente liberados, seguimos siendo recolonizados, esta es la palabra exacta, pues las potencias antes colonizadoras, nos quieren mantener colonizados, condenándonos a ser una gran empresa neocolonial que exporta commodities: granos, carnes, minerales. De esta forma nos impiden realizar nuestro proyecto de nación independiente, soberana y orgullosa de sí misma.
Dice con fina sensibilidad social Souza Lima: «Aunque nunca haya existido en la realidad, hay un Brasil en el imaginario y en el sueño del pueblo brasilero. El Brasil vivido dentro de cada uno es una producción cultural. La sociedad construyó un Brasil diferente del real histórico, el tal país del futuro, soberano, libre, justo, fuerte pero sobretodo alegre y feliz» (p.235). En el movimiento actual renace este sueño exuberante de Brasil.
Caio Prado Júnior en La revolución brasilera (Brasiliense 1966) proféticamente escribió: «Brasil se encuentra en uno de esos momentos en que se imponen de pronto reformas y transformaciones capaces de reestructurar la vida del país en coherencia con sus necesidades más generales y profundas y con las aspiraciones de la gran masa de su población que, en el estado actual, no son debidamente atendidas» (p. 2).
Con los personajes que están ahí en la escena política, gran parte acusados de corrupción, imputados o condenados, no podemos esperar nada sino más de lo mismo. Deben ser democráticamente apartados de la historia para tener el campo limpio para lo nuevo.
¿Sobre qué bases se hará la Refundación de Brasil? Souza Lima nos dice que es sobre lo que tenemos de más profundo y original: la cultura nacional tomada en su sentido más amplio que envuelve lo económico, lo político y lo específicamente cultural: «A través de nuestra cultura el pueblo brasilero pasará a ver sus infinitas posibilidades históricas. Es como si la cultura, impulsada por un poderoso flujo creativo, se hubiese constituido lo suficiente para escapar de las constricciones estructurales de la dependencia, de la subordinación y de los límites tímidos de la estructura socioeconómica y política de la empresa Brasil y del estado que ella creó sólo para sí. La cultura brasilera escapa entonces de la mediocridad de la condición periférica y se propone a si misma con igual dignidad en relación a todas las culturas, presentando al mundo sus contenidos y sus valores universales» (p.127).
El texto de Souza Lima se libra de la crítica justa que Jessé Souza hace a la mayoría de nuestros intérpretes del statu quo histórico: La necedad de la inteligencia brasilera (Leya 2015), completada con La radiografía del golpe (Leya 2016).
La mayoría de estos intérpretes clásicos miraron hacia atrás e intentaron mostrar cómo se construyó el Brasil que tenemos. Souza Lima, como los jóvenes de hoy, mira hacia delante e intenta mostrar cómo podemos refundar Brasil en la nueva fase planetaria, ecozoica, rumbo a lo que él llama “una sociedad biocentrada”.
O nace de estos jóvenes estudiantes un Brasil diferente o corremos el peligro de perder nuevamente el carro de la historia. Ellos pueden ser los protagonistas de aquello que debe nacer.
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