- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -
Síganos en Facebook: www.facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
y Twitter: @ALAIinfo
Síganos en Facebook: www.facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
y Twitter: @ALAIinfo
Estados Unidos, del “efecto espectador” al “efecto
teleprompter”
Jorge Majfud
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/182460
Te invitamos a sostener el trabajo de ALAI. Jorge Majfud
ALAI AMLATINA, 19/12/2016.- El 10 de
diciembre de 2016 CNN publicó un
artículo titulado “Where's
the outrage over Russia’s hack of the US election?” (“¿Dónde está
la indignación por el
ataque informático a las elecciones de Estados Unidos por
parte de Rusia?”)
donde básicamente resumía el escaso efecto social de un
hecho inadmisible desde
muchos puntos de vista.
En las semanas
anteriores, varias agencias y
autoridades del gobierno de Estados Unidos habían reconocido
que la
intervención de Rusia en las elecciones del pasado noviembre
era un hecho más
allá cualquier duda razonable. Para cualquier extranjero más o
menos informado,
resulta por lo menos una broma de mal gusto que un gobierno de
Estados Unidos
se escandalice porque algún otro extranjero haya intervenido
en sus elecciones
nacionales. Mucho más considerando que el informe de la CIA es
una de las
principales fuentes públicas de dicha denuncia y que ha sido
publicado de forma
inmediata, no luego de treinta años como es la costumbre de la
desclasificación
de documentos, cundo la verdad ya no importa.
Pero no es este
el aspecto que quisiera
problematizar ahora: son las movilizaciones sociales
reclamando una
investigación las que, al menos hasta el momento, brillan por
su ausencia.
A mi entender
tenemos aquí un fenómeno
semejante a lo que en psicología se llama “bystander effect” o
“efecto
espectador” pero aplicado a la psicología de masas (si se me
permite esta
clasificación) y a la historia.
Cuando un
policía mata a un ciudadano negro
bajo sospechosas circunstancias, la reacción no se deja
esperar y van desde
editoriales, marchas y, en algunos casos, incendio de autos y
choque de
fuerzas. Cuando la víctima es un latino también existe cierta
reacción, pero a
menor escala.
Entiendo que
las sociedades están
predispuestas a determinadas reacciones y en base a
determinada experiencia
histórica, la cual incluye una larga tradición de, en el mejor
caso,
pensamiento crítico y creación de determinada conciencia. La
militancia
afroamericana en Estados Unidos ha sido muy superior a la
militancia hispánica
o indígena, probablemente por haber sido un grupo
numéricamente importante en
la costa este, donde se desarrolló el poder político
anglosajón y por la mayor
brutalidad del racismo al cual fueron expuestos. Tantos los
pueblos indígenas
como los mexicanos fueron igualmente despojados de sus
territorios, pero sus
tradiciones contestatarias fueron menores y más efectivamente
olvidadas.
Ahora, ¿qué
pasa cuando un fenómeno social e
histórico de trascendencia se encuentra con un vacío de
conciencia histórica?
El efecto es el mismo de aquel que en psicología se llama bystander
effect:
si los demás no reaccionan ante una situación claramente
injusta o reprobable,
probablemente mi indignación es algo que no se espera, algo
que no tendrá más
efectos que el ridículo o alguna forma de reprobación. Como
consecuencia, no
reacciono, no me meto.
Es lo que
ocurre con las últimas elecciones
en Estados Unidos: su población ha crecido (por no decir,
indoctrinada por los
medios y las instituciones religiosas y de educación) en la
autocomplaciente
ilusión de que su democracia es un ejemplo para el mundo, lo
cual desde muchos
puntos de vista es simplemente una construcción mitológica,
cuando no fuente de
sarcasmos.
La Revolución
americana fue positiva en
muchos aspectos en el avance de cierto sistema democrático y
de algunos
derechos individuales. Pero también fue altamente hipócrita
por considerar a
los negros e indios humanos incompletos, no sujetos de
derechos, lo cual
invalidaba cualquier definición de República libre y
democrática. Pero luego se
hicieron varios progresos, desde la era Lincoln hasta los
movimientos civiles
de los años 60s, pasando por la lucha de los trabajadores en
los siglos XIX y
XX.
Pero Estados
Unidos nunca dejó de alimentarse
de mitos, como cualquier otra gran nación y cualquier otro
gran imperio a lo
largo de la historia. Dos de sus mitos fundamentales fueron la
libertad
y la democracia, a tal extremo que nunca se cuestionó
el sistema de
elección presidencial por electores, una obvia herencia de la
sociedad
esclavista del siglo XVIII y XIX. El sistema no fue diseñado,
como se dijo,
para prevenir la llegada de un demagogo irresponsable al
gobierno (Donald Trump
sería una demostración por el absurdo del anacronismo de dicha
pretensión) sino
para evitar que los estados esclavistas del sur perdiesen
todas las elecciones,
ya que, aunque se contaba el número de los negros que no
votaban para elegir
electores blancos, aun así su población era minoritaria en
comparación a los
estados del noreste, con una fuerte tradición antiesclavista.
De ahí en más,
los cuestionamientos al
sistema han sido silenciados por las narraciones mitológicas
que exacerbaban
las virtudes del Campeón de la democracia y Líder de los
países libres, al
extremo de eliminar de la memoria colectiva la larga lista de
dictaduras que la
nación líder del mundo libre había promovido alrededor del
mundo, al extremo de
que su población asume, de forma automática, que su ejército
es el responsable
de “mantener la libertad de la nación” y nunca de “invadir
países pequeños para
defender los intereses de los grades negocios privados”.
Entonces,
cuando el antiguo gran enemigo y
todavía responsable de promover el autoritarismo, Rusia,
interviene en uno de
sus mitos nacionales, la respuesta es una pasividad
negacioncita, algo más allá
del “efecto espectador”: la repetida lectura social del
teleprompter. No hay
memoria, no hay experiencia de una tradición crítica de un
sistema, de una
democracia incuestionable, ergo el hecho inconcebible,
inadmisible, no existe.
A tal punto que aun cuando las agencias de inteligencia (entre
ellas la CIA)
abiertamente afirman que la intervención rusa ha existido, la
indignación y las
manifestaciones populares brillan por su ausencia. La
narrativa social continúa
siendo dictada por el teleprompter de la historia.
- Jorge Majfud, escritor uruguayo
estadounidense, autor de Crisis y otras
novelas.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/182460
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
Mas informacion: http://alainet.org
FaceBook: http://facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org
Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
No hay comentarios:
Publicar un comentario