Hacer campaña (con la toga puesta)
Por Irina Hauser
Ricardo
Lorenzetti decidió encarar la semana pasada con todo. Primero, organizó
un brindis por el año nuevo judío, un evento nunca visto en la Corte
Suprema, que se celebró con un mes de delay y al que estuvo invitada la
dirigencia de la AMIA-DAIA y el Congreso Judío Latinoamericano, más un
selecto grupo de jueces con apellidos característicos de la
colectividad. Jamás hubo brindis para otros credos ni comunidades en el
máximo tribunal. Algunos de los comensales se preguntaban si sería por
la incorporación de Carlos Ronsenkrantz, hijo de matrimonio mixto, padre
judío. Pero es difícil obviar a esta altura, que el establishment de la
comunidad judía es el que pide reabrir la denuncia de Alberto Nisman
contra Cristina Kirchner. Supongamos que, hasta ahí, el brindis era sólo
una cuestión de seguir alimentando marketing judicial del supremo.
Al
día siguiente, en la inauguración de la Conferencia Nacional de Jueces,
Lorenzetti utilizó la frase “nunca más”, que caracteriza la lucha
contra los crímenes del Terrorismo de Estado, para hablar de la
corrupción. “Nunca más a la corrupción”, transportó el concepto,
reemplazando su vital significado de origen. También lo mezcló el
narcotráfico, la violencia de género y la pobreza. No mencionó, por
ejemplo, la violencia institucional. “La corrupción existe cuando hay
oscuridad”, afirmó al pedir una “autocrítica a los poderes del Estado”.
La afirmación es de alto contraste con la negativa de los supremos a
mostrar sus declaraciones juradas bienes.
El
supremo compartió el acto la gobernadora bonaerense de Cambiemos María
Eugenia Vidal, quien les pidió a los jueces que hagan cumplir las penas.
Vidal, casualmente, acababa de decidir no aplicar el protocolo para la
práctica de abortos no punibles en la provincia de Buenos Aires, contra
un fallo de la Corte de tiempos no tan lejanos pero diferentes, conocido
como FAL. En la misma semana Vidal anunciaría la trillada y
contraproducente receta de limitar las excarcelaciones, como si eso
mejorara la situación de violencia y delitos. En las fotos de los
grandes diarios que retratan el primer día de Conferencia están, juntos,
Lorenzetti, Vidal y el juez Julián Ercolini, quien había citado a
indagatoria para ayer a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En
el segundo día del gran evento de los jueces había un panel que versaba
sobre corrupción. Uno de los jueces estrella que exponía era Claudio
Bonadio, el que inauguró este año la saga de citaciones a indagatoria
contra CFK. Compartía mesa, entre otros, con el presidente del tribunal
del juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA, que marcha a paso
de carreta con una audiencia por semana, y con Ariel Lijo, quien
experimenta la prueba d fuego de juzgar a la vicepresidenta Gabriela
Michetti por el origen dudoso del dinero que le robaron. El show terminó
con la presentación de la base de datos de todas las causas de
corrupción que hay en Comodoro Py, que ya había sido anticipado por
algunos medios como la primera vez que se oficializan en cifras la
cantidad de causas que tramitan contra el kirchnerismo. La base es una
lista de expedientes que exceden al Gobierno anterior que muestra los
números de causa, los apellidos denunciados, de qué se los acusan y el
estado del expediente, nada más. En los pasillos del cuarto piso del
Palacio de Justicia, había puestos de la editorial Rubinzal Culzoni que
ofrecían el Código Civil de Lorenzetti, que cuesta más de 30 mil pesos y
que el gobierno anterior publicó en forma gratuita.
Uno
de los títulos principales del portal de noticias de la Corte, además
del “Observatorio de la Corrupción” de ayer se refería a la causa en la
que estaba citada CFK con este título: “Cronograma de indagatorias ante
el juez Ercolini en la causa por el direccionamiento de obras públicas
viales al Grupo Austral”. Si un periodista afirmara de ese modo la
comisión de un delito que recién se investiga, sin la palabra “presunto”
delante de “direccionamiento”, podría ser reprendido por sus editores,
seguro criticado por los jueces y cuestionado por los involucrados.
Ayer,
mientras CFK declaraba ante Ercolini, Bonadio salió de su juzgado para
tomar el ascensor y fue abordado por un grupo de periodistas que querían
saber si él, en una de sus múltiples causas, había ordenado un
allanamiento a la casa de la ex presidenta en Río Gallegos. Con su
ironía habitual se desligó de lo que había ordenado: “Es una tasación,
no depende de mí”.
El
diario La Nación publicó ayer, en la antesala de la declaración
indagatoria de CFK, que dos peritos habían constatado la falsificación
de la firma de Néstor Kirchner en el caso Hotesur. Uno de ellos fue
personal civil de inteligencia y, aún así, ascendido por la Corte
Suprema (ver aparte).
Lo
bueno de las simples enumeraciones y contrastes de hechos, es que
permiten comprender escenarios. Es obvio que todos los jueces hacen
política desde su actividad. Pero una cosa es hacer política, y otra es
hacer campaña. Una de las formas más perversas de hacer campaña es
hacerla con el ropaje de la mal llamada “justicia”, ni que decir desde
la Corte, con las banderas de la lucha anticorrupción que, ya tenemos
muestras en la región (empezando por Brasil), buscan corroer los
populismos y socavan las bases del sistema democrático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario