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jueves, 23 de abril de 2020

Tinkunaco 0564/20 - Revista El Emilio - CORONAVIRUS / Médicos y cuarentena

CORONAVIRUS / Médicos y cuarentena


C.A.B.A., Argentina, UNASUR-CELAC, El Emilio

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Por HERNÁN JAUREGUIBER (*)
Cómo ya señalé al comienzo de la cuarentena, los riesgos del personal médico y su desprotección hoy son noticia. Reitero algunas cuestiones que el Poder Ejecutivo no contempló como situaciones reales del territorio.
Los médicos no son trabajadores independientes como pretenden asimilar en la opinión pública las empresas de salud. Esta idea general se logra con la complicidad del gobierno nacional y provinciales que hacen la vista gorda. También el Poder Judicial, que bajo la exégesis de la actual Corte Suprema de Justicia, arrasa el orden público laboral y los principios que informan el derecho laboral y la primacia de la realidad. En este caso es importante destacar la vigencia de los Artículos 12, 14 y 23 de la vapuleada Ley de Contrato de Trabajo. Por supuesto, también el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
Los médicos prestan servicios para empresas en establecimientos que son ajenos a los galenos. Allí atienden a pacientes de esas empresas y perciben sus ingresos a través de estos comerciantes de la salud, recibiendo indicaciones de estas organizaciones económicas. Es decir, son empleados de estas empresas.
Es obvio que ningún paciente, con o sin turno, concurre a un sanatorio a contratar con un médico,  elegido o no.  Es cliente de ese establecimiento o empresa, y a veces puede elegir cual de sus dependientes médicos lo atienden.
No obstante, el sistema de salud, con excepción del sistema público y alguna rareza aislada, presenta a los médicos como parte de su staff pero a la hora de responder por cualquier contingencia,   pretende invocar la autonomía del médico bajo la falsa (y notoria) apariencia de una locación de servicio inaplicable a la realidad efectiva de la relación, que es laboral.
La llave para ayudar a la estafa, es la obligación que imponen los simulados patrones a los médicos,  de facturar como monotributistas y asi pretender simular una relación de dependencia como  una locación de servicios.
Pero además de todos los graves atropellos que este fraude imprime a los trabajadores de la salud ( falta de aguinaldo, vacaciones, derechos de la maternidad, etc) ahora se suma el riesgo de la pandemia a la que están mas expuesto que el común de los trabajadores de otros sectores.
Sin empleo reconocido, ni siquiera tienen cobertura en ART alguna. Enfermo o sospechoso, debe elegir en soledad de su conciencia, entre concurrir a cubrir su puesto o arriesgarse a perder el vínculo, puesto que si no concurre será reemplazado.
Esta es la realidad a la que han conducido los mercaderes de la salud, el aval de la Corte Suprema, pese a los fallos de tribunales del trabajo, pero fundamentalmente,  la ausencia de toda política del Ministerio de Trabajo de la Nación y las provincias.
Estas últimas pueden resolver fácilmente el entuerto inspeccionando los establecimientos, centro de salud y consultorios. Constatando uno por uno que profesionales prestan servicios allí. Detectados estos, fácil resulta chequear si el profesional que reviste naturaleza de monotributista, en realidad su desempeño en esos centros se compadece con un vínculo independiente (claramente y en fácil inspección ocular se darán cuenta que no lo son y que están en fraude).
A ese personal debe obligarse al blanqueo y contratación de ART urgente, e impedir hasta que esto ocurra, que pueda prestar servicios y menos que esté obligado a hacerlo.
La sanción en el caso de persistir, debe ser muy severa y aún, articulándola con las propias normas sobre la pandemia en materia penal, colocar a los especuladores comerciales con un pie adentro de las cárceles.
En estas condiciones, seguramente, los prestadores inescrupulosos sabrán que la salud no es un negocio flexible al cálculo de sus ganancias. Y el Estado retomará lo mas saludable tanto en materia médica como laboral.
Seguir haciéndose el oso, para no enfrentarse con personajes siniestros, es un mal proceder como estadistas que pretender ser.
(*) Abogado laboralista. Conductor de Café al Paso por Radio Gráfica.

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