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viernes, 11 de diciembre de 2020

Tinkunaco 2.049/20 - Re: Boletín diario del Portal Libertario OACA

Boletín diario del Portal Libertario OACA

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Revolución es más que una palabra: 23 tesis sobre el anarquismo

Posted: 10 Dec 2020 10:56 AM PST

Traducción del original «Revolution is more than a word. 23 thesis on anarchism» Alpine Anarchist Productions, mayo de 2016. Disponible en http://www.alpineanarchist.org/r_twenty-three_theses.htmlAutor/a: Gabriel Kuhn. Fuente: https://es.theanarchistlibrary.org/library/gabriel-kuhn-revolucion-es-mas-que-una-palabra

Prólogo

Desde el cambio de milenio, el anarquismo ha experimentado un fuerte repunte. Fue anunciado como el “movimiento revolucionario del siglo veintiuno” en un artículo muy difundido de David Graeber y Andrej Grubačić en 2004 y, en Translating Anarchy, un reciente libro sobre el movimiento Occupy Wall Street basado en entrevistas con muchos de sus organizadores, su autor Mark Bray defiende que las ideas anarquistas fueron la fuerza ideológica detrás del mismo. Los proyectos anarquistas (revistas, ferias, organizaciones) también han crecido significativamente durante los últimos veinte años. Todo esto son buenas noticias.

Simultáneamente, el neoliberalismo goza de un dominio absoluto, la distancia entre ricos y pobres se ensancha cada día, las guerras continúan propagando devastación, la vigilancia ha sobrepasado niveles orwellianos y nada parece poder parar la destrucción ecológica del mundo tal como lo conocemos. Si el orden reinante es amenazado de algún modo significativo, los agentes son fundamentalistas religiosos, neofascistas o, en el mejor caso, movimientos izquierdistas que giran en torno a partidos populistas y líderes carismáticos. Incluso si los anarquistas quieren reivindicar elementos anarquistas en revueltas desde la plaza de Tahrir en el Cairo a las calles de Ferguson en Missouri, es discutible si autoproclamados anarquistas jugaron realmente algún papel significativo en estos acontecimientos. En pocas palabras, a pesar del mencionado repunte, el anarquismo parece tan excluido como siempre de la perspectiva general del mundo. Teniendo esto en cuenta, parece tan buen momento como cualquier otro para reflexionar sobre su lugar en el escenario político y examinar sus fortalezas y debilidades.

El contenido de este texto es presentado de un modo conciso y directo, lo que hace inevitables las generalizaciones, que están basadas en experiencias de Europa Occidental y del Norte. Los lectores deberán decidir hasta qué punto estas experiencias se corresponden con las suyas y su relevancia en los ambientes de los que forman parte.

¿Qué es el anarquismo?

En tiempos posmodernos se ha generalizado renunciar a las definiciones, presuntas prisiones de nuestros pensamientos. Eso es escurrir el bulto. Es evidente que las definiciones no son más que herramientas para la comunicación. No pueden pretender capturar la esencia de un fenómeno dado. Una definición práctica se basa en criterios concretos: el origen de un término y su etimología, su uso y cambio de sentido con el tiempo y su coherencia terminológica dentro del sistema de lenguaje que estemos usando. Así debe entenderse la propuesta de definición del anarquismo que se plantea a continuación.

Anarquismo es, en primer lugar, el intento de establecer una sociedad igualitaria que permita el desarrollo más libre posible de sus miembros individuales. El igualitarismo es la condición previa necesaria para que este desarrollo en libertad esté al alcance todos y no solo de unos pocos elegidos. La única limitación es permitir el libre desarrollo de los demás. Aunque no se pueden aquí trazar límites claros (¿dónde termina la libertad de uno y comienza la del otro?), eso no significa que no puedan negociarse.

Hasta aquí, esta definición no se aleja demasiado de la idea marxista de comunismo. La diferencia radica en su segunda parte, a saber, en la creencia de que el establecimiento de una sociedad igualitaria que permita el libre desarrollo individual depende de actores políticos que pongan en práctica de inmediato los valores esenciales de esa sociedad buscada en sus formas de organizarse, vivir y luchar. Actualmente, a esto a menudo se le llama política prefigurativa. Implica que ninguna dictadura del proletariado, ningún líder benevolente ni ninguna vanguardia bienintencionada pueden allanar el camino hacia la sociedad deseada; lo tiene que hacer la gente por sí misma. Además, la gente necesita desarrollar las estructuras necesarias para defender y preservar dicha sociedad. Autogestión, apoyo mutuo, organización horizontal y lucha contra todas las formas de opresión son los principios fundamentales del anarquismo.

El origen del anarquismo como movimiento político así definido se remonta a la cuestión social en la Europa de mediados del siglo XIX. Los anarquistas formaban parte de la Asociación Internacional de Trabajadores, más conocida como la Primera Internacional, junto con las fuerzas políticas que luego se convertirían en socialdemócratas, por un lado, y leninistas, por el otro.[1] Consideramos que este origen es importante y vemos el anarquismo como parte de la tradición de la izquierda. Nos oponemos a designar el anarquismo como filosofía, ética, principio o modo de vida en vez de como movimiento político. Una actitud existencial es una cosa; organizarse para el cambio político es otra. Sin una organización adecuada, el anarquismo se reduce fácilmente a una noble idea, reflejando más religiosidad o hipsterismo que ambición política. Al mismo tiempo, el anarquismo no es solo lucha de clases antiautoritaria. Es mucho más amplio, incluyendo actividades que van desde la creación de centros sociales a la deconstrucción de las normas de género, pasando por la concepción de formas alternativas de transporte.

La dimensión prefigurativa del anarquismo siempre ha incluido cuestiones que no encajaban en una definición estrecha de izquierda: preocupaciones dietéticas, sexuales y espirituales, así como asuntos de ética personal.

El anarquismo y la izquierda: socialdemocracia y leninismo

Como movimiento político que forma históricamente parte de la izquierda, es importante la relación del anarquismo tanto con la socialdemocracia como con el leninismo. Debemos recordar que el fin último, una sociedad sin clases ni estado que garantice el libre desarrollo de todos, era originalmente el mismo para las tres ramas. En ocasiones, estas tres corrientes son descritas como izquierda (socialdemocracia), izquierda radical (leninismo) y ultra izquierda (anarquismo). Pensamos que esta es una representación equívoca. Más bien se trata de un triángulo donde cada tendencia está igualmente alejada de las demás. Mientras el anarquismo y el leninismo comparten una postura revolucionaria y el leninismo y la socialdemocracia raíces marxistas, anarquismo y socialdemocracia comparten el rechazo a la dictadura del proletariado. El anarquismo está tan cerca de la socialdemocracia como del leninismo y viceversa.

Las mayores críticas al anarquismo desde las ideologías marxistas (socialdemócratas o leninistas) son: a) el anarquismo es ingenuo, ya que tiene una visión idealizada de la naturaleza humana y las relaciones sociales; b) el anarquismo es temerario, porque carece de conocimiento sobre cómo llevar a cabo el cambio político y, por tanto, alienta acciones imprudentes que, en el peor caso, favorecen que las fuerzas reaccionarias se impongan; c) el anarquismo es pequeño-burgués ya que está tan preocupado con la libertad individual que se despreocupa de la justicia social.

Parte de esta crítica es válida, pero solo en relación a ciertas tendencias dentro del anarquismo. En general, la visión anarquista de la naturaleza humana es, de hecho, mucho más sutil que la de las otras corrientes de la izquierda (por ejemplo, en relación con la psicología del poder). Algunas acciones anarquistas pueden haber sido imprudentes como impulsoras del cambio político, pero la mayoría han sido medidas y sopesadas cuidadosamente. Y aun habiendo habido tendencias individualistas, estas nunca definieron el movimiento en su totalidad. Quizás lo más importante es que el anarquismo tiene, a pesar de sus supuestos o verdaderos defectos, una serie de ventajas sobre sus primos de la izquierda:

  • El anarquismo aporta una crítica más fuerte a la naturaleza de la autoridad. A pesar de lo que se quiera decir de la supuesta simpleza de la teoría anarquista, en Dios y el estado, escrita en 1871, Mikhail Bakunin resumió en dos páginas el destino de lo que más tarde se convertiría en la Unión Soviética. Predijo que un partido revolucionario que asumiese el poder formaría una nueva élite gobernante, impediría la liberación del pueblo y, de hecho, propiciaría su propia caída. A día de hoy, destacados marxistas, como John Holloway, Slavoj Žižek y Alain Badiou, hablan de la necesidad de un comunismo sin estado ni partido como si eso fuera un invento novedoso. Los anarquistas lo han estado diciendo todo el tiempo.

Los anarquistas siempre han prestado una gran atención a los aspectos culturales del poder mientras que los marxistas se han centrado, a fin de cuentas, en las relaciones económicas, con la base económica determinando la superestructura cultural. Aunque se dijese de boquilla que esta relación era dinámica y dialéctica, ello raramente condujo a los marxistas a prestar tanta atención a las luchas culturales como los anarquistas.

Los anarquistas no solo han prestado atención a los aspectos culturales del poder, sino también a la multiplicidad de la opresión. Solo algunos tipos de anarquismo han compartido la inclinación marxista a relegar a un segundo plano las luchas supuestamente no obreras. Los anarquistas, por ejemplo, han formulado críticas más duras al patriarcado o al nacionalismo. En tiempos en que términos como opresión múltiple o interseccionalidad están de moda, el anarquismo puede reclamar legítimamente un papel precursor.

Mientras que (como sus homólogos marxistas) la mayoría de los anarquistas clásicos creían en el progreso científico como una necesidad para el avance hacia una sociedad liberada, el anarquismo no se caracteriza ni por una visión determinista de la historia ni por un racionalismo eurocéntrico. Las concepción elitista de los científicos como una pseudo clase dirigente fue pronto criticada, mientras que los puntos de vista utópicos eran tenidos en alta estima, en vez de despreciarse como alucinaciones recreativas. Ante un materialismo histórico más endeble que nunca, todo ello habla a favor del anarquismo.

Al menos algunos destacados anarquistas, como Leo Tolstoy y Gustav Landauer, creyeron necesaria una revolución espiritual, no para abandonarse a la palabrería, sino para subrayar la necesidad de cambiar el alma humana para cambiar el mundo. Una dimensión espiritual hace a la política radical más rica, no más pobre.

El escepticismo de los anarquistas hacia el materialismo histórico les ha granjeado la acusación marxista de ser voluntaristas, es decir, de creer que los procesos revolucionarios dependen de que la gente quiera apoyarlos. Los marxistas consideran esto superficial, insistiendo en que las relaciones materiales determinan la conciencia individual y, por tanto, la capacidad individual para la acción política. Son los anarquistas los que están en lo correcto en esto. El cambio social proviene de gente deseando el cambio social.

En el trabajo de algunos anarquistas de finales del siglo XX (por ejemplo, de Murray Bookchin, Paul Feyerabend y, con todos sus problemas, de los calificados como anarcoprimitivistas) la creencia en la tecnología ha sido puesta en cuestión de un modo sin parangón en la teoría marxista. En una época en la que el papel de la tecnología en las crisis sociales y ecológicas que estamos afrontando se vuelve cada vez más evidente, es imposible no reconocer este mérito a los anarquistas.

El anarquista es el crítico permanente. Con un fuerte escepticismo ante ideologías totalitarias y cultos a la personalidad, los anarquistas siempre han estado dispuestos a señalar los errores de los movimientos políticos. Pese a conllevar sus propios problemas (desde ser un cascarrabias a, en ocasiones, entorpecer la organización colectiva), esto es esencial para prevenir que las relaciones de poder se vuelvan anquilosadas y dogmáticas.

La política prefigurativa anarquista proporciona una fuerte ventaja práctica que permite cambios en la cotidianidad que pocas otras ideologías políticas has sido capaces de generar.

La atención del anarquismo hacia la diversidad engendra una gran riqueza de formas de intervención política. En términos de creatividad e innovación, el anarquismo aventaja sin duda a la izquierda marxista.

Anarquismo y revolución

La mayor debilidad del anarquismo es su falta de un concepto viable de revolución como redistribución radical del poder y la riqueza. Esto es especialmente llamativo considerando las proclamas revolucionarias del anarquismo. Distanciarse de “reformistas”, “progresistas” o “moderados” es parte integral de la identidad anarquista. Ninguna sociedad anarquista de una escala significativa se ha establecido fuera del contexto de la guerra. Ninguna de ellas ha durado más de un par de años. Habitualmente, los anarquistas echan la culpa de esto a la crueldad de los lacayos de los capitalistas y a la naturaleza traicionera de los marxistas. Hay algo de cierto en ambas acusaciones, pero no son explicación suficiente de los pobres resultados revolucionarios del anarquismo. Un factor importante es que los anarquistas, por buenos y honorables motivos, se han negado a sí mismos adoptar un rol que la mayoría de las revoluciones requieren. Las a menudo citadas palabras de Friedrich Engels son ciertas: “¿Han visto alguna vez estos caballeros una revolución? Una revolución es ciertamente la cosa más autoritaria que hay; es el acto por el cual una parte de la población impone su voluntad sobre otra parte por medio de rifles, bayonetas y cañones, medios autoritarios donde los haya”. Los anarquistas no tienen una respuesta satisfactoria a este dilema. Se han hecho intentos, pero ninguno muy convincente. Los más significativos pueden resumirse así:

  1. La estrategia de deserción, que obtuvo su base teórica más sólida en las teorías sobre asentamientos de Gustav Landauer. Landauer propuso construir una sociedad anarquista a través de comunas rurales y cooperativas autónomas más que a través de la confrontación con el estado. Es una bonita idea, pero las comunas radicales han ido y venido durante los últimos 150 años sin haber amenazado significativamente al poder del capital y el estado. En cuanto molestan, son destruidas o integradas en el mercado capitalista; la comercialización de la cultura alternativa durante las últimas décadas no ha sido más que un claro ejemplo de todo esto.

  2. El enfoque reformista radical, en el que se habla de una revolución por etapas o de una revolución más como proceso que como ruptura. Lo que se esconde tras esta fórmula es normalmente poco más que el típico enfoque reformista aliñado de retórica radical. No nos debería preocupar mucho.

  3. El enfoque insurreccionalista, que transfiere la noción de revolución desde el cambio estructural a un momento maravilloso de empoderamiento. No hay nada malo en las insurrecciones. Revelan contradicciones sociales, dan la vuelta temporalmente a las relaciones de poder y son inspiradoras, entre otras cosas. No cambian, sin embargo, las estructuras básicas de poder y, si bien contribuyen a la creación de un vacío de poder, este puede de hecho ser ocupado por reaccionarios si las contraestructuras radicales no están listas para tomarlo. Pese a que las insurrecciones pueden ser importantes elementos de una revolución, confundirlas con la revolución misma es como confundir una tangana con el juego del fútbol.

  4. El enfoque colapsista, que considera estéril cualquier intento de corregir el orden existente, ya que solo eventos catastróficos pueden y van a traer su fin. Según esta lógica, el activismo anarquista consiste en prepararse para la catástrofe estando listo para reemplazar las estructuras de poder en descomposición (la civilización) por pequeñas comunidades anarquistas independientes. El problema principal de este escenario es la ausencia de cualquier mecanismo aparte de la ley del más fuerte que nos permita manejarnos en el conflicto social que inevitablemente implica. En otras palabras, el colapsismo tiende a caer en el darwinismo social. E incluso si no lo hace, partir de un colapso no es fundamento de una acción política sólida. Es muy atrevido, por ser suave, defender dejar de intentar corregir el sistema porque este vaya pronto a caer igualmente. ¿Y qué, si no? Hacer del derrotismo virtud no es de ninguna ayuda.

El hecho de que el anarquismo no tenga una teoría viable de la revolución ni lo desacredita ni sugiere que sea irrelevante. De hecho, la influencia histórica del anarquismo excede con creces las estimaciones de la mayoría de los propios anarquistas. El anarquismo siempre ha sido un importante motor de cambio social. Jornada laboral de ocho horas, libertad de expresión, antimilitarismo, derecho al aborto, liberación LGBTQ, pedagogía antiautoritaria, veganismo,... hubo una vez en que todas estas luchas fueron en gran parte encabezadas por anarquistas. Sin embargo, ninguna de ellas acabó siendo revolucionaria. Muy al contrario, en su mayor parte han sido integradas al desarrollo del estado nación. Los anarquistas tienen que ser honestos. O bien admiten ser reformistas con un toque radical (nada malo si se hace explícito), o bien se esfuerzan por desarrollar de verdad una perspectiva revolucionaria. El postureo radical y el rechazo de la política reformista/progre/moderada son vergonzosos si tu propia política no es más revolucionaria que la de las ONGs, grupos religiosos y demás organizaciones de beneficencia.

Los problemas del anarquismo hoy

El problema de la revolución ha obsesionado al anarquismo desde el principio. Otros problemas han ido y venido, dependiendo de las circunstancias históricas y el estado del movimiento. Estos son los principales que podemos identificar hoy:

  • Un desafortunado sentido de superioridad moral que a menudo ensombrece el trabajo político. Parece que el problema subyacente es que hay dos motivaciones cuando la gente decide involucrarse en círculos anarquistas: una es querer cambiar el mundo, la otra querer ser mejor que la persona promedio. Lo segundo conduce fácilmente a la automarginación, ya que todo sentimiento de superioridad moral se apoya en ser parte de unos pocos elegidos y no de la masa. Cuando esto predomina, tu identidad toma ventaja sobre tus acciones y señalar las limitaciones personales de los demás sobre el cambio político. Irónicamente, los principales blancos de la crítica son habitualmente gente dentro de las propias filas antes que de entre las del enemigo, siguiendo la penosa lógica de que “si no puedes alcanzar a los que deseas golpear, golpeas a los que tienes al alcance”. La combinación de juzgar a los de fuera y competir con los de dentro por el puesto de mandamás moral es incompatible con ningún movimiento que aspire a la integridad revolucionaria.

El movimiento anarquista es, en términos generales, una subcultura. Los subculturas son estupendas. Proporcionan un refugio a la gente (a veces, uno que les salva la vida), ayudan a preservar el conocimiento activista, permiten la experimentación, etc... pero disidencia no es igual a revolución. Por tanto, cuando la política se reduce a subcultura, la retórica revolucionaria se vuelve vacía y alienante. Odio esto y que le den a lo otro, pero, ¿con qué propósito?

El ambiente de muchos círculos anarquistas va de antipático a abiertamente grosero. En ocasiones, nuestro supuesto microcosmos del mundo liberado está entre los lugares menos atractivos imaginables: oscuro, sucio y habitado por tipos que confunden la rebelión con la hostilidad. Portarte como un imbécil no te hace más radical, solo te hace un imbécil. Desgraciadamente, la agresividad también caracteriza los debates internos. Los hilos de algunos foros online anarquistas están entre las formas más seguras de desinteresar a la gente por el anarquismo para siempre. La gestión radical de conflictos se caracteriza por la franqueza y la autocrítica, no por el haterismo anónimo.

A pesar de abrazar teóricamente individualidad y diversidad, muchas escenas anarquistas son increíblemente uniformes. Cualquier cafetería de una calle céntrica reúne una variedad más amplia de gente que la mayoría de los locales anarquistas. Hay razones históricas para ello, pero, básicamente, la cultura anarquista (el lenguaje, las pintas, los códigos sociales) es extremadamente homogénea. ¿Cómo de anarquistas son entornos en los cuales la gente se siente incómoda por lo que come, lleva puesto o escucha?

Hay una barrera clave en los círculos anarquistas entre los activistas que se oponen a la injusticia y aquellos que la experimentan. Es necesario que todos trabajen juntos para cambiar las cosas de manera eficaz, pero las diferentes motivaciones no pueden obviarse. Mientras que la gente que sigue una vocación misionera tiende a ser más bien ideológica, la gente afectada por la injusticia es normalmente más pragmática. Si no se admite esta diferencia, los dos grupos tienden a distanciarse. En el peor caso, solo quedarán los ideólogos, entretenidos con debates abstractos sobre la identidad personal o el lenguaje aceptable, tomando la supuesta primera fila de la política radical mientras se pierde cualquier conexión con el trabajo político de base. La política radical pasa a convertirse principalmente en un ejercicio intelectual que habla muy poco de la calidad de sus protagonistas como compañeros dedicados y fiables.

Los conceptos de espacio libre y espacio seguro a menudo se confunden. Los espacios seguros, es decir, espacios donde la gente pueda contar con encontrar cuidado y apoyo, son necesarios en el mundo en el que vivimos, pero son espacios que satisfacen un objetivo preciso. No son los espacios libres que buscamos construir, es decir, espacios en los cuales la gente pueda decir lo que piensa, entablar una discusión y resolver con regularidad los problemas que surjan en el proceso. Lo que da seguridad a largo plazo en la capacidad colectiva de acordar límites. La seguridad absoluta es imposible, además. Vulnerabilidades, incomprensiones y enfados son parte de la vida social y no van a desaparecer tampoco en la más anarquista de las sociedades.

La idea de que a todos se les debería dejar hacer de todo se confunde con que la idea de que todos pueden hacer de todo. Las habilidades o conocimientos de los activistas u organizadores más experimentados son a menudo menospreciados, lo que lleva a volver a tropezar con los mismos obstáculos y a reinventar la rueda una y otra vez.

Existe una falta de visión de futuro y de orientación estratégica casi totales en el movimiento anarquista. Además, las estructuras organizativas están en crisis. Espontaneidad, el modelo del grupo de afinidad y un entendimiento romántico de la multiplicidad se han hecho hegemónicas. Todas estas nociones están llenas de fallos. Las únicas comunidades que permiten a largo plazo consisten en un puñado de amigos, base insuficiente para la organización necesaria para un cambio social profundo. La principal respuesta a esto por parte del movimiento anarquista, el plataformismo, subestima la importancia de la responsabilidad individual, lo que lleva a una confusión entre formalidad y eficacia (volveremos a esto en el capítulo final).

¿Qué hay que hacer?

La subcultura anarquista está muy extendida. Disfruta de una sólida infraestructura y de un flujo constante de nuevos miembros (no obstante un alto nivel de reemplazo). Puede fácilmente mantenerse a sí misma, proporciona un refugio identitario para gente que rechaza la cultura “convencional” o “burguesa” y tiene todas las ventajas que las subculturas aportan (véase más arriba). El anarquismo produce además ideas influyentes, formas de interacción social estimulantes y una animada cultura de protesta. Todo ello da lugar a un apasionante vivero político y confirma la relevancia del anarquismo en el día a día. Por tanto, si la carencia de un enfoque revolucionario no nos importa, no hay mucho de lo que preocuparse. La subcultura no está amenazada por los problemas enumerados previamente. Pero si creemos que renunciar al punto de vista revolucionario es un sacrificio excesivo (y si no queremos abandonar a los compañeros anarquistas con un compromiso fuerte con la revolución al marxismo ortodoxo), tenemos que hacer posible el desarrollo de esta perspectiva revolucionaria. Estas son algunas sugerencias para ello:

  1. Los anarquistas tienen que ser claros sobre lo que quieren y honestos sobre lo que pueden hacer.

  2. El deseo de cambiar la sociedad debe ser más importante que promover la superioridad moral de tu identidad radical.

  3. Los anarquistas tienen que hablar de maneras que la gente que no es parte de la escena de iniciados pueda entender. El lenguaje siempre fluye y las expresiones problemáticas deben ser puestas en cuestión, pero las discusiones anarquistas tienen que ser interesantes, no alienantes.

  4. Necesitamos visiones de futuro. Al contrario de lo que se ha vuelto un mantra para muchos anarquistas, las visiones de futuro no son proyectos cerrados que intentan dictar el comportamiento de la gente. Las visiones de futuro anarquistas simplemente esbozan ideas concretas sobre lo que los anarquistas quieren. Sin formular estas mismas ideas, a nadie fuera de los círculos anarquistas le va a importar un comino lo que los anarquistas tengan que decir. Prefigurar el porvenir no es siempre suficiente. A veces es hora de figurárselo.

  5. La estrategia ha sido malentendida como un rígido plan maestro del activista. Desarrollar una estrategia significa simplemente tener una propuesta sobre cómo conseguir lo que quieres conseguir. Si renuncias a esto, renuncias al trabajo revolucionario.

  6. No existe contradicción entre construir estructuras autónomas e intervenir en el orden dominante. Este falso conflicto es innecesario y dañino. Igual sucede con el supuesto conflicto entre praxis personal (estilo de vida) y organización colectiva. La una fortalece a la otra.

  7. Necesitamos una transformación de valores. Mientras que deseemos las cosas que se producen, no seremos capaces de reducir el sistema político y económico a un nivel que sea sostenible tanto ecológica como socialmente.

  8. Una crítica de la tecnología debe ser parte de cualquier movimiento revolucionario. La tecnología hace a la gente dependiente de sistemas sobre los que no tiene control y requiere una organización social de una complejidad imposible de alcanzar a un nivel próximo. Tenemos que rechazar la energía nuclear y otras supuestas bendiciones que tienen a la tierra y a la humanidad como rehenes, cuestionar al progreso como medio indispensable para hacer del mundo un mejor lugar, escrudiñar al racionalismo y a la ciencia y orientarnos a comunidades de pequeña escala.

  9. Si le preguntas a los anarquistas por qué se centran más en ciertas luchas que en otras, la respuesta más habitual es que “todas las luchas son importantes”, lo que en realidad no responde a la pregunta. El asunto no es si todas las luchas son importantes (por supuesto todas lo son), si no por qué priorizamos unas sobre otras. Sí, factores subjetivos juegan un papel: tú te centras en las luchas que te afectan más o en las que te sientes más competente. Sin embargo, si nos reclamamos revolucionarios, tenemos también que identificar las luchas que sean más prometedoras para la revolución. La urgencia moral no necesariamente se correlaciona con el potencial revolucionario. La mayoría de las luchas no son revolucionarias en sí mismas, tienen que volverse revolucionarias a través de conexiones concretas con la política revolucionaria.

  10. La aceptación de la diversidad siempre ha sido uno de las fuerzas del anarquismo, pero no debe convertirse en una excusa para negar el análisis. Cualquier sinsentido puede justificarse por la necesidad de diversidad, como si fuese esta un cheque en blanco para hacer lo que quieras. Por ejemplo, no todas las tácticas son igualmente útiles en todo momento; tienen que elegirse en relación a nuestras posibilidades y a la situación específica que nos ocupe. ¿Qué queremos? ¿Quién está involucrado? ¿Qué puede realmente hacerse? ¿De qué medios disponemos? La diversidad está bien cuando defiende la apertura, la flexibilidad y la variedad de opiniones, pero si se celebra como una virtud en sí misma, la política radical se vuelve shopping neoliberal: coges cualquier capricho que te haga tilín.

  11. La discusión abierta es esencial tanto para un medio intelectual fructífero como para los procesos de liberación. Cuando la gente dice o hace cosas que otros consideran problemáticas, estas deben ser abordadas y discutidas, en vez de regañar, disciplinar o silenciar.

  12. Las etiquetas son tabú para muchos anarquistas. “No es importante como te definas, sino lo que haces”. Al pie de la letra esto suena convincente. Sin embargo, una etiqueta no es más que una palabra, las palabras son herramientas para la comunicación y en la comunicación dependemos de etiquetas. Ponerle una etiqueta a los contenidos de nuestra política permite a otros (propios y extraños) hacerse una idea de qué estamos defendiendo. Así es como construimos comunidad y solidaridad. Nunca habría habido una “amenaza comunista” si no hubiera habido una palabra para ello. Es importante para un movimiento social de gente afín tener un nombre común.

  13. Necesitamos construir organizaciones que sean de naturaleza anarquista, pero que puedan jugar un papel crucial en movimientos sociales amplios y en organizaciones populares (sindicatos, grupos de consumo, sindicatos de inquilinos, asociaciones deportivas, etc.). Las organizaciones anarquistas tienen que proporcionar una red para el debate, la acción colectiva y el apoyo mutuo. Pese a que esto requiere un cierto grado de formalidad, esta no debe confundirse con eficiencia. La eficiencia siempre depende de las cualidades individuales de los miembros de la organización, es decir, de su responsabilidad, fiabilidad y rendición de cuentas. Por esto el plataformismo no es la solución a la crisis organizativa del anarquismo. Es necesario algo más versátil.

  14. La importancia de las cualidades individuales debe ser tomada en serio. Si rechazamos estructuras verticales para asegurarnos de que las cosas se hacen, debemos comprometernos a hacerlas nosotros mismos. La realidad anarquista está lejos de esto. Muchos anarquistas solo hacen cosas cuando “se sienten inspirados”; muchos tienen todo tipo de opiniones sobre lo que los demás deberían hacer sin haber hecho nada ellos mismos; muchos son poco fiables e irresponsables, siempre dispuestos a denunciar a los que les llaman la atención como autoritarios; muchos usan las asambleas para el parloteo egocéntrico en vez de para tomar decisiones clave. Si estas actitudes prevalecen, no hay la menor esperanza de que el anarquismo se convierta en un movimiento revolucionario.

  15. Se necesita una nueva síntesis en el anarquismo. Gente con diferentes focos de interés (el lugar de trabajo, el patriarcado, el militarismo, etc.) tienen que trabajar juntos, unirse alrededor de una serie de principios compartidos y compartir una estrategia común en la que las diferentes tácticas se coordinen del modo más beneficioso. Las proclamas de representación exclusiva del anarquismo dañan a todo el mundo, incluido el propio grupo que las emite.

  16. Los anarquistas tienen que entender los límites de la política anarquista. Dependiendo de los objetivos de una lucha en particular, un enfoque socialdemócrata o leninista puede ser más adecuado. Defender el estado de bienestar es una lucha reformista y si los anarquistas consideran que esta merece la pena, pueden ser más efectivos como tropas extraparlamentarias de apoyo a los esfuerzos socialdemócratas. Asimismo, los campesinos indios pueden considerar que una prolongada guerra popular (y, por tanto, leninismo en su variedad maoísta) es la respuesta más prometedora a la represión estatal que ellos confrontan; si los anarquistas quieren ayudar a estos campesinos, tendrán que hacer concesiones ideológicas. El sectarismo dentro de la izquierda debe desaparecer y para ello los anarquistas deben hacer su parte.

  17. Muchos anarquistas asocian los cuadros políticos exclusivamente con el leninismo, lo que es poco acertado. Esencialmente, un cuadro no es más que un organizador a tiempo completo y hay una gran diferencia entre un organizador a tiempo completo y un activista de fin de semana. Los cuadros no merecen ningún privilegio, pero sus experiencias y dedicación deben ser reconocidas; no por ellos, sino por el interés del movimiento. Los cuadros necesitan prepararse para situaciones revolucionarias y su falta ha sido uno de las mayores debilidades históricas del anarquismo.

  18. Evitar obstinadamente discusiones sobre liderazgo daña al movimiento anarquista. Siempre hay líderes en los grupos sociales, tanto si usas el nombre o no. Solo cuando esto es reconocido, pueden mantenerse a raya los aspectos autoritarios y explotadores del liderazgo. En caso contrario, operarán de los modos opacos e irresponsables característicos de muchos grupos anarquistas.

  19. Debemos tener en cuenta los orígenes del anarquismo. El anarquismo no tiene el monopolio del pensamiento antiautoritario que, de varias formas y maneras, puede encontrarse a través de las culturas y las épocas. El anarquismo como movimiento político así definido es el producto de las condiciones sociopolíticas de la Europa del siglo XIX, lo que tiene implicaciones culturales que caracterizan al movimiento hasta el día de hoy y evitan que se expanda del modo que a la mayoría de los anarquistas les gustaría. La solución no es reclamar que todas las corrientes antiautoritarias son anarquistas en esencia (lo que, en el peor de los casos, es una forma de cooptación colonial; si la gente elige no usar el término anarquista, tendrán sus motivos). Más bien, la cuestión para los anarquistas es demostrar ser colaboradores valiosos en la lucha global por la liberación.

  20. La así llamada política de alianzas (ally politics) puede servir como principio rector para anarquistas involucrados en luchas sociales emprendidas por otros, pero el concepto debe ser correctamente entendido. Decir que sí sin pensar a todo lo que otro te pide es autosacrificio y no tiene nada que ver con el radicalismo. Además, ningún individuo o grupo representa a ninguna comunidad, así que nunca podemos entregar nuestra responsabilidad de tomar decisiones propias por referirla a la autoridad de otra persona. Tenemos que ser responsables de nuestras decisiones. Puede ser obligatorio aceptar el liderazgo de otros en una lucha, pero siempre necesitamos involucrarnos con ellos para llevarla colectivamente a cabo.

  21. Necesitamos discusiones serias sobre las posibilidades e imposibilidades de la lucha armada; no una romantización infantil de los disturbios y el crimen, sino una investigación sobre cómo se distribuye y mantiene el poder y sobre cómo puede ser desafiado por la militancia, lo que, en la mayoría de los casos de conflicto social acentuado, será necesario. Es más, si somos serios sobre la revolución, no podemos hacer del ejército y la policía el enemigo perpetuo. Casi todas las revoluciones dependieron de atraer a partes del ejército y la policía a sus filas, y las posibilidades militares de los grupos guerrilleros están disminuyendo drásticamente en tiempos de guerra de alta tecnología. Esta es una realidad con la que tenemos que lidiar, sin importar lo desagradable que sea.

  22. Tenemos que reconsiderar la compensación económica. La cultura del hazlo tú mismo es genial para preservar la independencia, animar a la creatividad y alimentar el ingenio. Sin embargo, una vez cruzada la frontera de la autoexplotación, son casi exclusivamente tipos de clase media (mayoritariamente hombres, mayoritariamente blancos) los que permanecen.

  23. Dedicarse a la revolución por la revolución no tiene sentido. La única justificación de la revolución es que hace la vida de la gente mejor. Esto debe reflejarse en todo lo que los revolucionarios hagan.

Nota

[1] Hemos pretendido evitar las notas al pie en este texto, pero encontramos inevitable una rápida explicación de cómo usamos los términos socialdemocracia, leninismo y marxismo. Mientras que el anarquismo se separó muy al principio de las corrientes marxistas dentro de la izquierda (se suele considerar la expulsión de Mikhail Bakunin y James Guillaume del Congreso de la Primera Internacional de la Haya de 1872 como un momento crucial), la separación entre los reformistas socialdemócratas y los revolucionarios leninistas solo llegó tras la Revolución Rusa de 1917. Por entonces, ambas corrientes todavía eran consideradas marxistas y comprometidas en la creación de una sociedad socialista. En el movimiento socialdemócrata esta orientación ideológica se desvaneció rápidamente entre realidades parlamentarias y allá por los años 30 había desaparecido básicamente de los principios de todos los partidos socialdemócratas. Los partidos autodenominados socialdemócratas de hoy han perdido el contacto con su historia y persiguen políticas neoliberales con un tufillo de keynesianismo. No nos referimos a estos partidos cuando hablamos de socialdemocracia en este texto, sino a una tradición política de verdadero marxismo dentro del ámbito del parlamentarismo. Algunos, si bien pocos, partidos de izquierda continúan hoy esta tradición.


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¿Qué tiene que ver la Covid con la Biodiversidad?

Posted: 10 Dec 2020 10:49 AM PST

Hoy todo el mundo mira con expectación la aparición de una vacuna para el Coronavirus y se ponen todas las esperanzas en una solución técnica que resuelva no solo el problema de la enfermedad, sino todos los asociados a ella. Miles de millones se han invertido en grandes farmacéuticas, se han pre-comprado vacunas que aún no existen y no se toman medidas drásticas de contención esperando que la vacuna llegue cuanto antes. Todo para que vuelva la vieja normalidad, la economía se recupere y hagamos como si aquí no hubiera pasado nada.

Esta forma de pensar y hacer es muy de nuestros tiempos derivados del paradigma de la Modernidad, donde la suma de ciencia y tecnología, la tecno-ciencia, genera un horizonte de esperanza ante cualquier desastre, sea de la índole que sea. Da igual si hay un aumento de fenómenos climáticos extremos, si aumenta la desigualdad o si ganan peso formas totalitarias de gobernar. La ciencia y la tecnología darán una solución tarde o temprano, nos dicen. En realidad no es un problema intrínseco a la ciencia o tecnología, el problema es el mantra del crecimiento económico, la destrucción ambiental y social que provoca y pretender que todos los problemas se solucionen a base de nuevas tecnologías. Esta idea lo único que soluciona es el mantenimiento de las tasas de ganancia de las empresas que hoy dominan el mercado, las grandes tecnológicas simplificadas bajo las siglas GAFAM (Google, AmazonFacebook, Microsoft).

Prevenir es curar

Quizás los saberes populares tengan mayor visión de futuro y humanidad que las GAFAM. ¿O es que nunca hemos oído la expresión “es mejor prevenir que curar”? Un dicho popular tan simple pero que lleva intrínseco un paradigma completamente ajeno al del turbo-capitalismo. Las vacunas son una cura necesaria e imprescindible, pero ¿y si fuéramos capaces de prevenir situaciones como la actual? ¿Es realmente posible prevenir eventos de tal magnitud? Desde luego que sí, aunque con la inercia del sistema que padecemos se vuelva tremendamente difícil.

Para prevenir hay que conocer y analizar el origen. Pocas veces habréis leído que el coronavirus es una enfermedad de origen zoonótico, esto quiere decir que es de origen animal con capacidad de infectar al ser humano. El 70% de las nuevas enfermedades descubiertas son zoonóticas y lo son el 100% de las decretadas como prioritarias por la OMS. Esto nos da un primer indicador: la relación de humanos con animales no humanos puede provocar saltos de enfermedades nuevas y nocivas. ¿Cómo sucede esto? ¿Ha sucedido siempre?

Zoonóticas: las enfermedades que ya están aquí

Las enfermedades zoonóticas no son una novedad. El Ébola, el Zika o el Virus del Nilo son ejemplos desgraciadamente conocidos por su impacto sobre la salud humana. El origen de este tipo de enfermedades está en el contacto entre humanos y no humanos, desde una garrapata que primero estuvo en uno y luego en otro ser, hasta contactos más directos derivados de la ingesta de animales salvajes. Esta lectura nos lleva directamente a la cuestión de la biodiversidad y el avance del ser humano sobre territorios no urbanizados. La biodiversidad funciona como un equilibrio natural que cuando es alterado puede tener consecuencias trágicas. Las enfermedades zoonóticas funcionan de la siguiente forma: existe un patógeno dentro de una especie huésped y existen especies reservorio. Las reservorio son especies que son huésped del patógeno pero sin que éste suponga una amenaza a su salud. Cuando se produce un contagio hacia una especie de este tipo, las posibilidades de propagar el patógeno se reducen. Esto nos indica que las áreas de mayor diversidad funcionan como una barrera natural de protección frente a patógenos. El equilibrio natural dificulta que estas enfermedades lleguen al ser humano.

Rompemos la biodiversidad

En el momento en el que el ser humano avanza en su proceso de deforestación y urbanización por terrenos salvajes, estamos destruyendo ese equilibrio que es la biodiversidad y aumentando las probabilidades de que una enfermedad desconocida salte a nosotras. Hay muchos ejemplos básicos que nos sirven para ejemplificar.

En el Golfo de Guinea la pesca intensiva de las grandes multinacionales provocó que la mitad de la biomasa pesquera desapareciera. Quienes se dedicaban a la pesca tradicional perdieron su sustento y, con ello, la comunidad que vivía y se alimentaba de ello, al aumentar drásticamente los precios del pescado. En busca de formas de sustento, entraron las empresas madereras, comenzó la deforestación y la interacción con animales salvajes también en la alimentación. Así saltó el VIH al ser humano.

Los monocultivos industriales, la destrucción de las prácticas tradicionales de agro-ganadería, las migraciones forzosas y, en definitiva, la destrucción medioambiental de la mano de los grandes capitales son las que han posibilitado la aparición de multitud de enfermedades hasta el momento desconocidas y de consecuencias terribles para el ser humano.

Además, el Cambio Climático acelera toda está vorágine de pérdida de biodiversidad y transmisión de patógenos. Las aguas estancadas aumentan la existencia de ciertos mosquitos en áreas semi-urbanas que facilitan tremendamente la transmisión de enfermedades y la rotura de estos equilibrios eco-sistémicos facilita otro gran vector de infección, como son las garrapatas. Ante ello, nos vemos en el absurdo de culpar a estos bichos, cuando, como hemos visto, la culpa va más allá y es fruto de la actividad humana que destroza los equilibrios naturales. La solución de los tecnócratas sería matar a todas las garrapatas. Así de absurda es esta forma de pensar.

Un sistema tan vigoroso como frágil

Mientras que el capitalismo se vende como “el mejor de los sistemas posibles” acelera la destrucción del único planeta habitable del que disponemos. La crisis de la Covid ha puesto de manifiesto lo que las ecologistas llevan décadas avisando: que todo sistema excesivamente complejo acarrea multitud de vulnerabilidades que, en situaciones de fuerte estrés, pueden llevar a su colapso. Y con él, vamos nosotros. El circuito mercantil y empresarial internacional permite que los problemas se propaguen a una velocidad nunca antes vista. Las cadenas de valor internacional generan una pérdida total de autonomía económica y política de los territorios. Estamos viendo un ejemplo más de cómo las vulnerabilidades existentes, y potenciales, de esta forma de vida son mayores y más peligrosas que los beneficios que nos ofrecen.

Hoy la vacuna no supone más que un parche necesario para atajar esta pandemia mundial. Pero el objetivo debería ser impedir que otras pandemias lleguen a producirse. Para ello hace falta un cambio de paradigma que es estrictamente incompatible con el paradigma que nos ofrece la tecnología como solución a todos nuestros problemas, sin mostrarnos el lado perverso de todo ello.

En la Comunidad de Madrid tenemos un ejemplo muy claro de este choque de paradigmas. Mientras que el mundo sanitario estaba reclamando reforzar las medidas preventivas mediante la inversión en atención primaria y rastreadores, el gobierno necro-neoliberal de Isabel Díaz Ayuso se ha dedicado a construir un nuevo hospital de pandemias, a la vez que existen plantas en hospitales públicos cerradas o no se ha tomado el control de los recursos privados para ponerlos a disposición pública.

Un nuevo paradigma

No es casualidad el momento en el que se ha producido esta crisis. Llevamos décadas sentando las bases para que sucesos como este se produzcan. La infra-inversión en los sistemas sanitarios, la dependencia del comercio exterior, el aumento de la presión turística y la destrucción medioambiental no son hechos aislados y compartimentados. Son parte un todo global como hemos visto. La salud no es solo cuestión de enfermeras, doctoras y científicas. A principios del siglo XX uno de los hechos que hicieron reducir drásticamente las enfermedades y la mortalidad infantil fueron las campañas por la higiene personal, algo tan sencillo como lavarse las manos. Esta forma holística de pensar es lo que hoy se necesita más que nunca. Una nueva forma de pensar que permita generar un paradigma que nos muestre un futuro que no sea o apocalíptico o una versión cutre de Blade Runner. Recuperar la biodiversidad, desacelerar los ritmos de vida, restar poder al mundo empresarial e invertir en aquello que no se rige por criterios comerciales y de beneficio, son algunos de los pasos por los que debemos transitar para que, en el caso de que haya una nueva pandemia, estemos preparadas.


Fuente: https://www.todoporhacer.org/covid-biodiversidad/ 


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Herexía y pellizco benial, comparada con la Blasfemia Papal

Posted: 10 Dec 2020 10:32 AM PST

Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (8ª Parte)

Posted: 10 Dec 2020 10:25 AM PST

Un nuevo cartelito manuscrito relacionado con el Plan Pandemia:


G. Ceibe


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Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (7ª Parte)

Posted: 10 Dec 2020 10:16 AM PST

Un nuevo cartelito manuscrito relacionado con el Plan Pandemia:


G. Ceibe


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Programa del centenario de Kropotkin en Asturies

Posted: 10 Dec 2020 10:07 AM PST

Aquí tenéis el programa para el centenario, que se desarrollará en Asturies entre febrero y junio de 2021 (Pandemia mediante). Agradecemos el apoyo a estas actividades de Cambalache Uviéu, que nos cede sus locales para las charlas y a Radio QK, que nos facilita espacios de continuidad para difundir Cápsulas Kropotkinianas durante el año 2021. Ambos son proyectos autogestionados. También agradecemos a la facultad de Filosofía de UniOvi y en especial a la profesora Noelia Bueno la inclusión en el programa de un seminario sobre la actualidad de Kropotkin, trasladando así nuestra voluntad de difundir el pensamiento del anarquista ruso al campus y al público universitario.



GRUPO ANARQUISTA DE ASTURIAS HIGINIO CARROCERA
https://higiniocarrocera.home.blog/


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Anarcafeminismo y la nuevísima "cuestión de la mujer"

Posted: 09 Dec 2020 12:47 AM PST

Este texto es una traducción de del texto "Anarcha-Feminism and the Newer “Woman Question” de la autora anarca-feminista Stacy aka sallydarity, publicado originalmente en Quiet Rumors: An Anarcha-Feminist Reader, 3rd Edition, AK Press, 2012. Traducción del original por Tía Akwa.

Atrás quedaron los días en que las anarcafeministas alimentaban visiones de revolución provocadas por la unidad de las mujeres. Si bien la siguiente cita se puede encontrar en un clásico de los años setenta "El anarquismo y la conexión feminista", "El desarrollo de la sororidad es una amenaza única, ya que está dirigida contra el modelo social y psíquico básico de jerarquía y dominación..."[1], se ha vuelto claro la sororidad por sí sola no es una amenaza a la jerarquía y la dominación. La conclusión lógica de cualquier tipo de feminismo no debería ser simplemente buscar la igualdad entre cada mujer y su contraparte masculina de raza / clase, dejando otras desigualdades en su lugar. Más explícito en el anarcafeminismo es que un enfoque en la opresión de género no ocurre  a expensas de dedicar atención a otros sistemas de poder. Si bien parte de esto se aborda mediante la interseccionalidad, también estoy interesada en cuestionar más este concepto de sororidad, o más específicamente, en expandir lo que llamaré la nuevísima [newer] "cuestión de la mujer": ¿debemos continuar orientándonos en torno a una identidad llamada "mujer? ¿O deberíamos oponernos a las estructuras de poder que han creado esta categoría para oprimirnos?   

Si bien muchos están de acuerdo en que el anarquismo se opone a toda jerarquía y opresión y, por lo tanto, está en contra del sexismo y demás, sigue siendo necesaria una tendencia en la que las preocupaciones de género son centrales. Propongo que el anarcafeminismo tiene dos principios principales y relacionados específicos para su énfasis en el feminismo: todos deben ser libres de todo lo que es coercitivo respecto del género (o estrato de género, ver más abajo), y todos deben tener autonomía corporal, esto es, todos deben estar libres de daño corporal, y tener la libertad de hacer, o no hacer, lo que quieran con sus cuerpos.

En lugar de referirme al patriarcado, me refiero a la coerción relacionada con el género porque la opresión de género funciona de manera multidimensional y compleja. Las personas pueden tener una variedad de experiencias basadas en las partes y funciones de su cuerpo, el género que perciben (atribución de género), su presentación de género, su sexualidad y/  qué tan bien se ajustan a su cuadro de género impuesto, ya sea en base sobre su asignación de género o su inclinación de género. Ahora, por supuesto, esta opresión está estructurada de esta manera principalmente debido al orden de género en el que los hombres se consideran superiores y las mujeres inferiores, mientras que la aplicación de este orden mantiene su fuerza.  

El principio relativo a la autonomía corporal también es multidimensional. Se relaciona principalmente, aunque no siempre, con una manifestación de opresión de género. No solo se refiere a la sexualidad, el consentimiento, la libertad reproductiva, etc., sino también a una sociedad ideal en la que podemos tomar decisiones verdaderamente libres, por ejemplo, deberíamos tener la libertad de hacernos una liposucción, pero idealmente deberíamos estar libres de cualquier presión para hacerlo. Por supuesto, en un nivel práctico, este último principio es increíblemente complejo en lo que se refiere a la dinámica de poder, cómo se ve la justicia y cuestiones relacionadas con la tecnología, etc. El principio de autonomía corporal requiere un poco más de consideración de equilibrar la libertad individual con la libertad colectiva, como es importante en el contexto de debates acalorados sobre temas como el trabajo sexual, que no abordaré aquí. Este equilibrio también debería aplicarse al debate sobre las formas en que la definición de “mujer” afecta la libertad de los demás. Estos principios de trabajo deberían informar estos debates.     

Aunque no estoy argumentando que debamos abandonar conceptos que se refieren a los efectos reales de la opresión de género, sostengo que los principios de trabajo anteriores son preferibles a las políticas de identidad. Las políticas de identidad tienden a priorizar un tipo particular de opresión y endurecen los límites alrededor de la identidad relacionada con esa opresión[2], mayoría de las veces en aras de obtener una representación y participación iguales en el sistema[3]. Como muchos han argumentado, esto crea alianzas donde no deberían estar (por ejemplo, entre clases), margina las intersecciones y complejidades de las identidades, refuerza las identidades y quizás por lo tanto la opresión, y fortalece la lealtad al sistema cuando la asimilación es una estrategia. A menudo no se cuestiona el tipo de poder que se busca para equilibrar las desigualdades.

El anarcafeminismo, o tal vez es un anarcafeminismo queer, no es una política de identidad siempre que su objetivo sea destruir las categorías de género en lugar de perpetuarlas. Sostengo que podemos centrar los principios anteriores y oponernos a la opresión de género sin quedar atrapados en los límites de la identidad. El punto es oponerse y reconocer las estructuras de poder y sus efectos muy reales, pero no crear ni reforzar nuestras identidades en torno a nuestras opresiones.  

Anarcafeminismo y género: nuevas ideas

A medida que se han discutido los espacios más seguros y el separatismo como respuestas al sexismo y la violencia sexual, ha quedado claro que estos temas no son tan claros. Sabemos que el abuso puede ocurrir entre dos mujeres, por ejemplo. Sabemos que los grupos o espacios de mujeres no están necesariamente libres de jerarquía simplemente porque están libres de hombres (como lo discutieron varias feministas de color, así como “La tiranía de la falta de estructura” de Jo Freeman). Los espacios creados por las feministas para ser más seguros o simplemente para permitir un mejor enfoque en la opresión de género, se han enfrentado cada vez más a la dificultad de dónde, si es que hay, trazar una línea entre las categorías de género. Más importantes son las implicaciones de trazar esa línea si eso significa excluir a las personas trans e ignorar nuestras luchas comunes. El Festival de Música Femenina de Michigan ha sido un ejemplo clásico contemporáneo de la controversia en torno a los espacios solo para "mujeres identificadas como mujeres desde el nacimiento [Womyn-born womyn]". Esto se convirtió en un tema en fanzines y foros en línea, algo que encontré en un servidor de entusiasmadas listas radicales alrededor de 2001. En este punto, ya sea por la mayor visibilidad y presencia de personas trans en espacios anarquistas y feministas, una influencia de la teoría queer, o por otras razones, es más común en estos espacios en los últimos años en los Estados Unidos y en algunos otros países que las personas trans sean incluidas ahora más que nunca, a pesar de que se ha documentado cierta participación de las personas trans en el anarcafeminismo ya en la década de 1970[4]. Actualmente simplemente se asume en la mayoría de los casos, junto con la expectativa de respetar los pronombres de género, que los espacios de mujeres son para mujeres, en los que se incluyen mujeres trans, o hay espacios para mujeres y para todas las personas trans, aunque el proceso definirlos también puede ser problemático. 

En términos de teoría, las feministas anarquistas no han abordado hasta hace muy poco el género binario como tal. Han abordado los roles de género y el determinismo biológico, pero no han criticado el concepto de los sexos como categorías políticas/sociales binarias, mutuamente excluyentes, cuyos significados se han hecho significativos a lo largo del tiempo. Esto está cambiando[5].

No es necesario leer El Género en disputa de Judith Butler para comprender las preocupaciones sobre la orientación política en torno a la identidad de la mujer, aunque no se puede negar su influencia. Entre las preguntas planteadas por Butler, podríamos sacar provecho de preguntarnos: “¿La construcción de la categoría de mujer como sujeto coherente y estable es una regulación y una cosificación inconsciente de las relaciones de género? ¿Y no es tal cosificación precisamente contraria a los objetivos feministas? [...] La identidad del sujeto feminista no debería ser la base de la política feminista, si la formación del sujeto tiene lugar dentro de un campo de poder regularmente enterrado a través de la afirmación de esa base"[6]

Dentro del feminismo, “mujeres [women]” a veces se refiere a aquellos cuyo sexo es femenino, aunque la confusión puede aliviarse un poco usando el término “mujer” para referirse al género, mientras que “hembra [female]” se refiere al sexo. Sin embargo, distinguir el género del sexo tiende a establecer el sexo como una actualidad en la que se basa el constructo. Creo que ya es hora de que incorporemos a nuestro entendimiento las formas en las que el sexo tiene un género. En ausencia de una teoría anarcafeminista sobre los orígenes de la opresión de género, reúno algunas ideas desde varias perspectivas. Aunque tengo reparos sobre el enfoque y no me interesa limitar el análisis al materialismo, encuentro útil comprender la construcción de categorías de género en cierta medida a partir de la de las feministas materialistas francesas Christine Delphy, Monique Wittig y Collette Guillaumin[7]. Aunque Delphy reconoce que hay mucho que podemos saber, escribe:  

“Para la mayoría de la gente [...] el sexo anatómico (y sus implicaciones físicas) crea, o al menos permite, el género: la división técnica del trabajo. Esto a su vez crea, o al menos permite, el dominio de un grupo sobre otro. Creemos, sin embargo, que es la opresión la que crea el género; que lógicamente la jerarquía de la división del trabajo es anterior a la división técnica del trabajo y creó esta última, es decir, creó roles sexuales, que llamamos género. El género, a su vez, creó el sexo anatómico, en el sentido de que la división jerárquica de la humanidad en dos transforma una diferencia anatómica (que en sí misma carece de implicaciones sociales) en una distinción relevante para la práctica social. La práctica social, y la práctica social por sí sola, transforma un hecho físico (que en sí mismo carece de significado, como todos los hechos físicos) en una categoría de pensamiento"[8].

Delphy y otras sugirieron que el concepto de mujer solo existe dentro de una relación de poder. Las diferencias de sexo no son naturales sino naturalizadas. Esto difiere mucho de las teorías que mantienen el sexo como un hecho. Algunos teorizan que el sexo condujo a roles de género y/o que la opresión de género/sexo fue la primera forma de jerarquía. Pero si no tomamos el sexo como una categoría natural, como un hecho, sino como una categoría naturalizada, podemos entender la opresión de género y todo lo que viene con ella bajo una luz diferente, y como algo mucho más inestable.    

Las feministas entienden el género como una construcción social. Pero percibir el sexo como género es un paso más allá y tiene implicaciones sobre cómo debemos orientarnos políticamente en torno a una identidad como mujer o hembra. A algunos les puede resultar difícil discutir con diferencias tangibles; el sexo se considera la diferencia biológica/anatómica/hormonal/genética entre humanos, que generalmente corresponde principalmente a la reproducción de la especie. Sin embargo, rara vez se reconoce que estos no siempre se alinean (por ejemplo, la genética y la anatomía pueden no "coincidir") ni caen en una sola de dos categorías. El examen de las culturas no occidentales y el resto del reino animal también revela muchas excepciones a los conceptos dualistas del pensamiento occidental[9]. Si bien se puede reconocer la realidad de una organización general en dos categorías de cuerpos diferentes y su función reproductora, creo que la importancia y la polarización de estas diferencias está condicionada por el género; las categorías naturalizadas por intereses políticos. Por esta razón, a menudo incluyo el sexo con género como una construcción social, escribiéndolo como sexo/género, aunque veo que el género y el sexo se refieren a diferentes aspectos del género.   

Si la primera forma de jerarquía tuvo algo que ver con el género, esa naturalización de la jerarquía de género ha tenido un efecto en cascada. Andrea Smith escribió: "[...] el heteropatriarcado[10] es esencial para la construcción del imperio estadounidense. El patriarcado es la lógica que naturaliza la jerarquía social. Así como se supone que los hombres dominan naturalmente a las mujeres sobre la base de la biología, también las élites sociales de una sociedad deberían gobernar naturalmente a todos los demás a través de la forma de gobierno del estado-nación que se construye a través de la dominación, la violencia y el control".[11] En un discurso, dijo: “Por eso, en la historia del genocidio indio, la primera tarea que asumieron los colonizadores fue integrar el patriarcado en las comunidades nativas. La principal herramienta utilizada por los colonos es la violencia sexual. Lo que la violencia sexual hace por el colonialismo y la supremacía blanca es hacer que las mujeres de color sean inherentemente violables, nuestras tierras inherentemente invadibles y nuestros recursos inherentemente extraíbles"[12].

En cierto sentido, podemos ver esta lógica de conquista en la historia de la construcción de género que se estaba dando durante las cazas de brujas que esencialmente deletreaban la derrota de las mujeres (mujeres europeas, y luego casi todas las mujeres a través de la colonización/imperialismo), como Silvia Federici describe en Calibán y la bruja. Para resumir lo que obtuve del libro: la caza de brujas jugó un papel importante en la naturalización de la jerarquía de género/sexo al reforzar las divisiones a lo largo de las líneas de sexo; funcionó como medidas de contrainsurgencia rompiendo la solidaridad en ese sentido entre siervos/proletarios (en la transición al capitalismo); explotación justificada (trabajo no remunerado en el hogar); mayor dependencia de las mujeres de los hombres; y buscó controlar la reproducción para aumentar la fuerza laboral mediante la aplicación de la monogamia/matrimonio, la heterosexualidad, el antiaborto y control de la natalidad (acusaciones de causar infertilidad, muerte infantil, impotencia, etc.) y la quema de personas queer ("maricones" [faggots][13]/leña [kindling]). Los cuerpos de las mujeres fueron hasta cierto punto los nuevos bienes comunes (para los hombres) a medida que aumentaban los recintos. Como tal, las mujeres continuaron perdiendo autonomía corporal, y en el proceso fueron coaccionadas aún más a roles de género específicos (los roles variaban según la raza y la clase). Aunque no fue el comienzo ni el final del proceso de naturalización de la opresión de género, esto sirvió como una especie de conquista sobre las mujeres, las personas trans, queer y el campesinado europeo en general (y luego mucho más allá) como parte de la transición al capitalismo[14]. Es inseparable de la colonización del "nuevo mundo", así como de la construcción de la blancura.  

En este contexto, podemos ver la importancia de erradicar la opresión de género. Si es el caso que sin jerarquía las diferencias corporales no tendrían significado, entonces no querríamos reforzar estas categorías, sino destruirlas. Antes de discutir esto, quiero señalar las implicaciones de no especificar qué entendemos por "género". 

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Reflexionando, parece haber una contradicción en buscar la destrucción o abolición del género, mientras se construye una cultura de respeto al género, pronombres, etc., de cada uno. De hecho, hay algunas feministas radicales que abogan por lo primero, pero no ven un lugar para la liberación de las personas trans (y de hecho, a menudo considerándolas una amenaza), se oponen a estas última. He determinado que el problema radica en las formas en que se define y se entiende el género. Para muchas feministas radicales y materialistas, el género es solo una relación de poder, por lo tanto, debe ser destruido. Sin embargo, las feministas tomaron prestado el concepto de género de una psicóloga que, a fines de la década de 1960, escribió sobre el fenómeno de los transexuales que se sienten "atrapados en el cuerpo equivocado"[15]. No implica que un significado no esté relacionado con el otro, pero parecería que "género" llegó a referirse a conceptos diferentes sin hacerse notorio.

Percibir el género como algo relacionado únicamente con el poder, como hacen las feministas materialistas francesas y otras feministas radicales, puede y ha llevado a cierto sesgo transfóbico[16]. Por esta razón, me gustaría proponer dos términos diferentes para el género como una forma de dar sentido a los conceptos enormemente diferentes de género. El estrato de género se refiere a las categorías binarias construidas socialmente definidas jerárquicamente, lo que es coercitivo y relacionado con el poder. El sexo, teniendo en cuenta el género, se incluiría en este término, al igual que la asignación (o designación) de género, los roles de género y, hasta cierto punto, la atribución de género, algunos de los términos que Kate Bornstein ha utilizado para identificar los múltiples aspectos del género[17]La inclinación de género es otro término para lo que generalmente se conoce como identidad de género, pero como la identidad está en cuestión, prefiero este término diferente. Creo que la inclinación de género tendría un significado diferente en ausencia de un estrato de género, pero creo que es algo lo suficientemente distinto como para no agruparlo con el otro concepto. Aunque el concepto de “atrapado en el cuerpo equivocado” tiene sus problemas, muestra que desde su primer uso en relación con las personas (en oposición al lenguaje), el término “género” no necesariamente tuvo algo que ver con el poder más que el hecho de que el concepto proviene de un orden de género en el que se ocultó el proceso de naturalización basado en el poder. Después de todo, hay varias formas de definir el género de uno, que pueden ser de múltiples capas, no binarias y/o cambiantes a través del tiempo. Esto sin mencionar, como expliqué en otro lugar[18], que los conceptos “masculinidad” y “feminidad” tienen significados diferentes y pueden entenderse separados de las relaciones de poder[19].

Usando estos términos, podemos hablar sobre la destrucción o abolición del estrato de género y promover la libertad de las personas para vivir su inclinación de género y hacer que se respete. Esto es importante a la hora de determinar soluciones para el problema del estrato de género, siendo estas propuestas la androginia, la proliferación de géneros y / o la negación del género. Pero existe la posibilidad de que estos sean coercitivos si el objetivo de la destrucción no es específicamente un estrato de género. Una posición verdaderamente liberadora sobre género / sexo requiere autodeterminación de la inclinación de género[20]. Las experiencias y el sentido de identidad de todos deben incorporarse en una idea de lo que significa género. 

Más que teoría

El anarcafeminismo, al buscar el fin de toda dominación con énfasis en la libertad de autonomía corporal y la libertad del estrato de género, exige una nuevísima "cuestión de la mujer". Si bien algo de esto puede parecer bastante teórico, puede y debe informar la forma en que abordamos la opresión de género. Hay que luchar por cada persona para poder ser lo que son y sean capaces de participar por igual en la lucha, en la toma de decisiones, etc. El uso de los principios de funcionamiento de la autonomía corporal y la libertad del estrato de género es una forma de abordar la opresión generizada (pero no siempre generizada) sin reforzar los límites en torno a categorías impuestas y otros problemas de la política de identidad.

Si bien no veo mucha utilidad en poner demasiado énfasis en el lenguaje por sí solo, tiene más sentido abordar los problemas dentro de cada contexto y usar un lenguaje que refleje la situación. Por ejemplo, cuando se hace referencia a un tema que se relaciona directamente con el embarazo, uno puede referirse a "personas que están, estarán o pudieron quedar embarazadas" en lugar de "mujeres", porque, por supuesto, no todas las mujeres pueden quedar embarazadas o lo hacen, y no solo las personas que se identifican como mujeres pueden quedar embarazadas o lo hacen. Por supuesto, como han comentado muchas mujeres de color y otras, asumir que algo como un embarazo o tener un útero crea unidad o “sororidad” entre quienes comparten eso, es inexacto, esencialista, si no a veces racista en la práctica. En lugar del enfoque típico del feminismo dominante centrado en la clase media blanca, los principios de trabajo que analizo también permiten un enfoque de una amplia gama de factores relacionados con cosas como el embarazo: la edad, la raza o la posesión de ciudadanía [citizenship]/estado migratorio, si uno vive o trabaja en áreas donde está expuesto a sustancias químicas tóxicas (que es más probable en comunidades pobres de color) que afecta la fertilidad y supervivencia del feto o del niño, ya sea que viva en el contexto de la guerra, ya sea que se encuentre en asistencia social, ya sea que uno viva según su sexo asignado o designado, si está asociado y con quién y cómo. Todos estos factores determinan si se anima o desanima a alguien a tener un hijo, y si incluso se es capaz de elegir una forma u otra, sin mencionar las experiencias reales (a veces traumas) de nacimiento, esterilización, aborto o tomando anticonceptivos, dependiendo del contexto. Frente a esto, la demanda feminista estándar de acceso al control de la natalidad y al aborto fracasa. Por supuesto, a lo que me refiero no es a que la fertilidad, el embarazo y la reproducción sean el mejor ejemplo en torno al cual gira la autonomía corporal, sino que podemos ver cómo aquellos que no se consideran automáticamente problemas feministas, como los problemas de salud relacionados con la exposición a toxinas, también tienen que ver con la autonomía corporal, ya sea que afecten o no a la fertilidad. Si bien abordar los problemas de esta manera parece mucho más difícil que la simplicidad proporcionada por las políticas de identidad, el uso de los principios de trabajo discutidos anteriormente nos permite ver las formas en que el capitalismo, el Estado y los efectos muy reales de las construcciones sociales de raza y género se cruzan o compartir similitudes.     

Más allá de unir luchas similares basadas en estos principios de trabajo, es necesario reconocer el significado de este constructo llamado "mujer" que fue creado de muchas maneras como una jaula.

Claramente, siempre que entendamos el sexo como dos categorías naturales, queda poco o ningún espacio para los intersexuales, las personas transgénero y todas las demás personas que no encajan perfectamente en esas categorías. Y si bien las feministas han encontrado útil llamar al género por lo que es, una construcción social, se considera que el género se correlaciona generalmente con el sexo, y siempre que el sexo sea visto como una de dos categorías rígidas mutuamente excluyentes y la contraparte legítima del género construir, es posible que nunca seamos liberados de los confines del género.

Ahora bien, ¿hasta qué punto el aumento de la libertad en términos de transgresión de género y sexualidad es acomodada debido al cambio de las necesidades del capitalismo y del Estado más que por las luchas de feministas, queers y personas trans a lo largo de los años? ¿Y en qué medida los esfuerzos de estos últimos serían por parte de personas predominantemente blancas y de clase media? Estas preguntas deben considerarse a medida que avanzamos.  

"¿Qué hay de los onvres [teh menz]?"[21] es una pregunta relevante en el siguiente contexto. Los roles de género asignados a los hombres son importantes para mantener una cultura de dominación. Para que cualquier anarquista crea que podemos vivir libres de jerarquías se requiere la creencia de que no hay nada intrínseco en los hombres que los convierta en el opresor natural. Esto difiere de algunos otros feminismos que se refieren a formas masculinas esencializadas de ser o pensar que son aparentemente incorregibles. Los anarquistas y otros, como los abolicionistas de las cárceles, creen que no hay nada natural en un grupo u otro (como los hombres de color) que los haga más inclinados a la violencia, de lo contrario, las formas de "justicia" basadas en el Estado pueden parecer necesarias y justificadas. Sostiene bell hooks que podría ser contraproducente referirse a que los hombres tienen privilegios: que no es liberador no poder estar en contacto con las propias emociones y no poder tener relaciones de igualdad (algo que se ha impuesto, no natural)[22], por lo tanto, los hombres también deben ver la lucha contra la opresión de género como suya. No es que no se beneficien, pero los beneficios vienen con costos, incluso cuando es significativo que sean capaces de ignorar los costos. Esto no quiere decir que debamos sentir simpatía por los hombres que eligen seguir desempeñando el papel de dominación. Sin embargo, el rechazo por parte de muchas mujeres de color al separatismo y la misandria (para no implicar que haya un consenso sobre esto) habla de la necesidad de otros entendimientos de la posibilidad.  

La creencia de que los hombres son opresores naturales también legitima la participación de las mujeres en la dominación (por ejemplo, la supremacía blanca). Por otro lado, la resistencia militante al Estado y al capital se caracteriza en algunos casos como perteneciente al hombre opresor y, por lo tanto, condenada, incluso si una mujer participa en ella[23].  

El anarcafeminismo es un tipo específico de feminismo y un tipo específico de anarquismo que es crítico de las relaciones de poder, particularmente aquellas que tienen un género. Tome o deje el término “feminismo” con todo su bagaje y relación con las políticas de identidad. Sin embargo, parece útil usar un término que apunta a la opresión de género como algo que el anarquismo no tiende a abordar en la práctica. Estamos en una nueva posición, en comparación con las anarca-feministas como Peggy Kornegger antes que nosotras, para ir más allá de la idea de que el sexo es un hecho, que son mujeres contra hombres. Lo que es necesario ahora para el anarcafeminismo es la destrucción del estrato de género reconociendo los efectos reales y complejos del constructo de género, junto con la oposición al estado y al capitalismo. 

Notas

[1] Mary Daly quoted in Peggy Kornegger, “Anarchism and the Feminist Connection.” (1975)  En anarchalibrary.blogspot.com/2010/09/anarchism-feminist-connection-1975.html (accessed February 6, 2012).  De alguna manera, Daly no veía la transfobia como incompatible con la jerarquía y la dominación”, Carolyn escribe, “En Gin/Ecología, Mary Daly razona que los transexuales quieren destruir la floreciente comunidad de mujeres, afirmando que 'toda su presencia se convierte en un miembro que invade la presencia de las mujeres y nos divide una vez más el uno del otro.’  Daly también apoyó el libro anti-trans de Janice Raymond "Transsexual Empire" http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/09/politicizing-gender-moving-toward.html  

[2] Me gustaría señalar que "bisexual" a menudo denota un binario y, por lo tanto, no necesariamente altera el género, pero señalando la naturaleza recuperativa de la estructura de poder, Paula Rust escribió: "Por lo tanto, el lesbianismo se construyó inicialmente como un desafío al género. Pero una vez que se reconstruyó la palabra "mujer" para incluir a la "lesbiana", las lesbianas se convirtieron en parte de la estructura de género predominante. En efecto, el lesbianismo se incorporó al género y dejó de ser un desafío para él. Además, el surgimiento del feminismo cultural cosificó más que desafió el género, maximizó en lugar de minimizar las diferencias entre mujeres y hombres, y creó un concepto de lesbianismo que dependía de la preservación del género... Dado el desafío inicial de las lesbianas al género, uno podría esperar los esfuerzos de los bisexuales para romper el género sean bien recibidos entre las lesbianas. Pero debido al cambio en la relación del lesbianismo con el género..., el desafío contemporáneo de los bisexuales al género también es una amenaza para el lesbianismo ". Paula Rust, "Bisexual Politics", reimpreso en Judith Lorber, Gender Inequality, Feminist Theories and Politics, (Roxbury Publishing Co., 1998), 93-94.

[3] Ver también los siguientes ensayos impresos en Pink and Black Attack: “Identity, Politics, and Anti-politics: A critical perspective” (2010 ) http://anarchalibrary.blogspot.com/2011/09/identity-politics- and-anti-policy.html , “No Gods No Sponsors: Pride and the problem of assimilation” (2009) http://anarchalibrary.blogspot.com/2011/09/no-gods-no-sponsors-pride-and- problem.html  

[4] “On the Edge of All Dichotomies: Anarch@-Feminist Thought, Process and Action, 1970-1983” (2009) http://wesscholar.wesleyan.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1355&context=etd_hon_theses 80-81. Véase también  http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/09/on-edge-of-all-dichotomies-anarch.html 

[5] Véase  “Politicizing Gender: Moving toward revolutionary gender politics” (circa 1993) http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/09/politicizing-gender-moving-toward.html, “The Anarchy of Queer (2006)” http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/10/anarchy-of-queer-2006-zine.html, “Strengthening Anarchism's Gender Analysis” (2009) http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/10/strengthening-anarchisms-gender.html, “Thoughts on Developing Anarchist Queer Theory” (2010) http://anarchalibrary.blogspot.com/2011/03/thoughts-on-developing-anarchist-queer.html, “Towards An Insurrectionary Transfeminism” (2010) http://anarchalibrary.blogspot.com/2010/10/towards-insurrectionary-transfeminism.html

[6] Judith Butler. Gender Trouble. (1990): 6.

[7] Véase Namascar Shaktini, On Monique Wittig. (2005), Christine Delphy. Close to Home. (1984), Wittig, Monique. “One is Not Born a Woman” (1981) printed in The Straight Mind (1992), 6.  http://zinelibrary.info/one-not-born-woman-monique-wittig, Delphy, Christine. “Rethinking Sex and Gender.” (1993), Stevi Jackson. Christine Delphy. (1996), Guillaumin, Colette (1995). Racism, sexism, power, and ideology.

[8] Christine Delphy. Close to Home. (1984): 1.

[9] Véase Bruce Bagemihl. Biological Exuberance. (1999), y Joan Roughgarden. Evolution’s Rainbow. (2004)

[10] "Por heteropatriarcado, me refiero a la forma en que nuestra sociedad se basa fundamentalmente en el dominio masculino, el dominio construido inherentemente en un sistema binario de género que presume la heterosexualidad como una norma social". Andrea Smith, “Dismantling Hierarchy, Queering Society”, Revista Tiqqun (julio / agosto de 2010). De www.tikkun.org/article.php/july2010smith (consultado el 6 de febrero de 2012)

[11] Andrea Smith, “Indigenous Feminism without Apology.” (2006)  http://www.awid.org/eng/Issues-and-Analysis/Library/Indigenous-feminism-without-apology-Decentering-white-feminism.

[12] US Social Forum 2007, Liberating Gender and Sexuality Plenary, http://www.youtube.com/watch?v=x5crWlrksZs (consultado en enero 28, 2012).

[13] “Faggot” es un término despectivo para denominar a una persona queer, gay o, en general, que rompe con cánones de presentación patriarcalmente admitidos. “Faggot” también significa un haz de pequeños maderos para encender fuego.

[14] Silvia Federici. Caliban and the Witch. (2004).

[15] http://plato.stanford.edu/entries/feminism-gender

[16] Examino esto más a fondo en “When Feminism is Revolting” (2012) http://anarchalibrary.blogspot.com/2012/02/when-feminism-is-revolting-initial.html

[17] En su libro, My Gender Workbook, Kate Bornstein caracteriza los componentes del género como cuatro: asignación de género, rol de género, identidad de género y atribución de género. La asignación de género es lo que el médico te llama al nacer, por lo que puede descartarse como una descripción del sexo (Bornstein reserva la palabra sexo para los actos sexuales para eludir la argumentación esencialista). El rol de género se describe como lo que la cultura cree que debería ser su nicho, mientras que la identidad de género es totalmente subjetiva. La atribución de género se refiere a cómo otra persona podría interpretar tus señales de género ". Stephe Feldmen, “Componentes del género”, http://androgyne.0catch.com/components.htm (consultado el 28 de enero de 2012). Encuentro los términos de Bornstein útiles, pero no adecuados para tratar cuestiones de poder.

[18]  “When Feminism is Revolting” (2012) http://anarchalibrary.blogspot.com/2012/02/when-feminism-is-revolting-initial.html.

[19] Por ejemplo, bell hooks distingue la “masculinidad patriarcal” de otras formas de masculinidad. Ver también “When Feminism is Revolting” (2012) http://anarchalibrary.blogspot.com/2012/02/when-feminism-is-revolting-initial.html.

[20] Véase Emi Koyama, "Transfeminist Manifesto". (2000) En: eminism.org/readings/pdf-rdg/tfmanifesto.pdf (consultado el 6 de febrero de 2012); Michelle O'Brien, " Trans Liberation and Feminism: Self-Determination, Healthcare, and Revolutionary Struggle ". (2003) De anarchalibrary.blogspot.com/2010/09/trans-liberation-and-feminism-self.html (consultado el 6 de febrero de 2012); y Carolyn, "oliticizing Gender: Moving toward Revolutionary Gender Politics". De www.spunk.org/texts/pubs/lr/sp001714/gender.html (consultado el 6 de febrero de 2012).

[21] "¿Qué hacer con los onvres [What about teh menz?]?" está escrito en jerga de Internet popularizada por memes de lolcats que a menudo son gramaticalmente incorrectos. Esto se ha convertido en un tropo feminista utilizado para sacar a la luz las constantes intrusiones de los hombres que traen los problemas de los hombres cuando se habla de feminismo. Noah Brand y Ozy Frantz escriben: "Los descarriladores de conversaciones persistentes han logrado hacerse un mal nombre y han dado lugar al" ¿qué pasa con los onvres?" tropo como un rechazo estándar de estas distracciones cansadas de abordar los problemas de las mujeres que es la razón de ser de la mayoría de las comunidades feministas". http://goodmenproject.com/featured-content/what-about-the-men-chapter-1-introduction-and-principles/    

[22] bell hooks, Feminist Theory: From Margin to Center. (1984): 73-75.

[23] Profundizo esto en “Gender Sabotage.” Queering Anarchism. Forthcoming from AK Press.


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De botas y zapatos (Rima Jotabé)

Posted: 05 Dec 2020 06:45 AM PST

 

Da lo mismo la bota que el zapato,
si al final el pueblo sufre el maltrato.

Es la lucha por alcanzar sus sueños,
por qué se ofuscaron de tener dueños,
sus cansados rostros no están risueños,
siempre los tratan como pedigüeños.

Botas y zapatos los enterraron,
pero del suelo igual se levantaron.

Sin miedos a la bota y el zapato,
ya se cansaron que aplasten sus sueños,
estos malditos que los maltrataron.

 

 

Flema - Botas nunca más  
Gente podrida, terror en las calles,
cordón policial, piedras y botellas,
abuso de autoridad,
¡Botas no! ¡NUNCA MÁS!

  https://www.youtube.com/watch?v=tyq32C8cAbQ

Vogelfrei


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